El 5 de abril de 1992, hace 27 años, Alberto Fujimori rompió la institucionalidad democrática para empezar a ejercer un gobierno dictatorial, que logró cooptar todos los poderes del Estado y maniatar a sus adversarios a través de amenazas, intervenciones de la Sunat, secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos.

El Poder Legislativo, el Poder Judicial, el Ministerio Público, las instituciones autónomas y las Fuerzas Armadas estaban a la orden de lo que se empezó a conocer luego como fujimontesinismo, el maquiavélico asesor Vladimiro Montesinos ya estaba saliendo de la oscuridad para empezar a tomar el lugar que quería, el del poder total, al lado de su cómplice Alberto Fujimori. Juntos ordenaron la vida política peruana en donde los derechos humanos se convirtieron en “una cojudez” como bien lo dijo un ideólogo del fujimorismo que continuó teniendo poder hasta el año pasado, y la corrupción fue pan de cada día.

¿Qué logró el autogolpe? Cerrar el Congreso, golpear la democracia, instituir un régimen de terror en donde todo el poder estaba concentrado en dos hombres y socavar la dignidad de una sociedad que era testigo de que todo se compraba y se vendía.

Hasta el día de hoy vivimos las consecuencias de tan nefastos hechos, a pesar de que se pudo recuperar la democracia, el fujimorismo siguió haciendo daño al Perú. El legado de Alberto Fujimori fue recogido por sus hijos, Keiko y Kenji Fujimori, como líderes de su partido, elegidos varias veces congresistas, siendo Keiko candidata a la presidencia dos veces, y por mucho tiempo controlando el Congreso de forma soterrada para desestabilizar al gobierno y hacerlo cómplice de sus intereses.

El fujimorismo representa, en la política, a quienes entran al poder para lucrar sin importar la forma en que lo hacen, prácticamente todos sus congresistas tienen una denuncia por algún delito, han sido aliados de algún delincuente, o son los voceros del machismo y la homofobia. Nadie se salva, están para ser cómplices de la criminalidad o del atraso.

Por eso, hoy que actúan con las formas de la democracia, recordemos que esta democracia nunca les importó, y que en cualquier momento, si vuelven al poder, pueden repetir la triste historia del 5 de abril.

No olvidemos.