Mano Alzada
Cultura, Feminismos

“Huesera”, revisitando el horror de la maternidad. Entrevista a Michelle Garza

Por Ana Karina Barandiarán

Huesera es considerada por muchos críticos como la mejor película de horror mexicana del 2022, llega con los premios a Mejor Directora de Nuevas Narrativas y el Norah Ephron (que reconoce a directoras/guionistas con “una voz distinta”) del Festival Internacional de Cine de Tribeca otorgados en junio, y se ha presentado con mucho éxito en el Festival de Cine de Lima PUCP, que termina este 12 de agosto, en la Competencia Internacional.

Mano Alzada conversó con su directora, Michelle Garza Cervera, quien nos habló de sus influencias cinematográficas, qué la llevó a dedicarse al cine de género y sobre un elemento que resalta en su primer largometraje: el diseño sonoro.

¿Cuáles son tus influencias y cómo se manifiestan en Huesera?

Realmente, el cine de horror como que tampoco es que haya sido lo único que veía, yo veía de todo, tuve una etapa, sobre todo en la adolescencia, muy obsesiva de ver cine, estaba el Festival de Cine de la Ciudad de México y me iba diario a ver cinco películas. Tuve una etapa adolescente de absorber mucho cine, de muchas variedades y, ahora que lo pienso, que no entendía, había muchas películas como de Bergman, estaba muy chiquita para entender eso. Ahora me da curiosidad ver qué tanto filtré de eso, pero sin duda generé muchas influencias desde ese entonces.

Hay cierto cine de horror que es difícil de clasificar, pero que tiene que ver con esa trilogía de Polanski, de El bebé de Rosemary, Repulsión y El Inquilino, que también está en películas como las de Nicolas Roeg, me encanta Don’t look now, o Jacob’s ladder, Possession, ese horror como un poco más viejito, que es muy psicológico y casi que la puesta en cámara genera la atmósfera horrorífica más que muchos efectos; eso, por lo menos hasta ahora, ha sido mi mayor influencia cinematográfica.

En el caso de Huesera, he tratado de construir con mi cinefotógrafa (Nur Rubio Sherwell) ese tipo de narrativa que a mí me recuerda a un cine un poquito más viejo, que a veces parece que está en extinción, de horror, y que veo también en otras directoras que admiro y que están trabajando actualmente así, como Lynne Ramsey en Tenemos que hablar de Kevin o Ratcatcher, o Lucrecia Martel. Veo eso en ellas, tienen ese tipo de narrativas que a mí me encanta. Es lo que he tratado de trabajar y ha sido la influencia mayor, la forma en la que hicimos la realización detallada de Huesera.

Pocas mujeres hacen cine de género, ¿qué te llevó por ese camino?

Son muy buenas preguntas, porque muchas veces pasa como el psicoanálisis, que no entiendes algo de ti y después ya. Ahora que acabé de hacer Huesera entendí que fue un proceso muy terapéutico, hice muchas catarsis personales y familiares a través de hacer la película. Creo que reflexionar al respecto de por qué yo hago cine de horror ha sido también fuerte para mí, porque sin duda tiene ver con mi infancia, con cómo crecí, fui una niña con mucho miedo, sentía mucho miedo, tuve mucho delirio de persecución a la fecha, como que sufro con las películas de horror de verdad, soy de las que se asusta, o de niña jugaba a hacer casas de horror con mis amigas y acababa yo en el llanto del miedo.

Creo que hay algo que tiene que ver con una emoción que genera el cine de horror que son las ganas de sobrevivir, lo que te nace del cine de horror, tienes ganas de salir de esa situación y hay algo que me parece adictivo en eso. Desde que supe que quería hacer cine me he enfocado en ese género, todo lo que escribo, si no tiene una característica de género me resulta soso o me empiezo a aburrir, siempre acabo trayendo algún elemento o atmósfera, al menos a mi trabajo, que viene de esos géneros. Creo que resulta de algo mucho más profundo que decir simplemente que porque soy fan del cine de horror.

En Huesera hay una dura crítica a la maternidad, a la heteronormatividad, a la religión, a pesar de que parece que avanzamos, esos discursos se siguen replicando como hace 200 años

Sí, me parece brutal, hace poco me preguntaron que por qué creía yo que estaba “de moda” el tema de la maternidad en el cine, y dije que es fuerte decirlo, porque es un tema que nos trastoca como humanos a todes, es algo que, como mujer, decidas o no hacerlo es una pregunta que resulta muy violenta, que te encrucija de mil formas.

Y cómo no va a ser un tema que todavía se va a seguir discutiendo en el arte, si sigue siendo tan demonizado; o sea, el simple hecho de hablar una mujer que lleva una relación maternal de otro tipo, distinta a la heteronormativa, a la impuesta de una mujer en casa, entregada al cuidado, con solo imaginar una disidencia, algo en medio, un tipo de gris, ya es radical; o ver lo que está pasando en Estados Unidos con el aborto, con el simple hecho de poder decidir sobre nuestros cuerpos.

La maternidad sigue siendo un discurso que a nosotras, que estamos tan rodeadas de personas que tienen esto muy definido, ya ni siquiera es un tema en el día a día, pero parece que te abres un poquito ante el mundo y te das cuenta de que sigue siendo igual de necesario, que resulta algo tan básico en las artes, en el mundo, que se tiene que seguir hablando, porque resulta que está a un minuto de que se penalice otra vez el derecho sobre nuestros propios cuerpos. Cómo va a ser una moda cuando en verdad es algo que todavía afecta tu vida, transforma tu vida, define cómo habitas el mundo.

Me alegra mucho que Huesera sea una película más que hay afuera al menos para acompañar a personas que se sienten solas. En otra proyección se me acercó una chica llorando al final, tuvo un bebé hace diez meses, era de Bangladesh, y me dijo: “Lo que expone la película es algo que yo he sentido y que atravieso a diario, y no puedo explicarlo en mi casa nunca, y el hecho de que yo lo pueda ver proyectado en una sala de cine, que exista, que se nombre, que algo me voltea a ver, que voltea a ver una experiencia como la mía se agradece”. Para mí ya valió la pena completamente hacer la película.

Entre las grandes cualidades que destacan de la película, el diseño sonoro es impresionante, cuéntanos sobre el desarrollo de esta parte

Fue interesante, porque sin duda estaba el elemento de la ruptura de huesos, en donde decidimos deliberadamente mi coguionista (Abia Castillo) y yo que se nos hace que es un elemento estilo “la navaja en el ojo”, es algo que al ser humano de inmediato lo hace voltear, eso es algo que a mí me encanta del cine de género, como el cine pornográfico, tiene una reacción física en el cuerpo, que muchos otros géneros lo hacen, sin duda, pero el horror tiene esa cualidad; entonces, a partir de eso dije, ese es un sonido que, se vea o no la fractura, lo escuchas y te hace sentir una emoción que es brutal, casi instintiva del ser humano y que me encanta, para mí es la emoción que atraviesa el personaje en la película, a partir de eso construimos el diseño sonoro.

También nos pusimos la tarea de no usar ningún efecto cliché del cine de género, por ejemplo, no tenemos drones, los efectos clásicos de sonido que se suelen usar en el cine de horror, los quitamos todos; entonces el diseño está construido en base a la atmósfera, lo que rodea a Valeria (Natalia Solián), el personaje, los sonidos domésticos, de su casa, de su calle, a partir de ellos y la distorsión de esos sonidos que nos rodean en la cotidianidad construimos el diseño sonoro. Eso fue una clave para que tuviera una identidad muy particular, porque tiene que ver con lo que está pasando en la película, con lo que está pasando ahí en el mundo en el que ella habita. Eso fue muy bonito, porque nos puso como en una cajita, pero ya dentro de la caja de las posibilidades del diseño sonoro hubo muchas oportunidades de juego y experimentación.

Además, la música la hicieron dos amigos míos de la escena punk y del free jazz de México, esta fue su primera película, de hecho es un amigo venezolano, Cabeza de vaca, y un amigo mexicoperuano, Gibrán Androide, y fue una experiencia brutal, porque ellos usaron sintetizadores, instrumentos que podrían parecer como hasta cutres, y eso me encanta, que tenga esa cualidad que a mí gusta del punk que “suena mal”, y fuimos fieles a eso en la película, se quedaron las grabaciones así, hasta mono, y siento que eso le dio algo muy rico al sonido.

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