Nani Pease deja la piel en el escenario en una intensa hora que podría ser una terapia de shock para cientos de fiscales y jueces indolentes ante el dolor de miles de mujeres que año tras año, a través de los siglos, siguen atravesando lo que llamamos “el sistema judicial peruano”, un laberinto lleno de desazón, indiferencia, negligencia, cinismo e irresponsabilidad, una máquina vieja, desgastada y caduca que la mayoría de veces no resuelve nada, y cuando resuelve, casi nunca es con justicia hacia las víctimas, y solo se resigna a ser una suma de condenas de uno y otro lado.
Al inicio, Nani nos recibe con una dinámica simple: tomar aquello que nos duele y controlarlo. ¿Cómo? Tienen que ir a ver Juzgado de Familia N° 6 para saberlo, hay funciones desde hoy hasta el 20 de marzo en el Centro Cultural de la PUCP.
Luego Nani se convierte en varias personas a la vez, es una mujer que recuerda su conexión con las ballenas, es una mujer atravesando una violencia espantosa, es otra mujer viendo cómo humillan y maltratan a otra y siente que tiene que hacer algo, es un juez o un fiscal o un abogado, la santísima trinidad del patriarcado, es un hombre incapaz de entender, sentir empatía, solidarizarse con el dolor ajeno, es un sistema incapaz de entender, sentir empatía, solidarizarse con un dolor histórico, añejo, tan actual y tan antiguo que se ha hecho costumbre y tradición. Una estampa más que podría escribir Ricardo Palma si resucitara.
Poco ha cambiado en nuestro país, las mujeres siguen enfrentándose a los obstáculos que le pone la justicia para alcanzarla, casi como una carrera en donde tropezarán con todo, desde la falta de dinero para pasajes, comida mientras se espera, abogados, papeleos, en un sol inclemente o un frío mortal, hasta la mirada que juzga desde que se cruza la puerta de cualquier juzgado, la primera mirada del que cuida la entrada a ver si eres apta para entrar hasta la última, la mirada del juez (o jueza) que no te cree, al que le estás dando trabajo de más, que no confía en ti y que está harto de que acusen a los hombres de todo. Si así es en los casos de violencia, no se imagina cómo es en “delitos menores” como abandonar a los hijos y nunca pasarles pensión. Te dejan esperando a que tus niños se conviertan en adultos y ya no importe pedir una pensión.
Juzgado de Familia N° 6, escrito y actuado por Nani Pease y dirigido por Tirso Causillas, musicalizado en vivo, nos muestra cómo todo está mal en el sistema judicial peruano y cómo es necesario decirlo una y otra vez para que las cosas cambien, para que alguien haga algo, para que el dolor no nos carcoma, para que la memoria no sea frágil. Nani nos lo dice con su cuerpo y con su voz en una puesta en escena que no da respiro, que va y viene removiendo recuerdos, sensaciones, angustias y temores. Y cuando termina, nos queda un enorme suspiro, una congoja y muchas reflexiones. Qué más podemos pedir del teatro si no es que nos impacte hasta las entrañas. Juzgado de Familia N° 6 lo logra con creces.
Fotografías: Ana Karina Barandiarán.