Gracias al trabajo de PROLIMA, la ciudadanía pudo recuperar la Plazuela de San Francisco, de 3 mil metros cuadrados, que estaba rodeada por un muro y una reja colocados por la orden de los franciscanos que habitan en la Iglesia de San Francisco.
El 5 de febrero, la Municipalidad de Lima demolió el muro y la reja de 145 metros que une la Iglesia de San Francisco y el Santuario de la Señora de la Soledad, y que prohibía el paso libremente de los vecinos del Centro Histórico, lo que ahora permitirá restaurar el considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad y su uso público, que desde el año 1986 estaba controlado por los franciscanos.
“El Ministerio de Cultura aprobó, con una autorización sectorial, la recuperación de la plazuela en el marco de un proyecto muy acucioso que hemos venido trabajando desde la Municipalidad de Lima en los últimos dos años y medio”, señaló el gerente de PROLIMA, Luis Martín Bogdanovich.
Asimismo, añadió que la Ley Orgánica de Municipalidades faculta a la Municipalidad de Lima a administrar los espacios públicos: “Ellos (los franciscanos), en el año 68, solicitaron ante Registros Públicos el registro de su inmueble y allí no se señala la plazuela. Por lo tanto, la ley orgánica de municipalidades faculta a la municipalidad de Lima a administrar los espacios públicos (…). En ese sentido, se ha procedido al retiro de este cerco para unir el espacio público, tanto calles como plazuelas”.
La Orden Franciscana que habita en la Iglesia y que da en alquiler varios espacios alrededor de la Iglesia, se ha opuesto a la demolición y anunció una acción de amparo, pero se impuso la recuperación de la ciudad para los ciudadanos y de esta plazuela que ya podrá ser disfrutada por limeños y turistas.
Machismo
El día de la demolición, al intentar impedir la acción municipal de rescate del espacio público, se profirieron frases machistas contra la abogada de PROLIMA, Milagritos del Rocío Alvarado Rojas.
“Por favor, en su condición de dama, guarde silencio“, le gritó el abogado de la orden franciscana, para evitar que la abogada haga su labor.
La abogada continuó con su desempeño de defender los intereses de la ciudad, pero es lamentable que se sigan usando ese tipo de argumentos que generan desigualdad y desventaja para el género femenino en el ámbito público y profesional al ejercer sus labores. Ya son otros tiempos y ya no se puede callar a las mujeres como a muchos, en los ámbitos eclesiales, les gustaría seguir haciendo.
