Mano Alzada
Cultura, Especial, Feminismos

Trinidad Enríquez, la primera abogada del Perú

Hace más de un siglo, la educación formal para las mujeres de la élite concluía en el tercer grado de secundaria. Si se quería seguir estudiando, los dos años que faltaban servían para graduarse como profesora de primeras letras, y nada más. Los educadores y la sociedad entera suponían que como se era mujer, se había nacido para servir, casarse y cuidar a los hijos de los hombres, otro tipo de destino no estaba permitido, excepto el de ser monja, en donde terminabas sirviendo a Dios y a los curas que decían transmitir su mensaje. La educación de las mujeres de la élite, incluía costura, bordado, catecismo y administración del hogar, las mujeres indígenas pobres y las afroperuanas no recibían educación estatal alguna, y se dedicaban al servicio del hogar.

Una mujer que soñaba con ser abogada se rebeló contra esta desventaja histórica. Esta mujer fue la cusqueña Trinidad María Enríquez, quien se convirtió en la primera mujer universitaria y en la primera jurista del Perú. Pero para eso tuvo que atravesar muchos obstáculos que acá enumeramos:

  1. Para poder ingresar a la universidad, tenía que prepararse, y como ningún colegio preparaba a las mujeres más allá de profesora de primeras letras, fundó el Colegio Superior en donde se dictaban cursos de matemáticas, derecho, lógica, música, filosofía y francés. 
  2. Luego de tres años, en donde en varias ocasiones apedrearon el local, el colegio fue cerrado por la presión de los conservadores, a los que les parecía antinatural que las mujeres aspiren a ser más que amas de casa.
  3. A los 28 años, luego de varios meses de haberlo solicitado, el 3 de octubre de 1874, el Gobierno de Manuel Pardo autoriza el ingreso a la universidad de las mujeres que terminaron sus estudios secundarios, pero como no había hecho cuarto y quinto de secundaria en un colegio formal, sino en su propio colegio, tenía que rendir exámenes orales ante un jurado.
  4. Los exámenes orales duraron diez días, del 20 al 29 de abril de 1875.
  5. Sus altas calificaciones le permitieron ingresar a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, aunque al concluir sus estudios, en 1878, solo le dieron el grado de bachiller en Jurisprudencia, pero no el de abogada, porque la abogacía solo la podían ejercer los hombres. 
  6. Inició un largo e infructuoso proceso para obtener su título de abogada en la universidad, pero leyes desfasadas no se lo permitían, entonces llevó su caso al Poder Judicial, pero ahí estuvo paralizado por mucho tiempo, así que decidió llevarlo al Congreso de la República, en donde se enfrascaron en largos debates que no resolvían nada desde 1879 a 1884.
  7. En 1881, el presidente Piérola le dio una autorización especial para graduarse, pero ella exigió que esta autorización sea de carácter general y no solo personal.
  8. En 1883, consiguió una victoria parcial a raíz del estado de emergencia en el que estaba el país por la Guerra con Chile. El Congreso emitió un Decreto Supremo en el que se descartaban los impedimentos para que las mujeres pudieran tener grados universitarios o títulos profesionales, pero esto no fue en paralelo con una política educativa ni con cambios legislativos que impulsaran que las mujeres estudiaran luego de siglos de impedimento. 
  9. En 1886, el Parlamento deriva su demanda a la Corte Superior, la cual la desestima.
  10. Intentando impulsar una reforma educativa y un cambio constitucional que supere los vacíos legales que impedían que las mujeres se formen, inicia otra demanda judicial al Estado, pero no llega a ver el final de esta, porque en 1891, a los 45 años, fallece debido a una congestión cerebral, luego de haber fundado una escuela para obreros e impulsado la publicación del periódico La Voz del Pueblo.

Este es solo un ejemplo de lo difícil que fue para las mujeres estudiar en las universidades, profesionalizarse y ser independientes económicamente, acciones claves para la liberación de las mujeres. 

 En 1876, Manuel Pardo instituye la educación primaria obligatoria para niños y niñas, con lo que se construyeron escuelas para mujeres, generalmente dirigidas por monjas. A pesar de ello, había cursos reservados solo para los hombres como la enseñanza de la Constitución y de las leyes electorales y municipales.

 Recién en 1908, en el Gobierno de Leguía, se promulgó la ley que permitió a las mujeres obtener grados y títulos. Aún hoy en día, millones de mujeres se ven en la imposibilidad de estudiar por motivos económicos, por algún tipo de discapacidad que no es atendida por el Estado, por falta de oportunidades, por las desigualdades sociales y culturales, por vivir en zonas rurales abandonadas por el Estado o acá nomás en asentamientos humanos y pueblos jóvenes que no tienen todos los servicios básicos, por el encadenamiento a la pobreza debido a la penalización del aborto, el embarazo adolescente, la deserción escolar, la violencia familiar, y muchos motivos más. 

El dato:

Algunos libros editados sobre Trinidad Enríquez

Presentación del libro Una abogada en los Andes:

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