Una década no es poca cosa, más aun tratándose de un proyecto cultural, ejemplo de resistencia y de la insistencia de sus artífices. Nos referimos al Festival de Cine Al Este, cuya décima edición ya arrancó y va hasta el 8 de junio en varias sedes de Lima. Al Este es una mirada a las cinematografías de los países de Europa Central y Oriental, lugares de gran tradición fílmica, frecuentemente fuera de los radares de las concepciones de ciertos mercados cinematográficos, películas que son a menudo retratos de naciones marcadas por historia y territorio, y manifiestos de la fuerza expresiva y poder de traslación del cine. Analicemos las principales secciones de esta décima versión del festival, que en esta ocasión viene con el lema “se vienen días de cine punk”. Toda la información sobre sedes, funciones, actividades académicas y eventos del Festival Al Este se halla en su web oficial y su fanpage. El programa de mano completo puede descargarse de aquí.
Competencia Oficial de Ficción
Por su mención especial en el último Festival de Rotterdam, que la describe como “un logro artístico excepcional”, nos atraen el viaje personal de Llévame a algún lugar lindo, ópera prima de Ena Sendijarevic (Bosnia y Herzegovina), y el thriller en tiempos de conflicto de La carga, del documentalista serbio Ognjen Glavonic, ahora incursionando en ficción. Los relatos se suceden con 53 Guerras, de la polaca Ewa Bukowska, y El hombre que sorprendió a todos, de Aleksey Chupov y Natasha Merkulova, filme de temática trans ubicado en un entorno rural conservador de Rusia.
Historia de amor (Sonja Prosenc) y Final de estación (Elmar Imanov) son dramas familiares que llegan desde Eslovenia y Azerbaiyán, y si hablamos de nombres ya consagrados, están las esperadas últimas películas del ucraniano Sergei Loznitsa y el húngaro László Nemes, Donbass y Atardecer, respectivamente.
Es destacable que en esta misma competencia también se incluyan filmes en los que formas y elementos de cine de género fantástico son utilizados en la creación de potentes alegorías: la licantropía en Hombre lobo (Adrian Panek, de Polonia), zombis en la surrealista Los niños de los muertos (Kelly Copper y Pavol Liska, de Austria), el “body horror” en Doméstico (Adam Sedlák, de República Checa) y la ciencia ficción de En mi habitación (Ulrich Köhler, de Alemania).
Competencia Documental
El cine documental es una magnífica herramienta para registrar y mostrar aspectos de la realidad de pueblos, gentes y geografías. A esta competencia llegan precedidas de muy buenos comentarios Tierra, del austriaco Nikolaus Geyrhalter, Transnistria, de la sueca Anna Eborn, y La vida mágica de V, del búlgaro Tonislav Hristov. Vistas en ese orden, pasamos de un problema mundial a uno regional y aterrizamos en una catarsis íntima, las tres cintas poseedoras de apreciable fotografía.
Cambian las sociedades, cambian los sueños de los y las jóvenes, documentales generacionales son King Skate, del checo Šimon Šafránek y Antes que el padre regrese, de Mari Gulbiani (Georgia). Veo gente roja, de la realizadora búlgara Bojina Panayotova, es más bien una observación al pasado no tan remoto de un pueblo, a partir del pasado de una familia.
El cine documental se abre a otras vías de representación. Ahí están la aclamada producción polaco-española Un día más con vida, de Raúl de la Fuente, Damian Nenowy; y Chris, el suizo (Suiza), de Anja Kofmel, que emplean la animación en el recuento de periodistas de guerra. Puentes del tiempo, de Kristine Briede y Audrius Stonys (Letonia, Lituania, Estonia), se presenta como un ensayo poético, y Dragones de Komodo, de Michal Borczuch (Polonia), como una puesta en escena propia de la docuficción.
Retrospectivas
Grata costumbre de ediciones anteriores, el festival dedica un espacio importante al reconocimiento de una figura trascendental, a través de su obra. Sucedió el año anterior con Béla Tarr y en éste el foco se encuentra puesto en el director francés F.J. Ossang. Ossang estudió filosofía antes de convertirse en poeta, cantante de punk y cineasta de culto, tremendo combo. Su cine es contracultural y político e irrumpen en él tanto el film noir, la sci-fi soviética y el expresionismo alemán, como el punk y el rock industrial. Esta retrospectiva Ossang es completísima: 5 cortos y 5 largos que van desde El último enigma (1982) a 9 dedos (2017). La dedicada a Ossang no será la única retro; la otra, con tres filmes realizados entre 1966 y 1968 (El Desesperado, El rojo y el blanco y Silencio y Grito), nos aproxima al húngaro Miklós Jancsó (1921-2014), acaso el mayor influyente de Béla Tarr y sus “long takes”.
Al Este Especial
Esta sección paralela contiene dos de los títulos más atractivos del festival: Sinónimos, del joven cineasta y filósofo Nadav Lapid, producción franco-israelí sobre una particular historia de identidad, ganadora del máximo galardón, el Oso de Oro, en el más reciente Festival de Cine de Berlín. La otra imprescindible es Un elefante sentado quieto, película china de vidas que se intersectan en la ciudad. Amén de varios premios en festivales, a notar Berlín, San Sebastián y el BAFICI, buena parte de la crítica internacional la coloca como uno de los mejores filmes de 2018, y maestros del cine de la talla de Béla Tarr y Gus Van Sant la consideran extraordinaria. La nota trágica la pone la muerte de su director, Hu Bo. El también novelista de 29 años, se suicidó poco después de completar Un elefante sentado quieto, sin verla estrenada.
Completan esta sección El minero, de la directora eslovena Hanna Slak, película histórica de clase obrera; Arbusto ardiente, de la checa Agniezka Holland, serie épica y política en corte de largometraje; y los documentales musicales Mingus Erectus, de Amaury Voslion (Francia), acerca del gran Charles Mingus, y The Killing Joke: The Death and Resurrection, sobre la fundamental banda de post-punk industrial, liderada por Jaz Coleman, coincidiendo con la visita del músico y el carácter de esta edición de Al Este.
Al Este Mundo y Hecho en el Perú
En el ejercicio de dialéctica que propone el festival, tendiendo puentes entre las cinematografías de Europa Central y Oriental y las de los países en los que Al Este se organiza, esta sección está compuesta de cintas de Francia, Argentina, Colombia y Perú. No se traza una línea curatorial específica y es más una invitación al descubrimiento de cineastas independientes. Centrándonos en Perú, vemos con mucho interés el estreno en Lima de los nuevos largometrajes de Mario Castro Cobos (Gracias por la donación) y Farid Rodríguez Rivero (Expectante). Castro Cobos y Rodríguez Rivero, conocidos también por su labor de gestores culturales, son dos realizadores de militancia cinéfila y permanente curiosidad en el desarrollo de su estilo.
Es posible seguir olfateando el estado del cine nacional independiente en la competencia Hecho en el Perú, en la que participan diez cortometrajes de saludable diversidad en la que conviven el documental, el drama, la animación experimental, lo performativo y hasta el tributo a géneros como el cine de samuráis y la sci-fi futurista.
ExperimentAlEste
Gran apartado dedicado, lo señala el nombre, al cine experimental, término amplio que en resumen representa un desafío para los sentidos del espectador partiendo de cómo los artistas se agencian de mecanismos heterodoxos y subvierten las formas clásicas del lenguaje audiovisual. Tenemos jóvenes creadores peruanos que transitan esos caminos y una competencia experimental de diez cortometrajes en el marco de Al Este brinda un espacio de exhibición a una selección de estos. Asimismo, se incluye una retrospectiva a Peter Kubelka (Viena, 1934), referente total del cine experimental. La retrospectiva Kubelka será a su vez proyectada en celuloide. Esta muestra ha sido curada por el propio Kubelka junto a Ángela López Ruiz, artista, curadora e investigadora uruguaya. En palabras de López Ruiz: “A través de este corpus-ritual, podemos abordar la apreciación de su conceptualización del “Cine métrico” y de sus diferentes etapas”.