Mano Alzada
Editorial, Política

Esclavo de sus palabras

El Primer Ministro ha demostrado tener poca tolerancia hacia la diversidad sexual, es más, ha mostrado públicamente demasiadas veces que no le importa la diversidad sexual y que repudia de ella, le da asco, lo atormenta, y por eso ahora que ostenta tan alto cargo de autoridad, han salido a resaltar todas sus afirmaciones, cada una peor que la otra sobre las personas LGTBIQ+, las ha llamado fenómenos, aberración, pecado y cuanto sanbenito se le ha ocurrido, incluso llamó a boicotear empresas que mostraban públicamente su apoyo a esta comunidad.

Guido Bellido ha demostrado que el fajín le queda muy grande en el siglo XXI, en donde es inaceptable que una persona con tan alta autoridad se exprese de esa forma sobre una población que está incluida en el Plan Nacional de Derechos Humanos por su evidente estado de desprotección y vulnerabilidad, que según las últimas encuestas es la población más discriminada del Perú, que son más del 10% de la población total, y que contribuye con su existencia a hacer de este un país más diverso.

Pero no solo eso, fue incapaz de llamar organización terrorista a Sendero Luminoso, siguiendo los lineamientos del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, en una lucha fratricida que dejó el saldo de 65 mil muertos. Esa no es una buena señal, sobre todo porque Pedro Castillo, en la segunda parte de las elecciones, ha intentado deslindar de corrientes violentistas y extremas que hicieron daño al país, y que el voto antifujimorista implicaba un rechazo a todos los terrorismos que hemos tenido, los subversivos y los del Estado, y afirmó que Vladimir Cerrón no sería ni portero. Su decisión última acaba de demostrar que Cerrón es quien abre y cierra la puerta.

Guido Bellido como primer ministro solo genera desconfianza y temor en un escenario en donde era imprescindible generar todo lo contrario y calmar las aguas para salir de la continua crisis política en la que está el Perú desde hace seis años, con presidentes que van y vienen, y un golpe de Estado vivido hace muy poco, con 200 mil muertos que no accedieron a tiempo al sistema de salud por responsabilidad entera de los que nos han gobernado todo este tiempo.

El primer ministro tiene que tender lazos y abrir puentes, pero con el rechazo de la población y del Congreso, con declaraciones desatinadas, machistas y homofóbicas, con su defensa férrea a un acusado de corrupción, su camino es pedregoso.

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