La primera noticia que surgió sobre un sistema estructurado que les daba ventajas a profesores para abusar de sus alumnas fue la publicación realizada por The Crimson, el periódico de estudiantes de la Universidad de Harvard, el 29 de mayo.

En una larga y detallada nota titulada Protegidos por estructuras de poder antiguas de décadas, tres antropólogos de renombre de Harvard enfrentan acusaciones de acoso sexual, exponen a tres poderosos profesores acusados de acoso, hostigamiento y abuso sexual: Theodore C. Bestor, Gary Urton y John L. Comaroff.

THEODORE C. BESTOR | Reischauer Institute of Japanese Studies
Theodore C. Bestor
Gary Urton
John Comaroff - Alchetron, The Free Social Encyclopedia
John Comaroff

La nota empieza así:

En 1986, un grupo de profesores que escribían para la revista Current Anthropology descubrió que los programas de antropología más elitistas del país, incluido el de Harvard, operaban en base a una “jerarquía de prestigio” dominada por poderosos profesores titulares.

Casi 35 años después, es en parte esa misma jerarquía lo que ha permitido que tres de los profesores superiores de Antropología de Harvard, los expresidentes de departamento Theodore C. Bestor y Gary Urton y el profesor John L. Comaroff, superen las acusaciones de acoso sexual, incluidas algunas dirigidas por estudiantes, según personas con conocimiento de la materia y documentos obtenidos por The Crimson”.

Y luego va detallando las violencias a las que sometían estos tres profesores a sus alumnas. Una vez más, lo que todas las mujeres sabíamos se está haciendo visible: que un sinnúmero de hombres en puestos de poder, en este caso profesores, aprovechan su estatus para sacar ventajas sexuales de sus alumnas.

Este tipo de situaciones son conocidas por la mayoría de estudiantes y catedráticos en el ámbito académico, pero se guardan como secretos a voces por varias razones, empezando por el temor a las represalias: si te quejas y denuncias, estos tipos se encargan de cerrarte las puertas de tu profesión y que no avances en tu carrera, como castigo por no ceder ante sus requerimientos y como mensaje a las estudiantes que vendrán de que la venganza de un profesor rechazado puede ser funesta.

Nadie que se ha esforzado por más de cinco años para estudiar una carrera profesional quiere perder todo lo ganado y muchas se ven comprometidas a ceder ante el abuso de poder por miedo a estas represalias, o renuncian a sus carreras antes o después de que se les cierran las puertas, como sucedió con esta arqueóloga que publicó su testimonio a propósito de la revelación de las denuncias:

“Me gustaría poder decir que esta clase de sexismo no contribuyó a mi decisión de dejar la arqueología, pero lo hizo. Y desearía poder decir que solo que solo fue un tema arqueólogos hombres y blancos, “gringos”, participando en este tema, pero no lo fue.

El arqueólogo más poderoso de Perú me dijo que podría llegar más lejos si vestía “menos ropa”. Yo decidí decirle que no me iba a quedar callada acerca de su sexismo, y la respuesta de él y sus colegas fue repetirme que estaba quemando puentes y que mi carrera dentro de la arqueología en Perú y Estados Unidos estaba acabada. Sí, he sido coaccionada por hombres con poder. Y también he sido amenazada con ver mi carrera académica destruida si no cumplía con sus demandas. Yo he dejado la carrera académica en antropología en parte porque el sexismo cotidiano era desgastante. Y, también, por la debilidad de quienes han sido testigos de esto durante generaciones y nunca se han pronunciado, lo cual -debo decir- es desconsolador.

Si tú aún trabajas con uno de estos “hombres problemáticos” (TODAS SABEMOS QUIÉNES SON y que NO es solo Gary Urton) déjame decirte que te veo. Te veo escribiendo en coautoría con ellos, dando conferencias conjuntas, como amigos en Facebook. Te veo en fotografías brindando alegres y celebrando el final de la temporada de campo. La mayoría de ustedes, antropólogos blancos, mayoritariamente hombres y privilegiados, podrían hacerlo mejor: dejando de perder mujeres racializadas en la arqueología, porque -simplemente- muchas de nosotras no podemos más y renunciamos. ¡ah, sí! y a todos los que no dejan esta esfera y aún se siguen llamando académicos de raza y género, dejen de hacerlo porque NO LO SON“.

Gary Urton, profesor predilecto de la PUCP

El revuelo en el Perú surgió porque uno de estos profesores denunciados es Gary Urton, especialista en quipus (es cocurador de una muestra en el MALI sobre esta temática pospuesta por la pandemia) y que ha sido muy celebrado en nuestro país, como profesor honorario de la Pontificia Universidad Católica del Perú ha participado en diversos programas de investigación aquí, y tan solo hace una semana brindó una charla invitado por la Facultad de Arqueología de esta casa de estudios. Además, la Universidad Nacional de Trujillo le otorgó en 2017 el Doctor Honoris Causa “por su ganado prestigio y notables méritos profesionales y académicos, reconocidos a nivel internacional”.

La denuncia

Según The Crimson, Urton tuvo un encuentro con una de sus antiguas alumnas que comenzó cuando esta le pidió que le escribiera una carta de recomendación.

Urton realizó avances sexuales hacia ella por primera vez en octubre de 2011, cuando era estudiante en una de sus clases de la Escuela de Extensión. Ella rechazó esos avances. Varias semanas después, la estudiante presentó su trabajo final, un estudio sobre las relaciones de género incas, pero aún no había recibido una calificación. Alrededor del 22 de diciembre de 2011, ella dijo que fue a la oficina de Urton por su invitación, con la esperanza de preguntarle si él le recomendaría su tesis.

Durante la reunión, la estudiante le dijo a Urton que esperaba trabajar como maestra y asistir a la Harvard Divinity School. Urton felicitó su trabajo y dijo que mostró “una gran promesa” en antropología, de acuerdo con su declaración jurada.

Diciendole que él podría ayudarla a alcanzar sus objetivos, Urton le sugirió una reunión privada para hablar más sobre su carrera. Luego se movió alrededor de su escritorio y colocó su mano sobre su rodilla.

‘Por la posición de su mano, sabía que se refería a un intercambio sexual’, escribió la estudiante en la declaración jurada. ‘En un tono de voz de rutina sin ninguna preocupación aparente, sugirió que lo encontrara en un hotel y habitación que él designaría. Me dijo que traería vino’.

La estudiante escribió en la declaración jurada que entendía las acciones de Urton como un avance solicitando un encuentro sexual a cambio de una carta de referencia ‘brillante’. También escribió que Urton era ‘un profesor titular con una cita de por vida para el presidente del Departamento de Antropología en la universidad más prestigiosa en el campo, y en uno de los campos en los que esperaba solicitar un doctorado’.

‘Sentí que no podía decir no sin poner en peligro mi calificación o mi recomendación’, escribió la estudiante.

Después de que ella estuvo de acuerdo, Urton sugirió que se reunieran en el hotel Sheraton Commander en Harvard Square, según los correos electrónicos adjuntos como pruebas de la declaración jurada.

La estudiante escribió que cuando se encontraron en el hotel una semana después, aún no había recibido una calificación. Ella alegó en la declaración jurada que Urton le proporcionó alcohol e hizo avances sexuales hacia ella mientras estaba intoxicada, a lo que se sometió. También alegó que él le pidió que realizara actos sexuales que no eran bienvenidos para ella.

Varios días después del encuentro, Urton le envió un video pornográfico e instrucciones sobre sexo oral, según la declaración jurada. Él le dio una A en la clase y le escribió una carta de recomendación para la escuela de posgrado.

‘Sufrí mucho haber participado en relaciones sexuales no deseadas y me deprimí severamente’, escribió.

En el transcurso de su aventura, Urton envió mensajes íntimos a la estudiante usando su cuenta de correo electrónico de Harvard y la contactó desde el teléfono de su oficina, de acuerdo con la declaración jurada y las pruebas presentadas junto a él.

También le envió a la estudiante comentarios explícitos sobre ella y otra estudiante, llamando a la otra estudiante su ‘conejita playboy’, una ‘puta’, una ‘perra’ y una ‘cogida’, según la declaración jurada”.

Otra denuncia

La profesora Jade D’Alpoim Guedes publicó un correo electrónico que le envió Urton cuando ella era estudiante y él ya estaba en una posición de poder, haciéndole proposiciones sexuales.

“Este es el correo electrónico que recibí de Gary Urton. Yo era un segundo estudiante graduado del año pasado y él era presidente en ese momento. Harvard, esta vez, por favor, no digas que ‘no hubo evidencia de violación de la política’. Por favor compartan”.

“Jade,

Me pregunto si estarías interesada en algo más íntimo. Quiero decir, el ofrecimiento de un almuerzo sigue en pie, y creo que podría ser muy placentero si quizá yo tomo una habitación de hotel y tomamos una botella de vino para compartir la tarde conversando y explorándonos. Probablemente estés muy ocupada, muy ocupada por varias cosas… En todo caso, espero que esto no sea chocante para ti o perturbador; si lo es, olvídalo y regresemos al plan del almuerzo. Yo te aseguro que no tengo expectativas y, ciertamente, no hay presión, solamente la posibilidad de algo potencialmente especial y único. Piénsalo y déjame saber. G”.

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Pronunciamiento

El Centro Federado de Letras y Ciencias Humanas de la PUCP lanzó un pronunciamiento rechazando la continuidad de Urton como profesor de esa universidad y planteando la necesidad de tocar estas situaciones para que no se repitan.

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El caso Kimberly Theidon

En 2014, la profesora asociada de Antropología de la Universidad de Harvard, Kimberly Theidon, denunció que le negaron una cátedra permanente porque defendió a víctimas de agresión sexual en el campus.

Docente de Harvard afirma que se le niega cátedra debido a que defendió a víctimas de acoso sexual

Su preparación como profesora desde el 2008, dos libros premiados en su historial, la aprobación unánime del Departamento de Antropología y recomendaciones estelares de la Universidad de Cambridge no importaron para las autoridades de Harvard: se había metido en terreno pedregoso.

“Lo que aparentemente cambió la decisión de las autoridades universitarias respecto al otorgamiento de dicha cátedra fue que hablé en el periódico estudiantil The Crimson en defensa de unas estudiantes que estaban siendo atacadas sexualmente” afirma Theidon para la web Sophimania. “Cinco veces me dijeron que debía ser una niña obediente si quería triunfar en Harvard”.

La investigadora señala que se tomaron represalias contra ella, recibiendo menos salario y espacio de trabajo que los otorgados a los hombres que tenían menos experiencia o productividad que ella, y que fue atacada por un grupo de “defensores de los derechos de los hombres”, que se describían como “dedicados a la lucha contra las acusaciones falsas de violación”.

Theidon inició una larga demanda judicial contra Harvard en donde argumentaba que “la discriminación sexual y las represalias por su defensa de las víctimas de acoso sexual llevaron a que se le negara la cátedra en el departamento de Antropología”.

El proceso duró hasta enero del 2020, cerca de seis años, cuando un Tribunal Federal desestimó su denuncia, señalando que “Theidon no probó la discriminación o represalia sexual”.

“A las mujeres jóvenes, y a los hombres, que se acercaron a mí: creo en sus dolorosas historias, lamento este resultado y los tengo a todos en mis pensamientos”, escribió Theidon luego de enterarse del fallo.

Una de las denuncias que acogió Theidon fue contra el profesor Theodore Bestor, este caso fue visto por quien era el presidente del Departamento de Antropología, Gary Urton.

Urton escribió en su declaración que el caso judicial en el que surgieron las acusaciones contra Bestor, una demanda de discriminación de género presentada contra Harvard por la exprofesora asociada de Antropología Kimberly S. Theidon, se había decidido a favor de la Universidad .

Urton también señaló que el juez descubrió que había respondido adecuadamente a las acusaciones contra Bestor. El juez de la Corte de Distrito de los Estados Unidos, Leo T. Sorokin, escribió en su opinión de 2018 que Urton había ‘manejado el asunto con prontitud’ y para la ‘satisfacción’ de la parte informante”.

***

Como se puede observar, Urton facilitó que Bestor no sea juzgado ni sancionado y continúe dando clases en la universidad, mientras él también hacía de las suyas.

Casos así se repiten por doquier, como en este testimonio: “Un profesor de arqueología de la PUCP decidió hostigarme y perseguirme durante cinco años, porque yo no accedí a una propuesta e insinuación suya cuando era estudiante. Trató de ‘probar’ de las formas más retorcidas y difamatorias que yo había cometido un plagio para quitarme el título por el que tanto había trabajado. Me quitó oportunidades académicas y de trabajo usando mentiras”.

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

O este otro testimonio, que sigue reflejando lo que viven las estudiantes:

“En arqueología la historia es casi siempre similar, investigadores extranjeros viniendo a abusar de estudiantes a cambio de chamba o becas. Es el colonialismo vivito y coleando”, relata nuestra informante, “a punta de redes clientelares, mueven todo en la arqueología peruana.

¿Hasta cuándo el machismo seguirá perjudicando el progreso social e intelectual de las mujeres obligándolas a salir del camino que fácilmente recorren los hombres, o sacándolas a punta de violencia sexual constante?