Huyeron de Venezuela por la crisis económica, pero en el Perú las atrapó la muerte. Tres venezolanas han sido asesinadas en lo que va del año en nuestro país víctimas de la violencia machista.
El primer caso reportado fue el de Angery Katherine Pinto Oviedo, de 28 años, quien fue estrangulada en un hospedaje de la cuadra 14 de la avenida Las Flores de San Juan de Lurigancho por su esposo, Luis Edgardo Perea Mosquera (35), con quien tenía dos hijos, el 8 de febrero. Luego de asesinar a su pareja, Perea se suicidó rociándose gasolina y prendiéndose fuego en un campo deportivo en la cuadra 11 de la avenida Horacio Urteaga en Jesús María.
La familia había llegado al Perú hace dos años, y hacía unos meses habían dado fin a la relación. Antes de suicidarse, el hombre llamó a su hermana en Colombia contándole lo que había hecho y su propósito de suicidarse. Fue ella quien dio aviso a la policía para que encontraran el cadáver de la joven madre.
El 4 de mayo, Desirée Joselin Crespo Álvarez (32) se convirtió en la segunda víctima venezolana de feminicidio. Ella fue asesinada de un disparo en la frente por Juan Carlos Gutiérrez Segura, su jefe y gerente de una empresa automotriz, en donde ella era la administradora hacía tres meses. Los lamentables hechos sucedieron en un hotel de la cuadra 10 de la Av. Rosa Toro en el distrito de San Borja. Luego de asesinar a Desirée, Gutiérrez se mató con la misma arma.
La tercera víctima de la violencia machista en el país fue Michelle Stephany Flores Machado, de 22 años. Ella fue encontrada el 26 de junio en un descampado de la zona industrial de Villa El Salvador, a la altura del km 18 de la antigua Panamericana Sur (Calle Las Vertientes), encima de un montículo de tierra y ladrillos, y con la cabeza tapada por una llanta. Había sido estrangulada y su cuerpo puesto en ese lugar por unos sujetos en mototaxi.
Michelle había llegado al Perú hace diez meses y trabajaba como mesera, su novia la alcanzaría un mes después. El día anterior a su muerte ella había salido con un peruano que, según testigos, la pretendía. Su cadáver permanece en la morgue de Lima, porque el Estado no brinda ninguna ayuda económica para ayudar a repatriar de los cuerpos de las venezolanas asesinada en el Perú, los gastos corren a cuenta de los familiares.
