Escribe Gabriela Wiener
En algún momento me la creí, pensé que realmente habían “desestimado” nuestra participación en la FIL por la “alternancia”, porque iban a ampliar la delegación e irían en nuestro lugar representantes de todas las regiones, creadoras de fuera de Lima que nunca habían asistido al circuito internacional del libro. Y sí, se amplió relativamente porque es lo justo, pero luego le eché un ojo a la lista y no entendí nada: arbitrariedad, algo oscuro, mezquindad, atropello, desconocimiento, machismo, todo a la vez, un precedente peligroso.
Lo que indigna es cómo el Ministerio de Cultura ha usado en este caso falazmente el discurso de la inclusividad para en la práctica continuar excluyendo: afirma que es para descentralizar y hay en la lista el mismo número de participantes de Lima que de todas las provincias juntas. Dice hacerlo para promover la diversidad e incluir autoras y sigue habiendo menos autoras, 18 de 45. Desplaza a unas escritoras por otras, pero considera que hay autores que son inamovibles. Asegura que “se rompió la argolla” cuando la argolla sigue intacta. El mercado del libro es pequeño, limeño, elitista, blanco, masculino. Nosotras lo conocemos bien, venimos de sus catacumbas. Cómo no se va a sentir postergada y dolida tanta gente que trabaja fuera, muy lejos, de esos espacios de privilegio que compartimos solo algunos de manera aún desigual. Este gesto es pura demagogia si no viene acompañado de cambios estructurales y políticas públicas que garanticen esa ampliación hacia otras comunidades. Es solo un apunte pero el debate necesario está servido.
Quiero agradecer todas las muestras de solidaridad para mí y mis compañeras, especialmente al escritor Juan Carlos Cortázar, el escritor gay tenía que ser, que con su decisión de retirarse animó al resto para sumarse a esta cadena de protesta. Lo siento por los autores y autoras de la delegación, sobre todo los de fuera de Lima, que miraban con ilusión este viaje y que ahora se ven inmersos en esta historia triste, que se empañen de esta manera las legítimas demandas de verdadera inclusividad. Un saludo a las derechas que van a seguir instrumentalizando el feminismo para sus fines.
Ah y me acordé de algo. El premio más importante que se entrega en la FIL de Guadalajara es un premio que se da cada año a una escritora, el Premio Sor Juana Inés de la Cruz. El año pasado lo ganó una mujer trans, enorme escritora, Camila Sosa, que tiene un hermoso libro autobiográfico llamado El viaje inútil. Allí cuenta todo lo que tuvo que recorrer para que la escritura se convirtiera en una posibilidad de ser y existir. Que éste no sea otro viaje inútil.