El segundo martillazo del ministro de Salud para seguir aplanar la curva de contagios del coronavirus trajo una medida que hasta el momento solo se había tomado en Panamá: la diferenciación de salidas por género. Es decir, algunos días personas que se perciben y son percibidas como hombres, y otros días, personas que se perciben y son percibidas como mujeres.
Era evidente que esta disposición iba a traer cola, pues a pesar de que todo el mundo se ha construido para generar diferencias (físicas, emocionales, sociales, culturales, económicas, laborales, educativas, etc.) entre personas que nacen con pene y personas que nacen con vagina, ese intento de control corporal de los cuerpos no funciona en la vida real, sabemos que existen hombres con vagina y mujeres con pene, que existen personas que no se identifican con ninguno de esos dos géneros, y personas a las que no se puede anclar en ellos porque se autoidentifican o se desidentifican de múltiples formas. ¿Todxs ellxs en dónde entran? ¿Quién lxs reconoce? ¿Cómo se garantizan sus vidas?
Las personas que viven insertas en el espectro trans tienen todas las razones valederas para temer por sus vidas con la disposición binaria del género para salir a las calles. Por siglos han sido sujetas de múltiples violencias por su identidad y expresión de género, siendo los principales perpetradoras de estas sus familias y la policía. En tiempos de cuarentena, obligadas a estar dentro de sus hogares 24 horas por casi un mes, y luego obligadas a demostrar que son mujeres u hombres en las calles, porque es lo que la disposición pide, lo mínimo que les puede generar es pánico.
Pánico ante una sociedad que no les ha dado ni un respiro al momento de nacer, y que se niega aún a abrazarlas como parte de su diversidad. La preocupación es totalmente legítima, y frente a ello se deben construir las medidas necesarias para prevenir y erradicar la violencia que puedan vivir, y en la primera línea de ejecución de esas medidas está la policía y las fuerzas militares.
Ellos deben ser los primeros en dar seguridad a las personas trans, como lo que ha hecho el ministro del Interior cuando se le preguntado por ellas: “Si se ven como mujeres, son mujeres. Si se ven como hombres, son hombres”. ¿Y si no se ven como ninguno? ¿Si generan dudas?
Si generan duda, si son incapaces de distinguir “qué son”, pues el Estado nos ha educado para ver en blanco y negro, y a todo lo demás desecharlo, y ha mutilado nuestra capacidad de ver más allá de lo evidente, entonces las dejan ser. No se les acercan, no las incomodan, no las molestan. Ya bastante riesgo están tomando al salir a las calles, como para que alguien venga a cuestionarles su identidad, a asustarlas y amedrentarlas.
Hay miles de personas que no ajustan su expresión de género al estereotipo, estas personas debieron ser mencionadas en el mensaje presidencial para evitar que sean afectadas en su integridad y en su derecho a un trato digno, no solo por los policías o militares que controlan las calles, sino por cualquier hijo de vecino con un poco de autoridad o de poder para cerrarles el paso limitando y obstaculizando sus derechos.
Las herramientas legales que tenemos son pocas, y menor es nuestra capacidad de probar que hemos sido afectadxs en nuestra dignidad, las comisarías suelen ser espacios de revictimización, de miradas burlescas y humillantes, de inferiorización de nuestras demandas y nuestro ser. Nuestros teléfonos no está perpetuamente en modo video. Nuestras capacidades económicas nos hacen muchas veces desistir de iniciar un proceso judicial que podría resultar completamente inútil.
¿Se necesitan especificaciones en cualquier norma que tenga que ver con el género? Sí, porque ni hombres ni mujeres somos iguales en un país que tiene como una de sus columnas la desigualdad. Porque hay miles de peruanxs que van a ser violentados por no ajustarse al estereotipo ni querer hacerlo ni poder hacerlo. Porque un gobierno inclusivo también piensa en ellxs. En el Perú discriminan todxs. Hemos visto cómo, luego de tomada la medida, los memes y los comentarios hirientes asaltaron las redes como una sucia ola de incapacidad mental para comportarnos como seres humanos. Esta ola puede ser frenada. Para eso sirve la educación básica, no para salir con un diploma en quinto de secundaria que dice que terminaste por fin el colegio, sino para entender que todos somos seres humanos, y qué difícil, porque todo afuera nos dice que no lo somos. El Estado tiene una enorme responsabilidad para formar profesores, policías, militares, operadores de salud y justicia, funcionarios públicos y más que entiendan, de una vez por todas, que la diversidad sexual no es su chiste. Capacitaciones en masa para reducir el machismo, la homofobia, la transfobia, el racismo, con la misma rigurosidad con la que se combate el coronavirus.
El dato
Colectivos transmasculinos a nivel nacional se han unido para lanzar un formulario para que transmasculinos, hombres trans y personas de género no binario puedan registrar vulneraciones y actos de violencia.
➡️Formulario aquí: bit.ly/cuarentenasintransfobia