Todos por el Perú y Somos Perú ya apuntalaron sus campañas de cara a las próximas elecciones presidenciales con políticos de larga experiencia como Pedro Cateriano, en el primer caso, y Daniel Salaverry, en el segundo. Ambas decisiones ocasionaron debates y disputas entre los miembros de los partidos que se ofrecían para que estos políticos se asentaran en ellos a falta de otro tipo de visibilidad al momento de que la población vote.
Recordemos que Cateriano fue hace muy poco el más breve premier del gobierno de Vizcarra debido a la negación de la confianza del Gabinete, luego de una serie de enfrentamientos con el Legislativo. Cateriano tomó una serie de decisiones frívolas como sus elecciones ministeriales sin ningún sustento en las capacidades académicas de sus elegidos (ministro de Trabajo) o por las evidentes alianzas con quienes justamente debía vigilar (ministro de Energía y Minas), la visita innecesaria al líder del PPC Luis Bedoya Reyes, repitiendo formas antiguas de hacer política basada en buscar el respaldo de políticos históricos, pero que ya no generan ningún acercamiento con la población, sino que se ve como un gesto pasatista y colonial, y la forma agresiva en la que buscó imponer una política económica lesiva y en la que la población ya había mostrado su contrariedad.
Sobre Daniel Salaverry, quien busca estar en la terna presidencial de Somos Perú, partido fundado por Alberto Andrade y a quien imaginamos no le hubiera gustado que un fujimorista arrepentido se uniera a sus filas, pero los tiempos son otros y los intereses también, desde que le dio la espalda al partido que lo llevó al Congreso, ha intentado acercarse a posturas democráticas, incluso testimoniando ante la Fiscalía en contra de su exlíder Keiko Fujimori, a quien años antes defendía a carta cabal. Por sus infidencias, los miembros de su partido buscaron sancionarlo una y otra vez en el Congreso, llegando a estar 120 días suspendido como castigo. Todos cambian, no solo de partido.
