A pesar de anteriores declaraciones, en donde Luis Almagro, secretario de la OEA, señaló que compartía la preocupación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre el indulto al expresidente Alberto Fujimori, esta semana sorprendió a todos, en el marco de la VIII Cumbre de las Américas: “Gobernabilidad Democrática frente a la Corrupción” (que se llevará a cabo en Lima los días 13 y 14 de febrero), al señalar, luego de un encuentro con el presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, que este había demostrado “firmeza y liderazgo” al indultar al condenado por crímenes de lesa humanidad, quien hasta el momento del indulto solo había cumplido 10 años de su condena.
Asimismo, reveló que Kuczynski ya le había anunciado que indultaría a Fujimori el 2 de noviembre pasado, lo que indica que el indulto no tuvo nada de humanitario, sino que ya era una decisión tomada con anterioridad sin necesidad del informe médico que hasta ahora nadie ha visto más que la Corte IDH y los abogados de los familiares, a pesar de los diversos pedidos de congresistas, Defensoría y la Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la Información.
Las declaraciones cambiantes del secretario de la OEA, que un día señala que “de ninguna manera podemos faltar a ninguno de esos valores y principios [de la CIDH], no podemos transformar esos valores y principios en materia de juego en un tablero de la política” (4 de enero) y cinco días después (9 de enero) señalar que Kuczynski asumió riesgos “para sanear el país o llevarlo hacia adelante” son preocupantes y ponen en peligro la institucionalidad del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, para muchos ciudadanos y ciudadanas, el único recurso para conseguir justicia cuando el sistema judicial nacional les da la espalda.
Foto: Dante Zegarra