Mano Alzada
Actualidad, Editorial, Memoria

Forajidos sí, semianalfabetos no

La última columna de Mario Vargas Llosa ha generado polémica, nuevamente, pero esta vez no por defender a los gobiernos más derechistas de América Latina, sino por incluir una frase de abierto desprecio a una de las poblaciones más marginalizadas del Perú (y del mundo): aquellos que no pudiendo acceder a su derecho a la educación, viven con la incapacidad de leer y/o escribir, problemática que afecta a las personas más empobrecidas y que genera que viven no solo una seudociudadanía (por su falta de acceso a todos los derechos consiguientes), sino una serie de violencias discriminatorias insalvables en Estados democráticos indiferentes a esta realidad.

La frase de marras del laureado escritor busca describir al aprofujimorismo, que gobernó por más de tres años bajo las órdenes de Keiko Fujimori, ya sea libre o en la cárcel, quien disponía de las decisiones de sus correligionarios en el Congreso.

“Por lo mismo, no se trata ni mucho menos de un “golpe de Estado” como ha querido hacer creer la alianza aprofujimorista, que tenía mayoría simple en el Congreso y había convertido a éste en un circo grotesco de forajidos y semianalfabetos, con algunas pocas (pero, eso sí, muy respetables) excepciones”. 

¿Eran semianalfabetos los congresistas apristas o fujimoristas? No, ninguno. Todos, sin excepción, sabían leer y escribir, y usaban esas capacidades para mentir sobre sí mismos y sobre los demás, para encubrir sus propios delitos y a otros delincuentes, para perennizarse en el poder y para bloquear todos los intentos de mejorar el país. Su oposición, por ejemplo, al enfoque de género, no era una oposición ignorante, es una oposición malvada, consciente, consuetudinaria, viene de muy atrás, de siglos de educación conservadora y autoritaria, de sus alianzas con la religión católica, de sus intereses económico-religiosos permitidos sin pago de impuestos y perpetuados por Estados laicos solo en el papel.

Todos los congresistas que llegaron con el fujimorismo tienen sus empresas y han defendido sus intereses con presteza, leguleyada y difamación continua. Saben leer muy bien, saben engañar, saben robarle al Estado sus arcas y a la población sus sueños, esos sueños que le quitan todos los días a quienes no dejan estudiar con un mínimo de calidad, a quienes meten a universidades cascarón, a quienes arrastran a las periferias de la pobreza.

Ser semianalfabeto no es una característica que te lleva de forma natural a la criminalidad, ser fujimorista sí, Olaechea nos ha dado buenos ejemplos de ello. Dejemos de arrastrar estos adjetivos racistas porque son los que les terminan abriendo las puertas a Olaecheas y no a Hilarias Supa, a las hijas y los hijos del pueblo que se sacrifican de verdad para salir adelante.

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