Mano Alzada
Actualidad, Política

“¡Terroristas!” La vieja confiable cuando no hay escapatoria

Una publicación (curiosamente actualizada) intenta distraer las miradas del actual escenario político hacia lo que fue el terrorismo en nuestro país, pero algo sale mal.

Allá por marzo del 2016 (el 16, exactamente), Perú 21 publicó unas frases que dejó la entrevista de Canal N a Abel Gilvonio, quien en ese momento postulaba al Congreso (Frente Amplio). En esa campaña electoral, Víctor Andrés García Belaunde (Acción Popular) se atrevió a deslizar la idea de que Abel era ‘guerrillero’ del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). García Belaunde no lo conocía y no cuestionó, solo lo dijo y ya. Se presume que la intención fue generar ‘miedo’ entre los electores.

Si no sabes, mejor no hables.

Años después (diciembre del 2018), en un tal Carlos Tubino, con todos los privilegios que le da ser congresista de la República, calificaba de terrorista del MRTA. Lo hizo vía Twitter.

No, tampoco es el nombre de su padre. (Imagen: Captura)

En la referida entrevista del 2016, Abel Gilvonio tuvo que aclarar lo que debía ser lo peor de un candidato: ser familiar de un terrorista. Porque para algunos: los familiares de terroristas también son terroristas. Aquella vez, tuvo que reafirmar que parte de su familia estuvo vinculada al MRTA y que por eso fueron juzgados y sentenciados por los delitos de terrorismo.

“Mi padre, mi tía, mi familia son emerretistas (…) Hubo un megajuicio, he ido como familiar a cada juicio que ha habido, he escuchado los alegatos y la sentencia, la justicia los ha juzgado por los delitos que han cometido (…) Son delitos por terrorismo”, dijo Gilvonio.

Cada cierto tiempo cierta ‘prensa’ busca que haya un deslinde entre los familiares de los emerretistas; que puedan darle ‘garantías’ al país, cuando se sabe que ellos no participaron de las actividades delictivas, ni por convicción ni por edad.

“No soy víctima de mi padre, yo quiero a mi padre. Así es como le preguntas a Keiko (Fujimori) si quiere a su padre y ella va a decir, a pesar de que es un criminal o un corrupto, que lo quiere”, añadió el excandidato del Frente Amplio.

Entonces, con las ‘licencias’ que se permiten algunos representantes de la patria, hay quienes dan por hecho de que los terroristas continúan en vivo fuego amenazando al país. Es la ‘vieja confiable’ de varios políticos en determinadas situaciones importantes y decisivas del país —entiéndase con todo lo que pasa con la clase política actual—. Y sus ‘protegidos’ son los que hacen eco de estas palabras a través de sus redes. Solo por repetir, nada más.

Justamente una de esas voces, que entran como un ruido de carro estacionado y luego se convierte en comidilla de la población, viene circulando a gran velocidad en redes. ¿Cuál es el propósito de esta reciente publicación? ¿La coyuntura lo exige? ¿Algún interés?

Olvidaron colocar el crédito de la imagen, es de Perú 21 (Imagen: Captura)

Afortunadamente, existe una reglamentación acerca del tema. Está en nuestro Código Penal: Delitos contra el Honor. Ejemplo: el artículo 131 dice que, en cuanto a la calumnia, el que atribuye falsamente a otro un delito, será reprimido con 90 a 120 días multa.

Sobre la difamación, el artículo 132 del Código Penal dice: el que, ante varias personas, reunidas o separadas, pero de manera que pueda difundirse la noticia, atribuye a una persona, un hecho, una cualidad o una conducta que pueda perjudicar su honor o reputación, será reprimido con pena privativa de la libertad no mayor de 2 años y con 30 a 120 días-multa.

Ahora, si la difamación se refiere a lo previsto en el artículo 131, la pena privativa de la libertad será no menor a 1 año ni mayor a 2 y con 90 a 120 días-multa. Pero si el delito se comete por medio del libro, la prensa u otro medio de comunicación social, la pena será no menor 1 año ni mayor de 3 y de 120 a 365 día-multa.

Así que, antes de repetir lo que un sector quiera decir acerca de alguien, sobre todo en política, recuerde que los errores son involuntarios. Si se quisiera opinar acerca de algo o de alguien se pide estar lo mínimamente informado —más información, mejor—. No hay otra manera para opinar.

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