De Ellis Bell a Emily Brontë
La mayor parte de la historia de la humanidad ha estado marcada por la represión hacia las mujeres. Represión y prejuicios que, gracias al esfuerzo de muchas luchadoras, hoy en día se vienen derrumbando. Hoy quiero presentarles a una mujer a la que admiro infinitamente; se trata de la célebre Emily Brontë, poseedora de una brillante, creativa e innovadora pluma.
«Si pudiera trabajaría siempre en silencio y oscuridad y permitiría que mis esfuerzos fueran conocidos por sus resultados» (Emily Brontë. Cumbres Borrascosas)
Nació el 30 de julio de 1818 en Yorkshire, Inglaterra, en medio de una época victoriana en la que predominaba el moralismo. Siendo muy pequeña, a los 3 años, perdió a su madre debido al cáncer, por lo que su cuidado, y el de sus cinco hermanos y hermanas, pasó a manos de su padre y de una tía materna.
Emily, al igual que sus hermanas Charlotte y Anne, poseía un talento innato para la escritura, y es así como iniciaron, escribiendo poesía. Una vez escritos sus primeros versos, las hermanas decidieron enviar su poemario al reconocido escritor Robert Southey, con la finalidad de recibir comentarios enriquecedores y la aceptación de su obra, a lo que este respondió lo siguiente: “La literatura no es asunto de mujeres y no debería serlo nunca”.
¡Qué cólera e impotencia!, ¿cierto? Pero esto no las detuvo. Sintiéndose censuradas, más no vencidas, estas tenaces feministas decidieron no dar marcha atrás ante su sueño, por lo que en 1846 publicaron su primer poemario, pero debido a los prejuicios de la época en contra de las mujeres, decidieron utilizar seudónimos masculinos.
Poesías de Currer, Ellis y Acton Bell fue el nombre de esta primera obra, refiriéndose a las hermanas Charlotte, Emily y Anne respectivamente. Dicha obra no fue valorada, por lo cual las hermanas lograron vender solo dos ejemplares. Pero ¿esto las detuvo? ¡No! Así fue como, contra todo pronóstico, en 1847, Emily decide publicar su primera y única novela titulada Cumbres borrascosas, también bajo el seudónimo de Ellis Bell.
«Podrás hacerte dueño de todo lo que tocas, pero mi alma estará en lo alto de aquella colina antes de que me vuelvas a poner la mano encima» (Emily Brontë. Cumbres Borrascosas)
La fuerza de las cumbres
Creo que pocas veces en mi vida he leído una novela que contiene tanta fortaleza, profundidad e ímpetu como los que posee Cumbres Borrascosas. Considerada uno de los clásicos de la literatura inglesa de todos los tiempos, este drama gótico es, sin duda, un libro imperdible.
Atípica totalmente, la obra narra la trágica historia de amor entre Catherine y Heathcliff, la cual trasciende a la propia muerte; pero lejos de pensar que es un amor tierno y convencional, nos encontramos con un desenlace que rompe con todos los parámetros moralistas de la época, despojando la novela de todo lo aceptado socialmente.
Está claro que la novela logró escandalizar a las y los ingleses, ya que fue censurada y calificada como alarmante. Y no es para menos, ya que el amor entre los protagonistas está plagado de toxicidad. Se trata de una relación simbiótica, con una pasión obsesiva que se transforma en sed de venganza. Nos encontramos también con un protagonista que destila maldad, y es muchas veces comparado en el libro con un demonio.
«Todos mis dolores en este mundo han consistido en los dolores que ha sufrido Heathcliff, y los he seguido paso a paso desde que empezaron. El pensar en él llena toda mi vida. Si el mundo desapareciera y él se salvara, yo seguiría viviendo, pero si desapareciera él y lo demás continuara igual, yo no podría vivir» (Emily Brontë. Cumbres Borrascosas)
La historia es narrada por la señora Dean, quien es la criada de la familia dueña del lugar. Ella decide contar lo sucedido a un nuevo inquilino: el Sr. Lockwood. Su relato inicia cuando el señor Earnshaw, padre de Catherine y Hindley, decide adoptar y llevar a vivir consigo a un misterioso niño llamado Heathcliff. Rápidamente, este se gana el cariño de la pequeña Cathy, pero también el desprecio y la envidia de Hindley, el hijo mayor del señor Earnshaw, quien muestra un cariño muy especial por su nuevo hijo, lo cual aviva más la furia de Hindley. Los años pasaron y el lazo entre Catherine y Heathcliff se vuelve más fuerte.
Lamentablemente, el señor Earnshaw fallece, con lo cual Heathcliff se queda desamparado, siendo víctima del nuevo amo de la casa: Hindley. Humillado y despojado de lo que su padre adoptivo le había otorgado, Heathcliff crece en el abandono como un criado más y con el paso de los años incrementan su hostilidad y su falta de educación. Mientras tanto, Catherine crece con una muy buena formación, luego de conocer a Isabella y Edgar Linton, dos niños ricos y mimados que viven en La Granja de los Tordos, muy cerca a la casa de los protagonistas: Cumbres borrascosas. Ante esa nueva amistad, Heathcliff empieza a alejarse de Catherine y, tras la propuesta de matrimonio que Edgar le hace a Cathy, la separación de los protagonistas se consolida, endureciendo así el corazón de Heathcliff. (Hasta aquí nomás les cuento la historia para no spoilearlxs).
Análisis de la obra
La autora exterioriza todo lo que lleva dentro a través de la construcción de sus personajes. Encontramos a Catherine, una mujer profundamente pasional, de carácter fuerte, quien representa a Emily, junto a la independencia y fortaleza que la escritora poseía. Por otro lado, se sabe que Emily estaba dedicada al cuidado de su hermano, quien había caído en el alcoholismo, además de tener una conducta muy violenta cuando estaba ebrio. Estas son las características principales de Hindley, hermano de la protagonista. Se ha descubierto, además, que Emily escribió gran parte de la obra mientras cuidaba a su hermano, quien finalmente falleció de delirium tremens.
La temática principal de la historia es definitivamente la venganza, ya que eso se convierte en el eje central de la trama por ser el único objetivo que persigue Heathcliff luego de una trágica separación de su amada, ante un amor que nunca se consumó. Es así como este personaje maquina un plan para hacer pagar, no solo a las personas involucradas directamente con su dolor, sino también a los y las descendientes de Catherine y sus familias.
Si me pidieran que describiera el libro en una sola palabra, diría que es macabro. Sí, una historia de amor macabra; o más bien una historia de humillaciones e injusticias totalmente macabra. Es un ciclo de maltratos, iniciando con Heathcliff como víctima, pero finalizando con él mismo siendo el opresor.
En esta obra, además de los impetuosos personajes, los escenarios también cobran protagonismo, transmitiendo en todo momento las emociones de las escenas que se narran en la historia. Es así como, en medio de una tragedia, se desata una lluvia torrencial o predomina la neblina y oscuridad en los páramos; o también ante un día soleado y el campo fértil y primaveral, se nos presenta una escena de paz.
Finalmente, si aman los libros que les dejan las emociones a flor de piel, este es el libro indicado. Les aseguro que sentirán la felicidad, pasión, ira, desdicha y la más profunda de las tristezas, ya que la pluma de Emily, además de construir personajes sólidos y potentes, es capaz de combinar armoniosa y cuidadosamente el desenlace de las escenas con la descripción de los escenarios.
Para finalizar la reseña, les dejo mi cita favorita del libro. Aquí pueden degustar la maravillosa e irreverente pluma de Emily Brontë, en todo su esplendor:
«No he sido yo quien ha roto tu corazón, te lo has roto tú misma, y al hacerlo has destrozado, de paso, él mío. Y la peor parte me toca a mí, porque aún tengo fortaleza. ¿Crees que me apetece vivir? ¿Qué clase de vida podrá ser la mía cuando tú…? ¡Oh, Dios mío! ¿Acaso te gustaría a ti vivir si te encerraran el alma en una tumba?» (Emily Brontë. Cumbres borrascosas).
Tras el arrasador éxito de la obra, Emily, al igual que sus hermanas, decidieron revelar sus identidades, ante el asombro de los críticos y el pueblo en general. Lo triste de todo esto es que un año después de la publicación de Cumbres borrascosas, Emily contrae un fuerte resfriado, a consecuencia del cual retorna una tuberculosis que había combatido en su infancia. Debido a esto fallece a la edad de 30 años, no sin antes haber cumplido su sueño y logrado el éxito rotundo utilizando por fin, su nombre real, y logrando además el tan ansiado respeto hacia la pluma de una mujer.
¡Gracias, maestra Emily Brontë!