Con una mesa sobre la necesidad de hablar, reflexionar y debatir sobre el cine peruano hecho por mujeres, se inaugura el día de hoy el I Festival de Cine peruano Hecho por Mujeres, una iniciativa de jóvenes cineastas y comunicadoras que buscan darle empuje al papel de las mujeres dentro de una industria que no solamente se caracteriza por su precariedad, sino también, por qué no decirlo, por su machismo.
El conversatorio titulado “¿Por qué hacer un Festival de Cine Hecho por Mujeres?” se realizará en el Ministerio de Cultura a las 7 pm y contará con la participación de Nora de Izcue, Mónica Delgado, Nathalie Hendrickx y Emilio Bustamante. Luego de esta interesante charla se le rendirá homenaje a Nora de Izcue, pionera del cine hecho por mujeres en el Perú.
Nora de Izcue (1934) fue asistente de dirección en los largometrajes La Muralla Verde y Espejismo de Armando Robles Godoy. Entre su filmografía encontramos a Runan Caycu (1976), Guitarra sin cuerdas (1975), Te invito a jugar (1976), El Juancito (1978), Canción al viejo Fisga (1979), El viento del ayahuasca y Color de mujer (1990), entre otras. Es miembro fundadora de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.
La convocatoria ha reunido a numerosas cineastas y trabajadoras del audiovisual que mostrarán sus trabajos y servirá como referente para conocer, por fin, todo lo que vienen haciendo las mujeres en nuestra cinematografía.
¿Qué te parece la iniciativa de las compañeras del Festival?
Muy acertada, sobre todo porque son mujeres las que están liderando la gestión y producción de esta iniciativa. En los últimos años, en Perú, ha habido varias muestras o secciones en festivales locales que han visibilizado el trabajo de las cineastas, pero parten de gestiones o curadurías hechas por hombres, con sus visiones y modos de entender el cine. Buenas intenciones, pero no se trata de eso, de agrupar y mostrar y de decir “ah, miren, esto es lo que vienen haciendo las mujeres”, como si en el fondo las directoras necesitaran que “ellos” decidan y presenten. Y este festival ofrece un cambio en este sentido común. El primer festival de cine hecho por mujeres no solo se propone como espacio para difundir un gran corpus de películas (70 trabajos en esta edición), sino ver en panorama tendencias, cosmovisiones, sensibilidades con la participación de las mismas cineastas y artistas, y con mujeres empujando esta nueva ventana.
¿Has visto alguna iniciativa parecida antes aquí o en otros países?
Sí, desde hace muchos años. El más cercano está en Chile, el FEMCine que ya va en su octava edición, y es uno de los espacios más reconocidos de la región, gestionado por mujeres. Por otro lado, hay diversas muestras anuales en todo el mundo, que buscan hacer visible el trabajo de las mujeres, en documental, en temáticas de género, por ejemplo. Aquí se han hecho muestras, como mencioné, pero dirigidas por hombres y eso sí marca la naturaleza de eventos de este tipo.
¿Cuánto han contribuido las mujeres al cine peruano?
Qué increíble que no exista aún una bibliografía compacta donde se responda con datos concretos esa pregunta. En el cine peruano las mujeres han tenido roles activos, no solo como cineastas, como el caso de Nora de Izcue en el documental, sino como actrices, como guionistas, fotógrafas, editoras, sonidistas, compositoras, productoras, y hasta en el periodismo cinematográfico y la crítica de cine, o como gestoras culturales. Poco se habla por ejemplo de María Wiesse, que escribía sobre cine en Amauta, la revista de José Carlos Mariátegui, que para mí es una de las madres fundadoras de mi profesión en el Perú. Si bien el inicio de la participación de las mujeres dentro de la producción de las películas ha sido tardío, en comparación a otros países, forman parte de hitos fundamentales: desde Runan Caycu como el primer film documental que abordó de manera frontal el tema de las luchas campesinas, o hasta La teta asustada de Claudia Llosa, que logró ubicar a Perú en una nominación al Oscar y obtener un Oso de Oro en Berlín.
¿Es difícil ser mujer y estar en la “industria” del cine?
En general, si eres hombre o mujer, es difícil hacer cine independiente en el Perú. Lo que sí se ve aún es poca participación de las mujeres en largometraje, por ejemplo, y un termómetro para medir eso está en las postulaciones a los concursos del Estado, donde pueden haber, digamos, quince proyectos de hombres y encontrar solo uno de una mujer. En 2015, de 73 proyectos de películas, solo cinco fueron presentados por mujeres. Quizás aún no tengamos claro si el hecho de ser mujer y ser cineasta signifique un tipo de brecha, sobre todo porque conseguir fondos es un tema de complejidad para cualquiera que quiera hacer películas, pero de hecho que hay un tipo de desventaja. No tenemos escuelas de cine, menos públicas, no hay una democratización de la enseñanza del audiovisual y eso hace que exista una brecha, poco estudiada además. Hace poco escuché que en las facultades de comunicación o audiovisual en el país, egresaban muy pocas directoras como especialidad, porque había la percepción que las mujeres escogían más ser guionistas, productoras o fotógrafas. ¿Cuántas mujeres han editado películas en los últimos dos años, por ejemplo? ¿Cuántas han hecho cámara? Hay, pero la suma es discreta. Lo que sí queda claro, y lo demuestra este primer festival, es que el digital ha dinamizado este “sistema” y ha propiciado una eclosión en el cortometraje, o al menos hay esa sensación. Las cineastas programadas no pertenecen casi a un entorno “comercial”. En el cine peruano no hay industria, en todo caso. Y el medio alternativo es donde las mujeres pueden desarrollar sus capacidades y creatividad con más libertad.
¿Cuáles son las dificultades que atraviesan las mujeres que quieren ser directoras de cine?
Obtener fondos, y quizás ser mujer signifique una desventaja porque en sí el mundo de los fondos, las producciones, la distribución y exhibición es movida por hombres, y es probable que haya una desconfianza: ¿de dónde salió?, ¿quién la respalda?, ¿con qué recursos ya cuenta?, ¿terminará la peli?, son preguntas que coloco al azar, pero que de hecho aparecen en todo ese ambiente. También deshacerse de un lugar común del espectador, de creer que por ser cineastas mujeres ya las películas son de por sí femeninas, rosas, amables, suaves.
¿El cine peruano es machista?
Es machista en el tipo de representaciones que hace de las mujeres, y es machista en sus modos de producción. Aún se maneja el paradigma de que las productoras son mejores que los productores porque son más detallistas, tienen más paciencia y son más ordenadas, o creen que las labores técnicas las hacen mejor los hombres. Y claro, tampoco que una mujer dirija un film evita la mirada machista. Una película como Locos de amor 2 tiene una coguionista que no ha evitado utilizar algunos clichés sobre las mujeres.
¿Qué directoras peruanas son tus favoritas?
No tengo directoras favoritas, pero sí películas que han llamado mucho mi atención por sus propuestas, y mencionaré algunos trabajos de los últimos años, como los documentales íntimos de Marianela Vega, la experimentación de Carmen Rojas Gamarra en Vacío (a) o incluso La teta asustada de Llosa, que me parece una obra muy redonda, y una de las mejores películas peruanas de todos los tiempos.
¿Y extranjeras?
Los trabajos de la belga Chantal Akerman, quien falleciera en 2015, de Claire Denis y Lucrecia Martel. En experimental, la obra de Maya Deren.
¿Puedes hacerme un ranking de tus cinco películas favoritas dirigidas por mujeres?
Mencionaré cinco ficciones recientes: Un bello sol interior de Claire Denis, Zama de Lucrecia Martel, Verano 1993 de Carla Simón, Toni Erdmann de Maren Ade, y Western de Valeska Grisebach.
¿Qué directora crees que tiene un talentazo y no es reconocida aún?
Hay un montón de cineastas, por ejemplo, lejos de Hollywood. El problema es que están fuera del circuito de esa industria. Es en los festivales que suelen aparecer nombres, películas, tendencias, como pasa con Maren Ade, que ha visibilizado un nuevo cine alemán. En el caso peruano me he quedado con las ganas de que Marianela Vega haga un largo, pero en la vena de Conversations II.