Mano Alzada
Cultura

Qué leer, por Guillermo Nugent

En la revista Quehacer de Desco, cuando era impresa, en el 2010 me hicieron una entrevista con motivo de la publicación del libro El Orden Tutelar. Sobre las formas de autoridad en América Latina y que tuvo una circulación más bien esotérica. En realidad trata sobre autoridad y sexualidad, me imagino que si esta palabra hubiera estado en alguna parte de la carátula otra habría sido la historia. Martín Predes hizo la entrevista con pulcritud y empatía. Al terminar me pidió que le enviara una relación de diez libros que algo habrían tenido que ver en la forma como entendía y entiendo las cosas que abordaba en ese libro.

Volví a ver esa lista pensando que me parecería sin mucho sentido diez años después. Para mi sorpresa no fue así. Decidí transcribirla y agregando mis opiniones actuales en cursiva. El orden es completamente aleatorio, al borde de la asociación libre, lo cual supone, claro, que Freud es un sobreentendido presente desde entonces y hasta la actualidad. Mi admiración por los diez textos mencionados está intacta, y en más de un caso hasta diría que es aún mayor ahora.

A diferencia de una amplia lista que puse en este blog pensando en la formación de estudiantes de sociología para ser leídos durante los cinco años de la carrera, esta es más bien idiosincrática. Ni siquiera son una recomendación, simplemente son algunos de los textos que me sirven e inspiran para entender lo que está pasando y lo que quisiera que fuera de otro modo. De entonces a esta parte he seguido informándome y seguramente si Martín Paredes me pidiera hacer lo mismo hoy quién sabe la lista sería otra.

Esta fue la lista:

Los top ten de Willy

Mis top ten pueden ser un poco impresentables, porque hay mucho de filosofía. Para los últimos veinte años se me ocurren los siguientes:

1. La filosofía y el espejo de la naturaleza, de Richard Rorty

En realidad soy un fan desvergonzado del conjunto de su obra. Sigo pensando lo mismoRorty (1931-2007) fue ante todo un pensador con estilo, algo que es prácticamente estrangulado en la actualidad por la estandarización de la escritura académica. Las y los autores sin temperamento los encuentro insufribles. Vivimos una época donde hay un marcada escisión entre el estilo y las ideas: novelas sin pensamientos y papers insípidosComo todo buen libro “La filosofía y el espejo de la naturaleza” (FEN) parte de una idea muy sencilla: ¿por qué la mente tiene que ser descrita a través de la metáfora de un espejo que refleja la realidad como si estuviera compuesta de objetos inanimados . Esa manera de entender el conocimiento como una adecuada representación de las cosas es el objeto central de la críticaLa alternativa es destacar la importancia del lenguaje y la comunicación como parte de una cultura democrática. FEN no fue la primera ni la más erudita obra en plantear este problema, pero la crítica es hecha con el ánimo de quien sale de un largo encierro (en el caso de Rorty, la filosofía analítica abrumadoramente dominante en los programas de filosofía de su país), la sensación de alivio y de entusiasmo de haberse quitado un enorme peso de encima es patente a lo largo del libro. Es una invitación a pensar libremente y encontrando un tono de naturalidad para expresar sus pensamientos. Esta obra la leí cuando estaba trabajando en la Universidad de Lima (1992-1996) y escribí un par de artículos sobre el autor. Espero recuperarlos y volverlos a publicar aquí. ¿Qué le puede enseñar a alguien interesado en las ciencias sociales? Pues a privilegiar la narración por sobre la deducción al momento de presentar un argumento y, en segundo, lugar a sentirse deudor de la cultura donde uno se ha formado. A Rorty con razón se le considera como un pragmatista (pero es impresionante la cantidad de detractores que tuvo y tiene de parte de sus colegas , incluso dentro del propio pragmatismo), pero sobre todo se sintió muy norteamericanoEs muy raro, rarísimo, que un filósofo fuera de Europa se sienta cómodo con su cultura local, es decir, que pueda pensar con naturalidad y que no sienta la necesidad de atormentarse con interlocutores imaginarios que, además, escriben por lo general en un idioma que no es el que se usa todos los días. Toda su obra es una invitación permanente a cultivar sin miedo una voz propia con la convicción de que, al hacerlo, uno está enriqueciendo la propia cultura de origen(En esa época no había leído a María Zambrano sobre filosofía y poesía, otro caso de alguien que piensa y elabora desde el lenguaje de su propia cultura y, además, fue republicana consecuente que, a diferencia de su maestro Ortega y Gasset, no se puso de perfil ante la dictadura franquistaOjalá en algún momento pueda escribir algunas líneas sobre su pensamiento).

2. Los Ensayos de Montaigne

Obvio, es el fundador del género. Hay que volver una y otra vez sobre los escritos de Miguelito.

¿Qué podría agregar? Pues si se animan a leerlos no se les ocurra hacerlo en orden. Por el contrario, ante los 127 ensayos, déjense llevar por sus intereses y curiosidades, así quien lee podrá tener un mejor conocimiento de sí. Como muchos, soy de los que piensa que Montaigne no es un autor, sino un interlocutor. La primera lectura de los Ensayos se hace con el orden propio, dejen para una segunda o tercera lectura el orden del propio Montaigne. En sus escritos hay un hilo permanente entre su interés absolutamente singular y la tradición clásica en la que se formó. Es decir, sus ocurrencias se las tomaba en serio. Sus Ensayos son más o menos contemporáneos de la tragedia que significó la colonización española. Es curioso cómo incluso en la actualidad, con todos los conocimientos históricos disponibles se sigue poniendo como justificación del progreso moral de la colonización la cuestión de los sacrificios humanos. Afirmar eso cuando hoy sabemos que hubo una mortandad que se cuenta por millones de personas producto de enfermedades y desestructuraciones socialesEs muy interesante cómo los liberales consideran preferible la supresión de los sacrificios humanos a la destrucción de poblaciones enteras. Liberales en el siglo XXI, pero estalinistas cuando se trata del XVI, ¡qué chévere!

Montaigne estuvo entre los que denunciaron los horrores de la colonización y eso creo que le da un tono de especial afinidad con nuestra historiaPienso que sería oportuno un curso de filosofía de la modernidad en sus inicios que usara únicamente Los Comentarios Reales, Los Ensayos y las Meditaciones Metafísicas (con objeciones y respuestas) de Descartes. Comentar, ensayar, meditar, eso es básicamente lo que hacemos para entender a los demás y a nosotros mismosNo tengo idea en qué tipo de Facultad podría tener lugar un curso así. En una de filosofía de plano, no porque probablemente se diría que el único riguroso es Descartes, Montaigne ni hablar, todos los clasificadores de bibliotecas siempre lo ponen en la parte de literatura, y Garcilaso, ya pues, muy provinciano, qué tiene que ver con la filosofía. Quizás en mi querida Facultad de Ciencias Sociales de San Marcos donde las cosas extrañas pueden pasar desapercibidas sea un espacio apropiadoStranger Things al fin y al cabo

3. Sociología, de Georg Simmel

Esa es la sociología clásica que me interesa.

Acabo de dar un curso en San Marcos donde con los estudiantes vimos y discutimos el libro íntegro, y hubo una gran conexión con los intereses actuales de generaciones jóvenes: el cruce de los círculos sociales, la autoconservación de los grupos sociales, las organizaciones secretas, las acciones recíprocas y los formas sociales. No deja de llamar la atención cómo uno de los autores fundacionales de la sociología es sistemáticamente dejado de lado. Una explicación posible es que la sociología que se enseña en las universidades peruanas, y en varios otros lugares, da por sentado que su interlocutor es el Estado, ya sea para diseñar políticas públicas o para criticarlo. No hay un interés por entender, en primer lugar, a la gente en su día a día, todo se circunscribe a desentrañar lógicas profundas y claro, una vez que ese modo de entender las cosas se instala, inevitablemente surge la demarcación entre el tema de investigación que es sociológico y el que no es tal.

Por lo demás, es un caso raro de un autor clásico de la sociología que entre cuatro o cinco pasajes hace referencias al Perú, a la organización de los incas, y además a la cuestión de por qué los criollos preferían seguir con la corona española antes que aliarse con las poblaciones indígenas. Mi consejo, si el FCE se le ocurre traer ejemplares para la Feria del Libro, consíganlo, vale la pena que forme parte de una biblioteca personal.

4. Espíritu, persona y sociedad, de G.H. Mead

Maestro de la Escuela de Chicago, es una infamia editorial que sus Collected Papers, en especial los más importantes, sigan sin ser traducidos al castellano. Llevó el pragmatismo filosófico y a Whitehead a la sociología.

Desde entonces han habido algunos cambios en las traducciones disponibles. Ahora la Filosofía del presente está en línea. Dos ensayos en particular son muy valiosos: “Lrealidad objetiva de las perspectivas” y “La génesis del sí-mismo y el control social ” . El texto estándar continúa siendo el mencionado al comienzo. Hace poco apareció en inglés una edición considerablemente más cuidada y ojalá pueda ser traducida pronto. Mead colocó en el centro de su preocupación la comunicación e hizo una detallada descripción de cómo el yo se forma a partir de las interacciones. El ‘yo pienso’ es formado a partir de los demás, lo que el autor llamó el Otro Generalizado. Incorpora una perspectiva relacional que hoy suena muy contemporánea por su temprana recepción de la filosofía de Whitehead. Durante un buen tiempo se lo consideró un autor anticuado, pero hoy en día, a partir del cuestionamiento a la división entre Naturaleza y Cultura, sus observaciones sobre sociedades de invertebrados cobran un nuevo interésSin mencionar que la monografía de Hans Joas y la edición ordenada de sus escritos en alemán le dieron una nueva audiencia en el escenario europeo. La cuestión de cómo se forma la identidad a partir de los actuales debates del feminismo y los múltiples diversidades le dan a los escritos de este autor una creciente relevancia.

5. Proceso y Realidad, de Alfred Whitehead

Me entusiasma lo suficiente como para estar trabajando mi tesis de doctorado de filosofía sobre sus obras. La creatividad como el rasgo más básico de la realidad.

Pero la tesis no me ha entusiasmado lo suficiente y todavía está como materia pendiente. La omnipresente palabra ‘creatividad’ fue, en su origen, un neologismo inventado por Whitehead (1861-1947) y si no fue él en todo caso la discusión del concepto sí es de su cosecha y en la increíblemente intrincada PyR hace dos señalamientos clave, uno es el criterio simétrico, es decir que todo debe ser explicado con un mismo conjunto de conceptosen especial, el concepto de sociedad, aplicable tanto a humanos, como rocas o árboles, y reemplazar la idea de una causalidad lineal por un indeterminado cruce de trayectorias que dan lugar a las ‘ocasiones’ o ‘acontecimientos’. En los años 50 del siglo pasado, la editorial Losada tradujo la obra. Pero la versión en ingles tenía muchas erratas (distintas en la versión inglesa y en la norteamericana) y la viuda de Whitehead, siguiendo las instrucciones de su esposo, quemó todos sus papeles. Es decir, no había un original. A fines de los 70 se estableció un texto que hasta ahora cuenta como la versión más autorizada no está aún vertida al castellano. Hace poco la gente de la editorial Cactus en Argentina ha sacado una nueva traducción de El Concepto de Naturaleza, donde se perfila el cuestionamiento al concepto de naturaleza de la física clásica y una aguda crítica a la distinción de cualidades primarias (intrínsecas) y secundarias (la experiencia humana ‘no se encuentran en las cosas mismas) a partir de la importancia que le otorga al acontecimiento. ¿Por dónde empezar a leer a este autor? Soy de la idea de empezar por su última publicación “Modos de pensamiento” (1938) que es una especie de síntesis, en un sentido muy laxo, de su obra. En la biblioteca central de San Marcos hay la traducción que hizo la editorial Losada en 1940 y que lamentablemente no ha sido reeditada. Alguna vez lo he usado en algún curso y funcionó.

Como ocurrió con otros dos notables filósofos, Dewey y Santayana, el auge de la filosofía analítica en las universidades de EEUU borró del mapa cualquier filosofía que no fuera ‘científica’ y ‘rigurosa’La recepción de su obra siguió dos caminos muy distintos, en EEUU sus seguidores se concentraron en unas pocas facultades de teología liberal protestante (a propósito, me acuerdo que la tesis de maestría de Rorty fue sobre Whitehead) y en Europa la referencia más influyente fue Deleuze. En su estudio sobre Leibniz, “El Pliegue”, presta atención a AW, pero es sobre todo en sus clases sobre Leibniz, publicadas por Cactus que hay una estupenda presentación de la filosofía whiteheadiana y que ocupa la tercera parte del volumen. Probablemente es por esa vía deleuziana que AW llega a autores como Isabelle Stengers y Bruno Latour.

6. Reensamblar lo social, de Bruno Latour

Ahí está el programa para una sociología del siglo que comienza. Notable rehabilitación de Gabriel Tarde.

Poco que agregar. Quizás en perspectiva, el libro de Latour que marcó época fue “Nunca fuimos modernos” publicado unos años antes. Ahí está la matriz de pensamiento que no ha dejado de desarrollar. Sin embargo ‘Reensamblar…’ tiene una ventaja que podría decirse programática en el sentido que abre nuevas rutas de investigación. Hay dos aspectos a destacar, uno es la reivindicación de Gabriel Tarde a partir de la importancia que este autor le dio a una perspectiva relacional y que la asoció con el lugar central de la comunicación en la vida social. El otro aspecto importante es de otro orden, diría que más bien operativoSe trata de un diálogo a la manera platónica entre Latour y un estudiante que le pide consejos para terminar su tesis. Lleva el título “Sobre la dificultad de ser hormiga”, un juego de palabras con la sigla en inglés de teoría del actor- red (ANT) y y la palabra inglesa para hormiga. Un buen cuestionamiento a ese culto paralizante al ‘marco teórico’ como premisa para la investigación y a la vez a la omnipotencia de la palabra escrita, que con frecuencia olvida que son signos sobre un papel o en una pantalla.

Lo primero que leí de Latour fueron los ensayos reunidos en “La esperanza de Pandora” donde alterna la etnografía de un estudio sobre el retroceso de los bosques, o avance del mar en Bahía, Brasil con una crítica a la concepción platónica del ? como algo socialmente restringido. En especial hay una reivindicación de los sofistas que no es frecuente encontrar en la literatura académica. Muy útil para entender la formación de agendas de investigación. ¿Quién determina qué es importante llegar a conocer y qué no?

7. Casa-Grande y Senzala, de Gilberto Freyre

Primero se ama y después se conoce. En Freyre, el amor y el conocimiento de su país, Brasil, fueron de la mano. 

A Freyre se le ha criticado con frecuencia por hablar de la ‘armonía racial’ , algo en efecto chocante en una sociedad extremadamente desigual. Pero esa afirmación ni de lejos es el hilo central de esta obra. El título se refiere a la hacienda esclavista donde la Senzala es como el galpón. Es uno de los clásicos del pensamiento social latinoamericano, que incluye a la sexualidad como dimensión para entender la vida social. Por este solo aspecto ya merecería una amplia lectura fuera del Brasil. Con el tiempo Freyre se fue haciendo más y más conservador, reaccionario. A pesar de todo para mí C-G yS es un texto indispensable.

8. Tratado Teológico-Político, de Spinoza

La mejor defensa del Estado laico en los comienzos de la modernidad. Ante los actuales nubarrones fundamentalistas a escala global tiene más vigencia que nunca.

Se trata de un autor inagotable. El TTP es un texto audaz que fue publicado en vida, pero anónimamente. La importancia de la libertad de pensamiento no se queda en un enunciado general. La aplica nada menos que a una interpretación de la Biblia, y de paso inaugura la hermenéutica moderna de los estudios bíblicos. En otras palabras, el TTP es una polémica con el libro que era el soporte de la legitimidad del orden social en su tiempo (“…desvincular al mismo tiempo la fe de la filosofía, objetivo principal de la presente obra”). Su defensa de la democracia moderna no ha perdido vigencia. Como es un autor sobre el que ha escrito muchísimo, y cada vez más, lo más sensato es ir directamente al texto y hacerse una propia idea. En castellano hay varias traducciones, la más cómoda de usar es la reciente de la editorial Laetoli (2014), traducción de Gil Aristu e incluye un valioso epílogo del historiador Jonathan Israel.

9. Un ensayo de Escuela Nueva en el Perú, de José Antonio Encinas

El primer experimento democrático en el Perú ocurrió en la escuela 881 de la ciudad de Puno, en los primeros años del siglo XX. Publicado en 1932, es el único libro del que se puede decir sin exageración que está a la altura de los 7 Ensayos de Mariátegui.

Al texto le sobran méritos y, por cierto, no deja de haber una cierta continuidad con los trabajos de estudiantes que Arguedas hizo publicar en boletines escolares cuando era profesor en Sicuani y que afortunadamente han sido recogidos en la edición de su obra antropológica. En esta ocasión quiero llamar la atención sobre la docencia en la cultura universitaria. Mientras la idea del docente déspota en el mundo escolar está sometida a creciente crítica, en la cultura universitaria la situación es distinta. ¿Cómo se puede impulsar la investigación universitaria si previamente no se cultiva un gusto por el conocimiento. El gusto, esa transformación del deseo en una acción creativa, no se logra mediante la imposición. Poner límites que permitan realizar un trabajo académico intenso es una cosa, transferir terrores arcaicos no elaborados a los estudiantes es otra. Esas personas que se deleitan con otros colegas hablando de presuntos defectos de los estudiantes ¿qué hacen en la universidad? Evidentemente no consiguieron chamba en otro lado. Sufren y hacen sufrir. Si en algo Encinas fue enfático es que la docencia, para ser tal, tiene que ser vivida como un honor.

Si se quiere impulsar la investigación académica hay mucho que aprender de lo que pasó en la escuela 881 en Puno a comienzos del siglo XX.

10. La comprensión de los medios, de Marshall McLuhan

Digo lo mismo que sobre Rorty. Como buen fan pienso que toda su obra es imprescindible.

Se tomó muy en serio que la forma precede al contenido. Lo empecé a estudiar cuando trabajé en facultades de comunicaciones y la verdad es que se trata de un autor indispensable para cualquier discusión medianamente seria sobre medios de comunicación. En las antípodas del ‘análisis de contenidos’, a McLuhan le interesaba lo que pasaba cuando se pasaba de un medio de comunicación a otro. El ‘contenido’ podría ser el mismo, pero según el medio que se usara su sentido práctico cambiaba. El haber tenido una madre que para la época en que McLuhan nació (1911) tenía la inusual ocupación de imitadoraprobablemente lo hizo naturalmente muy atento a los cambios de formasUna muy buen introducción a su pensamiento es el librito de imágenes y texto “El Medio es el Masaje”

* Tomado del blog Mundo Caduco de Guillermo Nugent

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