Mano Alzada
Cultura, Opinión

Trabajo no remunerado

¿Cuánto habría ganado cada uno de los trabajadores del sector cultural si hubiese cobrado por el contenido producido gratuitamente durante este mes de encierro?

Conciertos on line, cuentacuentos, obras de teatro, liberación de libros, talleres virtuales, conferencias, elaboración de artículos, estadística y mucho más fue compartido sin costo alguno en múltiples plataformas para mitigar el «aislamiento obligatorio» al que nos condenó esta pandemia.

Estas expresiones culturales ayudaron —y siguen ayudando— a paliar la ansiedad y el estrés, mejorar la resilencia, seguir aprendiendo, desarrollar la creatividad, reflexionar acerca de esta inédita realidad, sensibilizarnos con la prevención del coronavirus, etcétera. Sin embargo, en cada una de estas actividades, artistas, artesanos, creadores, gestores, promotores, entre otros, emplearon tiempo, experiencia y conocimientos adquiridos durante años, además de herramientas, artefactos, instrumentos, insumos y materiales en general.

Si es responsabilidad del gobierno prever las consecuencias psíquicas y físicas del Estado de Emergencia, ¿por qué no se les remunera a las ciudadanas y los ciudadanos que desde la cultura están paliando estas consecuencias sin ganar ni un sol por su esfuerzo? Esto —entre otras estrategias como fondos concursables, bonos de apoyo, subvenciones de espacios y organizaciones y la formulación de data y de herramientas de gestión— permitiría generar ingresos para los trabajadores del sector que hace semanas no perciben un sueldo debido a que toda la cadena de valor y producción está —y seguirá— paralizada por la crisis. La medida también reducirá los efectos nocivos de esta reclusión involuntaria.

Es obligación de las autoridades nacionales, regionales y locales diseñar, implementar y evaluar políticas públicas (no solamente entregar dinero a unos pocos) para sostener y promover el ecosistema cultural del país, y no permitir que los artistas, artesanos, creadores, gestores y promotores, quienes aportan valor simbólico a las ciudades, constituyen la identidad local y permiten el acceso y goce de los derechos culturales, continúen regalando su trabajo.

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