Dos semanas han pasado desde el inicio del Estado de Emergencia y ni el presidente ni el Ministerio de Cultura, menos los gobiernos regionales o locales, se han pronunciado respecto a combatir las consecuencias socioemocionales de este encierro a través de la cultura, como tampoco de velar por la economía de los artistas, gestores y demás integrantes de la cadena de valor del sector creativo.
Al no existir estadística real, no sabemos cuántas personas, instituciones, empresas, organizaciones de la sociedad civil, de la cultura viva comunitaria, etcétera, integran el ecosistema cultural del país, ni cuáles son las condiciones laborales ni cómo esta emergencia afectará la producción y el consumo. Tampoco se ha hablado de los fondos concursables para este año.
En estas circunstancias, los gobiernos deberían pensar la crisis como una oportunidad de resolver un problema con otro: mejorar la economía de los artistas, por ejemplo, con trabajo cultural para reconstruir el tejido social después del “aislamiento”; lanzar concursos para instituciones culturales que presenten proyectos sobre cómo prevenir la transmisión del coronavirus; contratar gestores para recolectar información estadística sobre el sector cultural; estimular la economía nacional mediante la diversificación productiva de las industrias culturales; comprar la producción de las editoriales independientes para donar en zonas de menos acceso al libro y para implementar las bibliotecas públicas, entre otros.
El gobierno chileno destinó 15 mil millones de pesos para enfrentar la baja actividad cultural presencial a través de la adquisición de contenidos culturales. Esperamos que el presidente Vizcarra siga este ejemplo.