La escritora, periodista y activista feminista Gabriela Wiener, quien tenía una columna semanal los viernes en el Diario La República, además de una sección de entrevistas en el suplemento dominical del mismo medio, fue despedida esta semana.
Según la reconocida escritora, los encargados le dijeron que “la crisis del papel los obligaba a prescindir de mis entrevistas, que tenían que hacer recortes y que me quitaban a mí del suplemento, a mí y a mis entrevistadas. Lo que sorprende es que a la mano de su despido, anunciaron la contratación de Marco Sifuentes como nuevo columnista del diario. ¿No se supone que había una crisis?
Sus columnas y entrevistas se destacaban por difundir las voces disidentes al status quo que tanto valoran en el Perú. Voces de mujeres artistas, académicas, feministas, activistas y luchadoras pasaron por sus páginas convirtiendo su espacio de entrevistas en un oasis revelador, subversivo y transgresor frente a tantos hombres colocando sus ideas “neutrales”, muchas veces machistas y sin pizca de originalidad.
Considerando que las columnistas (7) de ese diario son menos del 20% frente a los columnistas (35), la salida de Gabriela Wiener no es solo un atentado contra la diversidad y la equidad de género, sino también una forma más de silenciar nuestras voces, de invisibilizarnos y desaparecernos una vez más.
Les dejamos el texto en donde gabriela Wiener comenta lo sucedido:
“Esta semana por primera vez en seis años no publiqué ni mi columna de los viernes ni mi entrevista dominical en La República. Tenía 22 años cuando hice una de mis primeras prácticas no remuneradas en ese periódico importante, tres meses llenos de aventuras, en los que pasé por todos los lugares comunes de esa redacción, los jefes de informaciones sacados de una novela de Vargas Llosa, las computadoras viejitas, los dedos de bruja de Christian Vallejo puliendo mi texto a media noche después de un huayco, la memoria viva de Uchuraccay… Practicábamos JM. Robles, Raúl Cachay y yo, pero no me renovaron. En ese momento ni pensaba que fuera posible que no se quedaran conmigo porque soy una mujer. Me fui pensando que no me quedaba porque no era tan buena como ellos.
Así que hice mi camino por otras redacciones, saltando de medio nuevo a medio muerto, del Service al recibo por honorarios, de la prensa diaria a la crónica, del Perú a España. Por eso me emocioné tanto cuando 15 años después de esas prácticas me llamaron de La República para que tuviera una columna de opinión y poco después conseguí una sección de entrevistas en el suplemento dominical. Fue como una reparación. ¡Iba a escribir para el periódico con el que compartía varias luchas y afinidades! Estaba feliz. Agradezco mucho que me dieran esa oportunidad cuando empezaba a crecer como periodista, agradezco la visibilidad de estos años y el espacio para opinar con libertad y radicalidad. Muchas veces he tenido la convicción de que estaba en el lugar en el que tenía que estar.
Hace unos días me comunicaron que la crisis del papel los obligaba a prescindir de mis entrevistas, que tenían que hacer recortes y que me quitaban a mí del suplemento, a mí y a mis entrevistadas. Se lo dije a ellos y se lo cuento a ustedes: me parece un error que desaparezca un espacio que ha estado dedicado en los últimos tiempos a las voces poderosas de mujeres peruanas, en su gran mayoría feministas, en un momento muy delicado para la igualdad en el Perú. En los últimos días había entrevistado a Arlette Contreras para denunciar la manera en que la justicia se burla de su dolor; a Reina María, una mujer que dirige una institución que hace abortos y cuida la salud reproductiva y sexual de mujeres de bajos recursos; a feministas históricas como Maruja Barrig, y a referentes del feminismo actual como Geraldine Zuasnabar, Susana Osorio, Angélica Motta, Mónica Delgado, quienes están liderando los cambios que vemos todos los días. Le dimos una portada a Claudia Aragón, diseñadora y luchadora por la choledad. Y a Magaly Solier Oficial, cuando todos le tiraban piedras. Ese espacio se cancela hoy, cuando las mujeres nos hemos declarado en estado de emergencia nacional, porque nos están violando, nos están matando con total impunidad.
No hemos podido llegar a un acuerdo respecto a la continuidad de mis columnas. Llevo años en medios y la precarización golpea especialmente a las mujeres periodistas. Que seamos free lance no significa que tengamos que aceptarlo todo. Puedo entender lo mucho que están sufriendo algunos diarios por la crudeza del mercado y el cambio de modelo, puedo entender que el papel ya no venda. Sin embargo no puedo dejar de pensar que hay alrededor de 35 columnistas en La República, de los cuales solo ocho son mujeres. Ahora son siete. Y hay un nuevo columnista, Marco Sifuentes, amigo y compañero, a quien felicito por la nueva columna anunciada hoy en la portada del diario. Como le he dicho a Marco en privado, no tengo ni idea de si su fichaje y mi salida tienen algo que ver, pero no puedo dejar de pensar en que en el fondo sí tienen que ver. Porque el machismo es un problema estructural. Trabajamos para empresas que tienen directorios compuestos casi exclusivamente por hombres y/o por mujeres en cuotas ínfimas, y por lo tanto tienen plantillas también desiguales, con pocas trabajadoras y colaboradoras mujeres, con pocas jefas comprometidas, tiene que ver con que los pocos espacios se los vuelven a dar a hombres y nos los quitan a nosotras, porque cuando hay crisis somos las primeras sacrificadas, las primeras prescindibles. No se trata solo de mí, de mi trabajo o mi supervivencia, sino de que seguimos restando mujeres en lugar de sumarlas. Aunque parece que hoy perdemos voz y voces, estoy segura de que encontraremos el lugar y la manera de seguir contándonos.
Gracias a todo el equipo con el que trabajé estos años, a quienes envié mis columnas y entrevistas, a mi primera editora de opinión, Maritza Espinoza Huerta, y en especial a Emilio Camacho, editor cómplice del Suplemento Domingo, persona inmejorable”.
Su salida ha sido lamentada por innumerables personas. Los medios de comunicación pierden, al no tenerla, múltiples voces de rebeldía y revolución.