Mano Alzada
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Educar por mensajería instantánea: rompiendo barreras para estudiar juntos

A partir de la pandemia de covid-19 que asoló el mundo, muchas dinámicas sociales tuvieron que cambiar, entre ellas la educación formal, en donde las escuelas dejaron de ser, obligatoriamente, los espacios en los que tenían que estar sí o sí las y los niños para adquirir conocimientos. Las clases virtuales vinieron a remplazar las presenciales, y profesores y estudiantes tuvieron que adaptarse a las nuevas metodologías y tecnologías del aprendizaje.

Para conocer más sobre este tema, conversamos con Carmen Barrantes, coordinadora de incidencia y comunicaciones para América Latina de Terre des Hommes Suisse (TdHS), quien conformó un equipo rápidamente, en marzo de 2020, para responder a los nuevos retos que traía el confinamiento para la educación, y fue una de las primeras en desarrollar sesiones pedagógicas a través de WhatsApp, que no solo sirvieran para transmitir conocimientos e información, sino, sobre todo, para crear contención y soporte para las y los estudiantes, y capacidades para las y los profesores, quienes aprendieron a enseñar con nuevos recursos y también con humor, en zonas altoandinas y amazónicas.

¿Cómo fue el proceso de diseñar la propuesta pedagógica de experiencias de aprendizaje en el contexto de la educación a distancia desarrollada a través de mensajería instantánea?

El proceso de diseñar la propuesta pedagógica de experiencias de aprendizaje en plena pandemia fue realmente desafiante, fue desarrollado con mucha incertidumbre en relación con la aceptación que pudiese tener, porque lo desarrollamos en el momento en que la gente estaba todavía esperanzada en volver a la escuela presencial.

El diseño de la propuesta pedagógica empezó en marzo de 2020 cuando la pandemia recién nos había confinado, encerrado y aislado. Un tema que teníamos claro era la importancia de lograr que los chicos volvieran a trabajar juntos y que el aislamiento físico no significara aislamiento social, de ahí que empezamos a trabajar en esta propuesta aun antes de que oficialmente se avisara que no habría clases presenciales.

Contratamos al equipo y empezamos a experimentar metodológicamente, a desarrollar contenidos y estrategias de las clases y sus fases, al inicio de la pandemia y la adaptamos.

¿Quiénes participaron en su diseño?

Se conformó de manera veloz como reaccionamos a la emergencia. Un equipo de seis personas, un sociólogo, dos docentes, una de ellas hablaba quechua, un psicólogo y yo, que soy periodista y abogada con experiencia en educación popular con el enfoque de Paulo Freire.

Esta iniciativa recibió el respaldo de la Coordinadora Nacional de TdHS para apostar en un momento que todavía se debatía cuánto tiempo duraría la pandemia y si había que mejor lo prudente era esperar para ver si volvíamos a la escuela presencial, lo que fue muy importante para nosotros. La respuesta de TdHS fue inmediata, por lo que en el segundo semestre de 2020 ya teníamos una propuesta metodológica que empezamos a validar y nuestros alumnos beneficiarios empezaron a recibir clases WhatsApp, que permitía reunir a los profesores con los alumnos, e incluso los padres que participaban, porque las clases se escuchaban a través de los teléfonos de ellos.

¿Qué hace esta propuesta distinta a otras y cómo hicieron para adaptarla a las comunidades con las que trabajan?

Lo principal, y se nota cuando entrevistamos a los chicos preguntándoles qué les impactó, es que ese logró la continuidad escolar. El 2021 que ha pasado, nuestra continuidad escolar en zonas rurales, altoandinas y amazónicas es de 100%. Los estudiantes que participan en esta propuesta señalan que una de las cosas que los atraía era que podían aprender divirtiéndose, conversando con los profesores y sintiéndose acogidos.

Esta propuesta, además de tomar en cuenta la tecnología, se diseña intencionalmente con el objetivo de que sea un espacio educativo acogedor y que haga contención a la vez, porque recordemos que es la época de la primera ola, había toda esta situación de colapso del sistema de salud, las miles de pérdidas de vida empezaron ahí, era un país en duelo, con estudiantes en duelo, padres en duelo, profesores en duelo. En ese momento nosotros apostamos a ese espacio acogedor, divertido, pero también de pensamiento crítico.

Los temas que tratamos eran todos relacionados con la coyuntura desde aspectos sobre cómo acomodarse para estudiar en casa, donde hay un solo celular o una sola habitación. Esa sesión fue exitosísima, los padres nos agradecían porque se sentían más aliviados con los tips que les dábamos, cómo acomodar los espacios, cómo poner el escritorio cerca de la luz, organizar el uso de la radio para que puedan estudiar de manera tranquila. Los temas estaban bien aterrizados a la realidad, a la distribución de las tareas del hogar. El aprendizaje se producía en el área de persona social, pero no éramos ajenos a otros temas que podían surgir, cómo organizar tu casa, el horario, cuántas personas son, se aplicaba en ese contexto.

La población no nos era ajena, nosotros tenemos cuatro años de trabajar con ellos, esa experiencia acumulada definitivamente nos sirvió, las clases que no fueran tan largas como el tiempo oficial, que tenemos que tener periodos más cortos, flexibilidad, el contexto para nosotros era importante, no se trataba de cumplir a raja tabla las normas, tocaba responder a la realidad, a la presencia o ausencia de conectividad y de equipos, al tiempo de concentración que los chicos, nos dimos ciertas licencias. Lo hicimos en base a la experiencia y a conversar con los propios chicos.

¿Cómo la recibieron los profesores? ¿Cómo los estudiantes?

Los profesores lo recibieron con escepticismo, no tenían idea de cómo hacer una clase sincrónica. Los estudiantes tenían una mejor idea, ellos tenían más receptividad, el primer sticker que les envió la profesora ya los tenía conquistados, que manejara el sticker, conociera la figura y los personajes que a ellxs les gustaba, todo ese trabajo se ha hecho con los profesores, hacerles conocidos los recursos, los personajes y mecanismos que usaban los chicos para comunicarse con WhatsApp. Sabían que estos recursos no eran solamente para llamarles la atención, podían usarlos cuando están distraídos, otros para hacer un alto, para hacerles sonreír, se les enseñaba el uso que podían tener los recursos.

¿De qué forma esta propuesta ayudó a los profesores y estudiantes a lograr sus metas educativas? ¿Qué tipo de soluciones les proporcionó?

Los docentes aprendieron en las capacitaciones a usar el lenguaje juvenil, a usar el WhatsApp para la comunicación sincrónica, sobre el tema de peligro de deserción escolar. Todavía no estaban todas las evidencias de la deserción, podía ser que haya ausentismo per no esa deserción que se sintió después

Se habló de estrategias, metodología y lo que debía encontrarse en el aula, también cómo trabajar los temas, los aspectos cognitivos, formativos, era importante no descuidarlos, pero era necesaria una dosificación que permitiese, justamente, manejarse en un contexto de crisis, no podíamos ser ajenos a ese contexto. También tuvieron capacitación en cuanto manejar la tecnología, algunos aprendieron a hacer TikTok, a hacer sus propios stickers, a saber que tenían que tener un paquete de recursos audiovisuales que serían sus mejores aliados para la comunicación por WhatsApp. Esas fueron las soluciones que se les proporcionó.

¿Cuáles fueron las principales dificultades que se presentaron en el camino y cómo las resolvieron?

La propuesta partía, porque había escepticismo, por probar y mostrarles una clase en la que se sintiera seguros, luego de un tiempo dependiendo del colegio, de las facilidades que da la institución, la infraestructura, del número de alumnos. Entonces el proceso podía durar tres meses, seis meses, hay colegios con los que trabajamos de forma estable que son aliados y y ya hacíamos acompañamiento periódico al trabajo que realizaban.

No partíamos de cero, porque ya conocíamos a la población y hubo un acompañamiento posterior, no solo monitoreo, sino en clases, las dificultades básicas siempre son conectividad, porque te afecta cuando en zonas donde la conectividad es menor y no pueden bajar los recursos, aunque pesen poco, la existencia de pocos equipos en una casa, normalmente un teléfono, papá o mamá que lo usa para trabajar, los hijos que lo usan para estudiar. Lo resolvimos en parte con organizaciones, algunos casos si tenían un teléfono que no tenía línea, hemos apoyado a los beneficiarios directos de nuestros de los proyectos a que tengan línea telefónica para que puedan hacer las clases.

Como evaluación final, ¿cumplieron los objetivos que se habían planteado?

Cumplimos largamente los objetivos planteados, se dio la continuidad educativa, los profesores hoy saben más que antes en cuanto a crear espacios de acogida de solidaridad con sus alumnos que van a poder aplicar en la escuela presencial, estrategias que no solo son propias del WhatsApp

Se ha avanzado machismo, los profesores han validado que el alumno no le pierde respeto porque aplique humor en su clase, que no tiene que haber necesariamente una relación distante y formal para tener autoridad, por ejemplo. Creo que ha habido sorpresas respecto a la madurez de los chicos, al inicio teníamos una clase sobre la salida segura sobre tomar las medidas de bioseguridad, y ellos contaban sus angustias, sus pesares por no salir, sus frustraciones respecto a lo que la pandemia hacía con sus vidas. Los profesores estaban muy sorprendidos por las maneras tan sinceras con las que intercambiaban, a tal punto que ya podía ser preocupante en el sentido que podían ser niños vulnerables a dejar la escuela para ir a trabajar y no dejar a sus padres solos, los que tenían familias en los que los padres habían perdido el trabajo. Más allá de las lecciones de que las clases WhatsApp funcionan y que se tienen todos los recursos para que se produzca el aprendizaje, en cuanto a estrategias pedagógicas también hay una innovación.

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