La prensa peruana ha dado una prioridad especial a la madre de la niña Camila, cruelmente violada y asesinada por un adolescente de 15 años que hasta el momento se encuentra no habido, y del que muy poco se sabe.
Esta atención de la prensa, a pesar de que la búsqueda de información detallada da mejores luces para saber lo que realmente pasó con Camila, terminan responsabilizando a la madre, ubicando todo el foco en ella, en lugar de en el violador y feminicida. Es decir, todo el debate social, que debería ser cómo frenar la violencia que viven las mujeres desde muy pequeñas, incluso con violentadores bastante jóvenes termina convirtiéndose en cuán monstruosa es la madre.
Esto trae como consecuencia un juicio de valor más profundo hacia la mujer (a la que se le adjudica como único fin en la vida cuidar hijxs), que en el criminal (quien es el real culpable de lo ocurrido), a pesar de que sino hubiera sido Camila, hubiera podido ser cualquier otra niña, lo que ha llevado incluso a que quieran lincharla en su vecindario cuando era trasladada a la comisaría a que siga brindando sus declaraciones.
La policía se ha encargado también de dar los pormenores de la actuación de la madre, corriendo toda la responsabilidad hacia ella, mientras que por otro lado, el padre de las niñas, que se encuentra en Estados Unidos, y que como única función de cuidado que cumple es mandar dinero, se han encargado, también a través de la prensa, de responsabilizar en todo a la madre, e incluso en querer quitarle la tenencia de la otra hija, no para cuidarla él, sino para entregarla a su abuela.
Viendo esta situación, una gran cantidad de feministas se ha pronunciado a través de sus redes sociales para devolver el foco a donde debería estar: el asesino. Acá les dejamos algunas opiniones:
“Si la madre de la niña hallada muerta la hubiera ‘cuidado bien’, otra niña igualmente hubiera sido violada, torturada y asesinada; entonces la culpable sería la madre de la otra niña. Y si todas las madres ‘cuidáramos bien’ a nuestras hijas, la víctima hubiera sido una adolescente o cualquier otra mujer vulnerable. Y si no hubiera podido encontrar otra víctima dado que el perpetrador es un adolescente de 15 años, hubieran pasado algunos años para que haga lo mismo con una mujer mayor, con sus parejas, con su esposa o peor aún con una de sus hijas. ¿De quien es la culpa? ¿Quién es el responsable de esa tragedia? Para la sociedad siempre vamos a ser nosotras las mujeres, por atrevernos a romper con el mandato de la masculinidad que nos ordena a estar en la casa, sumisas y obedientes, pues el claro mensaje que nos dan cuando nos acusan de nuestras propias violencias es que debemos estar en las casas, cocinando y limpiando, cuidando hijos y que las calles no nos pertenecen, peor aún, los cargos de poder” (Maritza Ortiz).
“Qué pena leer tanta idiotez. La madre de la víctima se fue a bailar a una yunza y piden cárcel para ella. La señora la dejó a cargo de otra menor y todo el mundo empieza a subirse a un pedestal para tirarle la piedra y gritarle de todo. ¿Ustedes sabían que esa práctica es más común de lo que creen en nuestra sociedad? La mujer en situación de precariedad, sin familia (llámese madre, hermanos) que sustenta a sus hijxs sola (o sea, sin el PAPÁ), en lo cotidiano deja a los hijos menores a cargo de sus mayores. Yo lo veo muy seguido por donde vivo y también por cosas que me cuentan. O sea, ese no es un caso aislado. Si no la hubiese dejado por ir a bailar, la hubiese dejado por ir a trabajar. Quizá esa es su rutina diaria, porque a la señora simplemente NO LE QUEDABA OTRA. Y la prensa asquerosa y machista se está encargando de lapidarla, de verle si tiene algún gesto de arrepentimiento, de responsabilizarla enteramente de lo sucedido. Me da pena que mis contactos se sumen a esa ‘lapidación’, que no vean a sus vecinos, a sus esfuerzos por sobrevivir en este país de mierda. Que se den cuenta que tan lejos no están de esa realidad. Que sepan también que las madres que salimos a divertirnos no nos convertimos en unas malditas desgraciadas, que a veces es un pequeño escape para volver a la rutina con más fuerza. Yo abrazo a esa madre que dentro de poco va a tener que enterrar a su hija. Con culpa, sí. Con mucho arrepentimiento, estoy segura. Las primeras en culparnos de todo y por todo somos las madres y lo hacemos en silencio. Ella no necesita todo esto que le está haciendo nuestra prensa y nuestro país. Y ni mierda para ese papá que se cree héroe porque manda una pensión mensual y pide la custodia para que su madre le cuide a sus hijas (¿aló, patriarcado?). Ni mierda para el hombre que empezaron a consolar masivamente y ahora se cree una víctima más. A ver si se ponen a pensar un poquito antes de conversar en su desayuno sobre el tema del día. Que tal si empezamos por preguntarnos ¿Todas las mujeres quieren ser madres? ¿todas están listas para ser madres? ¿Esta mujer tiene un soporte familiar y emocional para llevar la maternidad con tranquilidad? ¿esta mujer tiene un soporte económico que le permite cuidar una nueva vida? Ésta señora decidió tener a sus hijos y cuidarlos como podía. Con un Estado que es consciente que un gran porcentaje de madres solteras vive en esas condiciones y no le importa sus vidas ni las vidas de sus hijos. PIENSEN ANTES DE HABLAR. Por un futuro feminista (Ana Regina Mendoza).
“Todas esas personas que culpan a la madre de la niña de 4 años secuestrada, violada y asesinada, aceptan implícitamente eso que siempre quieren negar, que las calles per se son un peligro para las niñas y mujeres. Culpar a ‘la falta de cuidado’ para un acto tan sanguinario es reconocer que si a las demás niñas o mujeres no les pasa actos símiles es porque hay un cuidado permanente, sustentado en el miedo, con el cual se convive. No pueden culpar a la niña, así que lo inmediato realizado es culpar a la mujer más cercana a ésta. A la madre. Hubo falta de cuidado respecto a la niña? sí. Esta fue la causal para que la secuestren, ultrajen y maten? NO Y MIL VECES NO. La responsabilidad de un secuestro, violación sexual y feminicidio es y será únicamente del victimario y de la sociedad y Estado inerte que naturaliza la violencia de género. Y en este caso, la responsabilidad del medio social y familiar es mayor, pues el victimario es un adolescente que está formándose en una cultura misógina que cree puede hacer lo que le dé la gana con la dignidad, cuerpo y vida de las mujeres. A nadie leo ni escucho decir que se debe educar desde niño a NO VIOLAR, NO MATAR, NO SECUESTRAR, NO ACOSAR” (Amire Ortiz).
Y al final, luego de culpar y lapidar a la madre, ¿qué hacemos con los violadores? Porque ellos aprovecharán cualquier momento para violentar a las niñas, no importa si la madre está 24 horas al día pendientes de ellas, o si están “protegidas” en sus casas con un adulto, porque, como bien sabemos, en este país de violadores, a las niñas las violan más en sus casas y sus familiares hombres, que en las calles.