Mano Alzada
Feminismos, Política

<strong>La traición de “una de las nuestras”</strong>

Sábado 10 de diciembre del 2022 – 2 p.m.

Dina Boluarte anunciaba su gabinete magisterial paritario otorgándole la cartera del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables a Grecia Rojas Ortiz. En espacios de articulación del movimiento feminista, quienes no la conocían solicitaron referencias para determinar si su postura sobre los derechos humanos de las mujeres y diversidades no estaba en contraposición de nuestras principales luchas. La primera preocupación y cuestionamiento fue aceptar el cargo dentro del Gabinete que tiene como Premier a Pedro Angulo Arana, vinculado a los “Cuellos Blancos”, con 13 investigaciones fiscales en curso y una denuncia por acoso sexual.

A pesar de ello, llegaron varios mensajes esperanzadores informando su paso por el Centro de la Mujer Flora Tristán, donde trabajó como abogada, así como su gran trayectoria como funcionaria pública en los cargos de Directora General de la Dirección contra la violencia de género y Directora General de la Dirección de Igualdad de Género y no discriminación en el MIMP en diversas ocasiones. Fue asesora principal de la Comisión de la Mujer y Familia en el Congreso durante la gestión de Indira Huilca y recientemente se desempeñó como Viceministra de Poblaciones Vulnerables y como Directora General de la Dirección contra la Violencia de Género en la gestión de Diana Miloslavich.  “Una aliada por completo. Una feminista sin ninguna duda”, comentó una compañera cercana a la actual ministra.

Con el pasar de los días, el nutrido y admirable perfil técnico de Grecia Rojas fue desvaneciéndose, y entre muchas feministas comenzó a materializarse la pregunta: ¿Por qué no renuncia a pesar de la masacre y los abusos?

Lunes 12 de diciembre del 2022 – 7:30 p.m.

En el Centro de Lima, peruanas y peruanos de todas las edades y procedencias protestaban pacíficamente contra la naciente dictadura de Dina Boluarte. Diversos grupos se movilizaban desde la tarde entrando o saliendo de Plaza San Martín y dirigiéndose al Congreso, hacia el Estadio Nacional o hacia donde estuviera la mayor cantidad de gente. Para las 8 p.m., la Policía disparaba indiscriminadamente bombas de gas lacrimógeno desde Nicolás de Piérola hasta el otro lado de la Plaza, alcanzando a cientos de personas que venían desde las calles colindantes. Solo algunas pocas personas tenían mascarillas simples, quienes no las tenían sufrían el ardor en los ojos, la picazón en la garganta y la sensación de ahogo en medio del humo que nos cubría casi por completo. El impacto del gas alcanzó a comerciantes ambulantes, madres trabajadoras acompañadas de sus pequeñxs hijxs y personas de la tercera edad. Las personas más afectadas siempre son las más vulnerables. Simultáneamente, feministas comenzaron a exigir la renuncia de Grecia sin recibir el eco de sus allegadas.

Para el miércoles 14, a través de un pronunciamiento conjunto diversas organizaciones exigían la renuncia de Grecia, denunciando la incoherencia de su trabajo labrado en años frente a su participación en el gobierno autoritario y asesino de Dina Boluarte. Aunque la decepción se transformó en indignación y las calles comenzaron a pedir su renuncia, Grecia Rojas nos dio la espalda e hizo oídos sordos al clamor de quienes de una u otra manera sentimos el dolor del luto que ha vestido nuestro país. Son más de 25 asesinados durante los primeros 15 días de gobierno ilegítimo de Boluarte precisamente en las zonas más pobres de nuestro país: Apurímac, Ayacucho, La Libertad, Junín, Cusco y Arequipa. Ahí donde pareciera que las peruanas y peruanos valen menos que los que vivimos en la capital. 

Esta represión asesina no ha despertado la solidaridad masiva en la sociedad, por el contrario, ha descubierto el racismo y el clasismo más acérrimo y recalcitrante en toda su podredumbre. Actualmente, el Estado denuncia la presencia de terroristas entre los protestantes al mismo tiempo que siembra falsas pruebas en los allanamientos a los locales de la Confederación Campesina del Perú y del local partidario del Movimiento Nuevo Perú. 

Los medios siguen la línea de esta dictadura cívico-militar: todos los que se oponen a Boluarte son terroristas o siguen ideologías del MRTA o el Movadef. Para Boluarte, no la dejamos gobernar por el machismo, porque “no soportamos que haya una presidenta mujer”.  Así de retorcido se ha tornado nuestro país en las últimas semanas. Así se encuentra la dictadora justificando la violencia que ejercen las fuerzas armadas bajo su orden. Así instrumentaliza nuestras luchas y así avala Grecia Rojas el gobierno de la asesina.

Según el resumen de su hoja de vida publicada en la web del MIMP, Rojas además ejerció el cargo de Directora General de la Dirección General de los Pueblos Indígenas del Ministerio de Cultura; trabajó como Comisionada de la Adjuntía para los Derechos de la Mujer de la Defensoría del Pueblo y la Oficina Defensorial de Lima y en múltiples oportunidades ejerció como asesora de alta dirección en entidades públicas, incluso en mecanismos internacionales multilaterales como la Comunidad Andina. Sin embargo, hoy le da la espalda a las mujeres, a los pueblos indígenas, a las peruanas y peruanos más vulnerables y al movimiento que alguna vez la consideró “una de las nuestras”.

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