Mano Alzada
Feminismos, LGTBIQ+

Madres trans, una entrevista con Gahela Tseneg

Por Angélica Motta

“… desde nuestras propias vivencias, desde nuestros propios sentires terminamos ejerciendo un papel de madre sin que haya un vínculo sanguíneo, sin que tengamos que tener a esa persona en el cuerpo por nueve meses. Tiene que ver con reconocernos en la otra, con darle lo que se nos ha negado: amor”.

Las mujeres trans constituyen uno de los grupos humanos con mayores vulneraciones a sus derechos en el Perú y en la región latinoamericana. En medio de las múltiples formas de violencia y precariedad que enfrentan cotidianamente, cobra gran importancia un tipo de vínculo de protección y cuidado, vital para su supervivencia, aquel que ofrecen las madres trans. Gahela Tseneg, activista trans feminista, bachiller en Derecho (que aún lucha por obtener su título con representación de su identidad), nos aproxima a este importante tema con ocasión del día de la madre.

Gahela, ¿qué significa ser madre entre mujeres trans?

Hay toda una simbología de la palabra “madre” entre las mujeres trans. Es abrazar a otra compañera a otra mujer trans y en el proceso desarrollamos afecto de manera mutua. Lo que hacemos es proteger a nuestras hijitas, a nuestras tracas, a nuestras bebitas.

¿Y en qué consiste esa protección?

La protección es variada, consiste en dar consejos y apoyo de todo tipo, desde tips de belleza, pautas de por donde puedes caminar y por donde no, a quién atender y a quién no, dónde puedes ganar más en el espacio del trabajo sexual. En el espacio sentimental también, las más adultas, las madres, comparten cosas por las que ellas ya pasaron, entonces es como que “mira, yo pasé por esto hijita, tú no vuelvas a cometer este error”. Entonces, desde nuestra propia lógica, desde nuestras propias vivencias, desde nuestros propios sentires, terminamos ejerciendo un papel de madre sin que haya un vínculo sanguíneo, sin que tengamos que tener a esa persona en el cuerpo por nueve meses. Tiene que ver con reconocernos en la otra, con darle lo que se nos ha negado: amor.

Algo que se estila dentro de la sociedad es tener hijos para que puedan retribuirte ese cuidado cuando tú ya no puedas valerte por ti misma. En nuestro caso no es así, nosotras vivimos el presente, amadrinamos a cuanta chica podemos y tratamos, en la medida de lo posible, de solucionar los problemas, acompañar sus procesos, ser sus guías. También que puedan llegar a donde nosotras no hemos llegado.

¿Y dónde es eso?

Cada vez se va saltando la valla, cada vez hay más mujeres trans que se van trazando objetivos más grandes, van recobrando los objetivos que tenían cuando eran niñas, porque ninguna soñó con ser prostituta, muchas hemos sido empujadas a la prostitución, hemos sido echadas del sistema educativo, hemos sido obligadas a dejar amigos, familia.

¿Las maternidades trans son una respuesta a esa violencia de la sociedad?

A pesar de que tenemos vacíos emocionales, de que hemos pasado por discriminación, por violaciones, por golpes, por maltratos, por burlas, nuestra respuesta está basada en el amor y en el afecto, en darle la mano a alguien. Tenemos la capacidad de poder recuperarnos, de pararnos frente al mundo y no pararnos solas, sino también de parar a las otras que están en el camino.

¿Cómo comienzan generalmente las relaciones entre madres e hijas trans?

Yo creo que desde el momento en que una empieza a preguntarse qué soy, dónde me ubico, por qué siento esto. La mayoría de nosotras termina recurriendo a una mujer trans que ya empezó su proceso de transición, que ya se realizó alguna cirugía, un proceso hormonal, etc. Lo que pasa es que no todas las mujeres trans tenemos el apoyo de nuestras madres biológicas, pero incluso las que lo tenemos, hay cosas que solamente una madre traca te puede resolver porque lo ha vivido en carne propia.

Cuéntame un poco de tu experiencia, ¿tú tuviste una madre trans?

Yo tengo varias madres y eso es algo muy rico porque dentro del mundo de las tracas, de las travestis, de las trans, no tienes que tener una sola madre. Tienes la posibilidad de tener dos, tres, cuatro madres y nutrirte de cada una de ellas.

¿Qué has aprendido de ellas?

Cada una ha aportado tanto en mi vida, por ejemplo, he aprendido mucho de Miluska, de cómo ha logrado sobrevivir aquí en Lima siendo ella de tan lejos; he aprendido tanto de Jana, de su persistencia por profesionalizarse, por salir al exterior, por organizar el movimiento trans. He aprendido demasiado de Leyla, porque ha apostado por una organización comunitaria, por nuevos liderazgos. He aprendido tanto de Belissa, sin hablar mucho con ella, de cómo ha transgredido los espacios políticos partidarios. He aprendido de Valery, Milagros y tantas otras compañeras que guardo en el corazón, creo que cada una ha sumado a quien soy hoy día.

¿Dirías que con ellas se forman otras formas de familia?   

Por supuesto, yo creo que hoy los familiares van más allá de aquello que corre por nuestras venas, tiene que ver con cómo late nuestro corazón, y que trasciende la idea de que solo eres madre y puedes sentir afecto si das a luz, pero no si adoptas. Lo de nosotras es un tipo de adopción. No firmamos ningún documento, no le pedimos permiso al Estado, ni a las instituciones públicas, pero es una forma de adopción, es una manera como nosotras formamos familia, redes para poder subsistir ante este sistema que nos quiere muertas. Es una respuesta desde una rebeldía basada en el amor, en el afecto.

Acabas de usar la palabra rebeldía y eso me hace pensar que muchas veces las hijas, los hijos son rebeldes con sus madres, ¿cómo ves el tema en las hijas trans?

Ay, igualito (ríe), también pasa, pasa mucho, creo que la rebeldía es parte también. En mi caso, por ejemplo, yo cuando recién estaba empezando el proceso de transición quise cumplir con los cánones de belleza entonces, cuando no conocía el feminismo, quise inyectarme silicona, aceite de avión y tuve la suerte de conocer el feminismo, amadrinarme con algunas compañeras que me dijeron: “¿Quieres inyectarte silicona? Perfecto, hazlo, pero tienes que saber que corres el riesgo de morir encima de una cama pudriéndote por dentro, de que tus tejidos musculares terminen colapsando, que tengan que amputarte la pierna y te quedes coja, que tengas que sufrir dolores”. Incluso tuve que tener más de una charla porque mi rebeldía era tal “yo quiero, pero yo quiero” ¿no? (risas). Imagínate si no hubiera tenido las voces de mis madres trans y otras compañeras no trans, quizás hubiera optado por inyectarme ciertas sustancias modelantes y en este momento ya no estaría con vida para estar conversando aquí contigo.

Gahela ¿y tú tienes alguna hijita? 

Tengo varias, es más, creo que voy a pasar el día de la madre con algunas de ellas. Yo me cuestiono el proceso de transición [de género] y eso no implica solo cuestionar qué tipo de mujer quiero ser, sino también qué tipo de madre traca quiero ser

¿Y qué tipo de madre quieres ser?

Yo quiero ser alguien que les pueda transmitir la capacidad de ser libres, que puedan sentirse con el derecho de conquistar sus sueños, de poder lograr eso que pensaban que querían cuando eran niñas y sí me llena de mucho gusto el ver que mis hijitas me escriben y me dicen “madre, tienes razón, voy a estudiar”, “madre, sí, ya estoy estudiando” o “madre, he ido a tal evento”. Yo no quiero ser esa madre que tenga que sobreprotegerlas ni tampoco quiero ser esa madre que tenga que dejar de ser mujer para ser madre; porque eso es lo que espera la sociedad de nosotras y nosotras terminamos incluso muchas veces replicando eso en los modelos de ser mujer y en los modelos de madrinazgo.

¿Dirías que el rol de las madres trans ha ido cambiando en las nuevas generaciones?

Ha ido cambiando porque primero lo que había bastante, por ejemplo, era que una madre trans se iba a Europa a hacer dinero y llevarse a otras chicas para que puedan alcanzar eso. Iban a Italia, Francia, a países donde es cotizada la prostitución, ese era el sueño de las mujeres trans, cruzar la frontera, realizarse todas las cirugías posibles para poder alcanzar los cánones de belleza que esta sociedad te impone, una belleza occidental, y poder ser una prostituta bien pagada. Sin embargo, hoy las cosas han cambiado, hoy es todo lo contrario, las madres trans ya no hablamos de ir para allá, incluso la situación es mucho más compleja allá porque ya no hay la misma demanda. Ser migrante y ser trans es complicado y nosotras lo sabemos, por eso tratamos de advertirle a nuestras hijitas para tratar de seguir resistiendo en nuestros mismos territorios.

De hecho también hay procesos de migración interna en el país, ¿en ese proceso también juegan un rol las madres?

Ir de tu provincia a la capital de tu región o de tu región a Lima también configura como migración y nos arrastra a ciertas cosas, entonces las que hemos pasado por eso sabemos que más allá de ser doloroso y que afecte económicamente, te afecta afectivamente, y por eso entendemos la necesidad de brindar un acompañamiento y de no dejar solas en este proceso a las compañeras.

De lo que me cuentas queda claro que el rol que cumplen las madres trans como soporte emocional es muy importante

En el momento en el que te da la espalda tu familia, tus amigos, en el que no tienes de donde sostenerte, el apoyo de otra traca es clave y fundamental para no caer en suicidios, para no caer en depresión o para sobrellevarlo en todo caso. Normalmente a nosotras solo se nos ve como una población que muere de sida como si ese fuera nuestro único problema de salud y no es así. No se habla de los vacíos emocionales, de los problemas psicológicos que enfrentamos nosotras. Una vida en la que constantemente te están vulnerando algún impacto psicológico tiene que tener. Por ejemplo, no se habla que también morimos por anorexia, por bulimia, que está relacionado a la búsqueda del cuerpo perfecto que esta sociedad nos impone no solo para ser aceptadas, sino además para poder ser consumidas por el capitalismo del hombre que puede tener unas cuantas monedas en el bolsillo para poder pagar por una violación “consentida” sobre nosotras. Son tantas cosas que nos afectan y el no tener a una figura maternal, o a una traca como madre, haría el proceso mucho más doloroso, más complicado.

Cuéntame cómo vas a pasar el día de la madre

Voy a ir a Pisco, voy a pasarla con varias de mis hijitas, igual voy a estar en contacto con las otras, también voy a estar en contacto con mis madres trans, lo único que quiero es poder estar con mis seres queridos

¿Vas a estar con tu mamá biológica?

Sí, voy a estar con mi mamá biológica. Mi mamá es alguien que ha sufrido mucho y de repente también sería bueno terminar con algo que no me gustaría dejar pasar sobre las madres y las familias de nosotras, las personas de la diversidad sexual y de género. Al principio, cuando mi madre me rechazó, yo tenía un sentimiento de cólera hacia ella porque no comprendía cómo me podía rechazar siendo yo una alumna modelo, una hija modelo, o un hijo en todo caso porque en ese momento me veían así. Cuando yo salí del closet como gay, mi madre y mi familia en general no tuvo mayores percances, pero cuando yo salí como traca sí hubo rechazo que hizo que yo sienta cólera por mi madre. Ahora, después de tanto tiempo, miro hacia atrás y pienso que fui muy dura con ella, al juzgarla sin saber que en ese proceso no solo sufría yo, sino sufría toda mi familia, pero en especial mi madre, porque era sobre ella en quien recaía la culpa de no haber formado a la persona que la sociedad esperaba, ella tenía que cargar con ese sentimiento y además es demasiado complicado tener que exigirle a una madre que entienda esto de manera inmediata. Después de todo, puedo ver el vía crucis que tienen que cargar sobre sus hombros todos los padres de la diversidad sexual y en este caso de las mujeres trans.

Hoy por hoy yo veo a mi madre y sé que siente orgullo por mí, quizás no me lo dice, pero yo lo veo en sus acciones. Hoy que tengo mucha más confianza con ella me dice que no siente vergüenza por quien soy yo, sino siente miedo de que me hagan daño, de que no pueda caminar por la calle sin ser acosada, violentada, vulnerada, siente miedo de que ya no regrese con vida y creo que como sociedad tenemos una deuda también con estas familias, con estas madres que están en constante miedo por no saber qué es lo que va a pasar con sus hijas, por un Estado que no reconoce nuestros derechos.

¿Algo que quieras añadir para cerrar esta entrevista?

Aprovechar la oportunidad para saludar a todas las madres tracas, a mis madres decirles que esta lucha sigue en ascenso y agradecerles por todo lo que han hecho por mí, por todo lo que me han enseñado, por no dejarme sola. Sigamos con esta tradición, no rompamos el hilo de afecto que nos tenemos las unas a las otras, a construir lazos de sororidad, de cercanía, de empatía, de sensibilidad entre todas nosotras. Sigamos demostrando a este mundo que sí somos capaces de transmitir afecto y que no es cierto que no amamos porque amamos con locura, con pasión, con alegría, con furia, con fuerza, con mucha rebeldía, porque nos queremos libres.

Mil gracias Gahela por todo esto que nos compartes.

Related posts

Las mejores películas lésbicas estrenadas en 2019

Redacción Mano Alzada
5 años ago

Director de Instituto Riva Agüero es denunciado por hostigamiento sexual

Redacción Mano Alzada
5 años ago

Comisión de Justicia archiva proyecto de Matrimonio Igualitario y deja pendiente Unión Civil

Redacción Mano Alzada
2 años ago
Exit mobile version