Mano Alzada
Cultura, Feminismos, Opinión

Moxie, cuando las chicas gritan

Moxie, la segunda película de la comediante y directora Amy Poehler, quien también interpreta el papel de madre de la protagonista, es una comedia adolescente clásica con un tema poco clásico: el empoderamiento femenino desde el inicio hasta el final, sin ambigüedades, como el leit motiv que anuda las historias que iremos observando a través de las casi dos horas de duración.

Resulta inevitable la comparación con Booksmart (Súper empollonas o La noche de los nerds), la lisérgica ópera prima de Olivia Wilde (2019), no solo por la recurrencia de escenarios en donde se desarrolla la trama: la escuela, el baño, el gimnasio, la fiesta (como en todas las películas adolescentes), sino también por las amistades femeninas, en el caso de Wilde son dos adolescentes líderes y competitivas, en el caso de Poehler son dos chicas tímidas y obedientes, las cuatro apartadas de cualquier tipo de popularidad banal y construyendo sus propias identidades sobre la base de sus capacidades intelectuales. Incluso repiten actores, como el caso del rapero y skateboarder Nico Hiraga, quien en la película de Wilde hace de un chico travieso y torpe sin mayor porvenir, y en la de Poehler, convertido en el interés amoroso de la protagonista, ha madurado y se ha convertido prácticamente en un aliado feminista.

En el caso de Moxie, se cumple la profecía feminista de “solo necesitas una amiga para hacer una revolución”, en este caso, solo necesitas una amiga feminista, pues Vivian (Hadley Robinson) ya tiene una mejor amiga de infancia con la que comparte la misma personalidad evasiva y distante de lo que pase en la escuela, hasta que aparece una nueva alumna: Lucy (Alycia Pascual-Peña), que le dará un vuelco a sus sentidos comunes, pues no solo participa en clase, sino que cuestiona los aprendizajes que están recibiendo hasta ese momento. Tampoco se deja abusar por el matón del momento, como prácticamente le aconsejan todos para que este se canse y moleste a otro y así hasta el infinito. Lucy responde, se enfrenta, no calla, y esto genera un despertar en Vivian, quien retoma las historias de su madre, también feminista como Lucy, para crear un fanzine en el que expone todo lo que le parece injusto para las estudiantes hasta ese momento en la escuela y que antes no había visto. Vivian se ha puesto las gafas moradas.

El fanzine se convierte en el puente para que un grupo de adolescentes se una y empiece a crear una serie de consignas como forma de protesta ante las discriminaciones que viven, a vista y paciencia de la directora de la escuela (Marcia Gay Harden), quien demuestra que el orden patriarcal no es privilegio de los hombres, sino que las mujeres también pueden replicarlo.

Si antes, las directoras tenían ciertas reservas de “contrabandear” feminismo en sus obras o de no decirlo abiertamente, esta película demuestra que ese temor se ha perdido. Compromiso y entretenimiento están asegurados.

El dato

La película está basada en el libro de Jennifer Mathieu del mismo nombre.

Música: Rebel Girl (Bikini Kill)

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