Otro profesor de la Universidad Jaime Bausate y Meza es acusado de acosar a sus alumnas. Luego de las denuncias contra Gilmer Alarcón Requejo e Hirochi Meza, ahora le tocó el turno a Rómulo Luján, profesor de fotografía en esa casa de estudios y miembro del Consejo Directivo de la Asociación Nacional de Periodistas Filial Lima.
En la denuncia anónima, la estudiante sostiene que el profesor invadía su espacio privado para saludarla con besos sonoros, incomodaba con miradas incisivas y fuera de lugar, además de insistir con determinadas alumnas en que se tomen fotos desnudas para sus trabajos, o con él en sesiones privadas.
Este es el testimonio de la agraviada publicado en la pagina de Facebook Bausate sin acoso:
“A raíz de lo acontecido en las últimas semanas sobre las denuncias de acoso sexual que involucran a varios profesores de la universidad Jaime Bausate y Meza, decido sumar mi testimonio en contra del profesor Rómulo Luján, quien según tengo entendido ya no se encuentra enseñando, pero continúa como autoridad en la universidad.
Luján me enseñó fotografía en 3er o 4to ciclo. Siempre se mostraba muy amable con las alumnas y nunca se privaba de mirar de forma sugerente a cada una de ellas, incluyéndome. Las que hayan sido sus alumnas saben a qué tipo de mirada me refiero.
Además de estas prácticas, tenía la costumbre (o lo que ya se conoce como su modus operandi) de sugerir a las estudiantes que se hagan sesiones de foto desnudo para las tareas que dejaba, señalando que eran muy bonitas y tenían un bonito cuerpo. A mí nunca me pidió este tipo de fotos, pero escuché a varias compañeras decir que hasta les había invitado al Mali para tomarles fotos.
Lo que sí hizo conmigo fue algo que durante un tiempo me tuvo confundida: cada vez que me lo encontraba por los pasillos de la universidad se me acercaba mucho y me plantaba un beso sonoro y asqueroso en la mejilla. Las primeras veces creí que era una persona muy amable o que quizá yo le caía bien, no creí que un profesor me estuviera acosando, la verdad esa idea no se me pasaba por la cabeza. Eso sí, me sentía incómoda y esa sensación no la tenía con ningún otro profesor que me saludara con un beso o dándome la mano.
Me incomodaba tanto que a veces cuando lo veía venir por el pasillo hundía mi cara en un libro o en el celular para pasar rápido y de largo, y así evitar que se me acercara. Por supuesto, esto no siempre funcionaba, y si por casualidad hacía contacto visual con él o me lo cruzaba de forma inesperada, recibía aquel saludo que hoy sé no era simple amabilidad, sino acoso sexual.
Me tomó mucho tiempo entender que estaba siendo acosada, ahora sé que no dije nada por mi ingenuidad, por mi edad, por miedo a ofender al profesor y también porque en la universidad siempre se escuchaban comentarios sobre él y su trato con las alumnas, pero nadie decía que aquello estaba mal, por el contrario, era como si se tratara de un chiste o una palomillada, y pues, al ser algo cotidiano, yo no quería ser quien rompiera con aquella normalidad.
A quienes digan que la forma de saludar de Luján no constituye una forma de acoso, les digo que nadie, valiéndose de su figura de autoridad, tiene derecho de transgredir tu espacio personal y hacerte sentir incómoda de ninguna manera. No normalicemos más las prácticas machistas que se disfrazan de amabilidad.
Hago esta denuncia de forma anónima únicamente porque temo las represalias legales que la universidad o el profesor puedan tener contra mí. Principalmente porque de momento no cuento con el tiempo ni el dinero suficiente para afrontarlas.
También denuncio porque creo firmemente que las estudiantes tienen el derecho de caminar tranquilas y libres por sus espacios de estudio. Lamento haberme demorado tanto, lamento que otras hayan sido acosadas después de mí”.
Otros testimonios
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