“Plataforma Mujeres busca ser un espacio abierto y seguro a las colaboraciones de mujeres y también de hombres que compartan y hagan suyas la pelea por la equidad en el cotidiano, donde se juegan las concretas relaciones de poder (los otros, abstenerse)”, señalan en sus redes sociales a partir del lanzamiento de este portal web de coyuntura política y reflexión necesaria en tiempos en donde la inmediatez de las redes sociales no permite profundizar en debates fundamentales para avanzar hacia cambios en el país.
Las razones de su presencia actual están explícitas en su editorial, que reproducimos acá por su actualidad y urgencia:
“Una publicación con un comité editorial compuesto por mujeres en su mayoría y con una perspectiva de género para pensar problemas nacionales es algo tan inusual como moneda común lo opuesto: solo hombres discutiendo sobre asuntos públicos que nos competen a todas y todos. Llegó el momento de abrir la senda a múltiples voces, porque son asuntos de un país todavía asolado por la pandemia.
Más de 4000 mujeres han desaparecido. Esa otra ‘epidemia silente’, como la llamó Eliana Revollar de la Defensoría del Pueblo, no es de ahora, pero duele y se expone con mayor hondura en estos momentos de crisis.
La revista Plataforma Mujeres inicia su vida ‘pública’ en una coyuntura harto complicada: un país que ha conocido tres presidentes en una semana; un enfrentamiento entre poderes del Estado (Ejecutivo vs. Congreso) que expone los vicios de una Constitución aprobada bajo una dictadura; y una movilización ciudadana encabezada por acciones de desobediencia civil contra el espurio Merino, en Lima y en varias ciudades del Perú. Colectivos y colectivas que en la protesta en las calles y en redes sociales se nutren con una intensa discusión sobre el sistema político y nuestro futuro constitucional.
En este primer número, se aborda la insoslayable coyuntura constitucional. Irma del Águila se pregunta por el sujeto constituyente (¿partidos?, ¿la gente?) y por la correlación de fuerzas para apuntalar urgentes cambios constitucionales. Carla Sagástegui compara las constituciones políticas del Perú de 1979 y 1993, su contexto y la participación de mujeres en su hechura para mostrar cómo aquello que se omite en la norma fundamental aún vigente de nuestra República, también guía y encuadra la política nacional.
Rubén Merino Obregón reflexiona sobre las formas de hacer política en el Perú, identificando los mandatos de masculinidad que atraviesan tales prácticas y las posibilidades de construir nuevas formas de ‘politicidad femenina’. Desde la politicidad femenina, se abordan las políticas de cuidado. Carmen Barrantes denuncia la drástica reducción del presupuesto en la lucha contra la trata de personas (fundamentalmente mujeres), en un 33%, y propone urgentes ajustes al presupuesto publico que se debate en estos días. Estela Ospina se ocupa de las mujeres cuidadoras en pandemia: enfermeras y trabajadoras del hogar, expuestas al contagio y desprotegidas en un contexto de precarización del empleo y violencia de género. Ana María Guerrero nos propone pensar de qué manera y en qué medida el proyecto neoliberal afecta nuestra salud mental y nuestras formas de pensar, sentir, actuar, construir nuestros vínculos y proyectarnos a futuro.
Cierra este primer número de la revista una sección excepcional de fotografías tomadas por Carmen “China” Barrantes en La Pampa, en ese Corazón de las tinieblas“.