Mano Alzada
Especial, Feminismos, Maritza Ortiz Arica, Opinión

Castración, tratamiento farmacológico para un problema social que requiere enfoque de género

El Congreso de la República otra vez más nos sigue sorprendiendo con medidas populistas que no solo no solucionan los problemas, sino que también generan que se dejen de aplicar medidas legislativas que sí causarían un cambio y mejoras, sobre todo para las mujeres.

Esta vez el protagonista es el congresista Yonhy Lescano, de Acción Popular, quien ha presentado dos iniciativas legislativas para los casos de violación sexual a menores de 14 años, una de ellas es la cadena perpetua y la otra es la castración química. Me voy a detener a realizar un pequeño análisis sobre la última, pues durante su exposición en el hemiciclo no escuché nada específico con respecto a esta medida y ya que este jueves 24 de junio será sometida a votación, es importante que todas y todos tengamos un poco de información al respecto, pues la ciudadanía se ejerce exigiendo a nuestros representantes que legislen de una manera responsable, ya que nuestras vidas se deciden, a veces, con medidas populistas y sin ningún sustento, generando gastos innecesarios al Estado, con nula solución a los problemas.

Estoy de acuerdo con mucho de lo que el congresista dijo, por ejemplo, afirmó que el incremento de las penas no soluciona el problema de las violaciones, que es necesario implementar medidas de soluciones profundas y, además, aceptó que vivimos en un país machista, lo cual me generó un pequeño momento de emoción que, claro, se evaporó rápidamente cuando lo escuché decir que esa medida de solución profunda era, para él, la castración. La profundidad que hubiera esperado yo era que debían aplicarse medidas preventivas con enfoque de género, social e intercultural, pero es evidente que tenemos perspectivas muy diferentes en cuanto a los que significa la profundidad. 

¿Qué es la castración química?

Es un tratamiento médico que consiste en la administración de un fármaco, que puede ser el acetato de medroxiprogesterona (depo provera) o acetato de leuprolide, entre otros. La administración de este fármaco es por vía intramuscular, o sea, con una inyección en el glúteo, aunque también existe otro que puede ser administrado por vía oral, en forma de una pastilla; el tratamiento intramuscular puede ser mensual o cada tres meses y para que sea efectivo debe ser ininterrumpido. Es reversible, eso quiere decir que si se deja de administrar terminan sus efectos.

¿Cómo actúa?

El fármaco es una progestina, eso quiere decir que es un fármaco sintético derivado de la progesterona, una hormona sexual femenina, que tiene el efecto de disminuir los niveles de testosterona, hormona sexual masculina, secretada por la glándula hipófisis, que se encuentra en el cerebro, con lo cual genera la disminución de andrógenos en la sangre y de esta manera se disminuirían la intensidad y la frecuencia de pensamientos eróticos e impulsos sexuales; además impide la irrigación de sangre al pene, lo que evita la erección y de esta manera imposibilita el orgasmo.

Este tratamiento se originó y se estudió para el manejo de pacientes con cáncer de próstata en estado avanzado y se pudo evidenciar que presentaba como efectos adversos lo mencionado en el párrafo anterior. Es así que algunos científicos vieron en este fármaco una alternativa ante la castración quirúrgica, para que pueda ser implementada en casos de pacientes con diagnóstico de pedofilia, considerado como enfermedad y clasificado según el código internacional de enfermedades, CIE-10, como F65.4, que se hayan convertido en pederastas, porque se debe tener claro que no todos los pedófilos cometen violaciones sexuales, algunos de ellos solo consumen pornografía infantil o realizan tocamientos. Eso quiere decir que se propuso como alternativa farmacológica dentro de un esquema de tratamiento de pacientes con este padecimiento.

Pues bien, con este pequeño marco teórico, me voy a permitir opinar sobre esta medida, primero, para que pueda ser aplicada tendríamos que estar ante un paciente con diagnóstico de esta enfermedad y hay algo que el congresista no está teniendo en cuenta, que el problema que vivimos en el país con respecto a las violaciones sexuales tiene un origen social y estructural, que derivan de elementos culturales como el machismo, generados dentro de un Estado patriarcal, el mismo que forma hombres que ejercen la fuerza y el dominio, como manera de interactuar, sobre seres que ellos consideran inferiores, ya sea con violencia sexual, como con violencia física, psicológica y todas las demás.  

El problema de la violación sexual no es un problema médico, es un problema social, no se trata del efecto de una alteración biológica o fisiológica, se trata de una conducta que suele ser avalada por la sociedad y que se reproduce de manera sistemática en individuos sanos y en pleno uso de sus facultades mentales, que violan de manera consciente y decidida, aún sabiendo que se trata de un delito. Es así que aprobar una iniciativa legislativa de esta naturaleza no resuelve el grave problema que venimos enfrentando desde siempre, más aún cuando su aplicación pretende desconocer medidas como la educación con enfoque de género, que sí muestran evidencias de solución para estos casos.

La castración química se aplica en otros países; pero las opiniones son diversas y no hay estudios concluyentes que muestren una evidencia científica de la efectividad de su implementación, desde la determinación de los sujetos a los cuales se les aplicaría la medida hasta protocolos que unifiquen criterios entre todos los profesionales que intervienen en el manejo.

Los estudios que probaron que había una disminución en la reincidencia de este delito, han mostrado sesgos, uno de ellos es el hecho que la medida se aplica de manera voluntaria y por ello la disminución de casos de violación pudiera deberse a un cambio de conducta, más que una modificación como efecto del fármaco; así también, se vieron casos de pacientes que aceptaron el tratamiento, pero estos se administraron de manera paralela testosterona, lo cual generó que el efecto no sea el esperado. También se observa falta de adherencia al tratamiento por los efectos adversos que originan, como acné, disminución de vello corporal y crecimiento de mamas; por otro lado, el uso del fármaco de manera prolongada genera tolerancia y hace que el efecto sea nulo.

Esta medida no es tan efectiva como plantea el congresista Lescano, quien basa su efectividad en el hecho que actúa a nivel cerebral y con ello supone que es suficiente, el fármaco en mención tiene efecto a nivel del cerebro, es cierto, pero este no es el único lugar en donde se produce la testosterona, ya que esta puede ser producida también por las glándulas suprarrenales, que se encuentran sobre los riñones, tal es así, que se han registrado pacientes en tratamiento por cáncer de próstata que manifestaron tener actividad sexual, lo cual hace que tengan una calidad de vida óptima. Otro aspecto que no se ha tomado en cuenta es que este tratamiento podría resultar también peligroso en algunos de los casos, porque se han reportado pacientes que ante la impotencia, han cometido actos mucho más feroces y violentos.

La medida, además, no consta solo de administrar el fármaco, requiere de un conjunto de profesionales, desde médicos urólogos, endocrinólogos, psiquiatras, hasta psicólogos, sexólogos, trabajadores sociales y criminólogos; los que deben hacer evaluaciones constantes, seguimientos y terapias complementarias a la farmacológica, las que deben ser reportadas de manera individualizada y muy minuciosa, dentro de toda una política de Estado que comprende algunas otras medidas más.

Pero lo que preocupa es que esta medida no ha presentado resultados contundentes, es más, aún hay mucha discrepancia entre todos los profesionales involucrados, no cuentan con protocolos ni medidas estándares con respecto al manejo de los casos, al mismo tiempo que los estudios no evidencian cifras importantes que nos hagan suponer que esta sea la solución.

El congresista mencionó también que el Estado “no debiera preocuparse por los gastos que esto generaría porque se trata de nuestros niños y no hay que escatimar en gastos”; sin embargo, algunos especialistas del país que fueron consultados, refirieron que el costo individual por dosis podría ser entre los más económicos, de 300 a 400 soles mensuales y en algunos casos de 40 a 45 dólares, sin contar con el costo de los profesionales a cargo y de la implementación del programa.

Aplicar una medida como esta requiere de un gran esfuerzo para el cual el Perú no está en la capacidad, peor aún si la medida no muestra evidencias contundentes de ser la solución al problema; y resulta contradictorio que presenten la iniciativa de manera conjunta con la cadena perpetua, cuando este tipo de tratamiento tiene lugar, en otros países, para personas a las cuales se les pretende reinsertar a la sociedad.

El congresista y la mayoría de políticos que decide nuestros destinos no tienen una visión realmente profunda e integral sobre situaciones tan graves como esta, por un lado se indignan pidiendo cunas salvadoras y castración química, mientras que por otro se oponen a la implementación de políticas de educación y salud sexual y reproductivas, se niegan a introducir el enfoque de género, consideran que el machismo no es un elemento cultural negativo y creen que el patriarcado es la estructura que debe prevalecer como si de un orden correcto de las cosas se tratara.

Finalmente, reducir la conceptualización de que la violación sexual es solo la penetración del pene, es una visión equivocada y empobrecida de esta problemática, sobre todo si estamos hablando de niñas y niños; el agresor, en su mayoría, no es un paciente psiquiátrico, es un hombre en pleno uso de sus facultades mentales y realiza este acto como manifestación de su poder sobre otro ser que considera vulnerable, esta persona no es una víctima que requiera tratamiento, tampoco un ser del que haya que vengarse, castrándolo, es una persona que debe ser juzgada por el delito, y en donde se resguarde la seguridad de posibles futuras víctimas.

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