Mano Alzada
Opinión

Cuidemos a las madres del Perú

Desde siempre, las mamás en Perú trabajan doble: llevando ingresos a sus casas y cuidando en ellas a sus hijos o hijas. Desde siempre también, este segundo trabajo solo es reconocido un día al año, como de seguro lo fue el domingo 9 de mayo. Pero aun cuando para algunos de quienes lean estas líneas, la celebración ya pasó, ha de mantenerse nuestra admiración a las mujeres que se desempeñan igual o mejor que sus colegas en cada centro de labores y al mismo tiempo, cuidan con dedicación a sus hijas o hijos.

Admiración que debe incrementarse en este tiempo de pandemia por al menos cuatro motivos adicionales:

  1. Las madres trabajadoras han sido y son también auxiliares de docencia de los escolares peruanos, jugando en la práctica un papel central en la estrategia “Aprendo en Casa”.

Todo lo anterior, agravado en las madres solteras, que además de sobrellevar el doble trabajo, los riesgos y las angustias sin apoyo del Estado, tampoco tuvieron el apoyo de los padres de sus niños o niñas.

Ante ello, más que nunca, urge una política de cuidados que no partiría de cero. Ya existe el subsidio por maternidad a cargo de EsSalud para las trabajadoras formales, algunos regímenes laborales cuentan con una asignación familiar y tenemos el programa Cuna Más. Sobre ello, quien fue candidata por Juntos por el Perú, Verónika Mendoza, presentó el llamado “Plan Micaela”, con una propuesta de un Sistema Peruano de Cuidados para reconocer el trabajo doméstico o de cuidados actualmente no remunerado, incluyendo el refuerzo y ampliación de salas cunas y guarderías en espacios de trabajo público y privado, desde los 6 meses hasta los 4 años, con alimentación, cuidado, educación, servicios básicos e instalaciones adecuadas para el  desarrollo de las niñas y los niños. 

Además, se podría implementar un monitoreo diario vía mensajes al celular de cada mamá, vía un programa “Tu madrina”, donde personal adscrito al establecimiento de salud más cercano, acompañe a las mamás con consejos permanentes sobre cuidados en los tres primeros años de vida de sus vástagos. Este servicio podría darse de manera remota.

Paralelamente, se podría reforzar la defensa pública de madres solteras, para una mayor efectividad en hacer cumplir las obligaciones alimentarias de los padres descuidados.

Este conjunto de medidas u otras que puedan proponerse, pasa por una comprensión de todos y todas, de que la inversión en cuidados maternos, reditúa en el bienestar social, de muchas formas. Así se haría realidad la advertencia que en nuestras familias solemos escuchar cuando agasajamos a nuestras madres, como ocurre los segundos domingos de mayo: “que no sea solo un día al año”.

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