Mano Alzada
Cultura, Opinión

Federico de Cárdenas, el maestro del cine

Hoy fue un domingo tristemente distinto. No apareció la columna del querido Fico. Cuando yo vivía en Trujillo, en años de formación cinéfila, tres críticos de cine me marcaron y se volvieron referentes: Isaac “Chacho” León Frías, Federico “Fico” de Cárdenas y Ricardo Bedoya, los fui descubriendo en ese orden.

A Isaac León lo leía desde niño, en la extinta revista “TV+”, recomendando alguna buena película para ver en la tele, en números que aún conservo. Ello, entre fines de los 80 y casi todos los 90, fue un refugio personal. Supe por don Chacho en qué consistía una crítica de cine. Desde entonces le guardo mucho aprecio. A Ricardo Bedoya lo comencé a seguir a partir de “El placer de los Ojos”, ya en mi segunda década. Aquel programa, que admirablemente resiste, se convirtió en una escuela de interpretación del lenguaje fílmico e historia del cine. Pero fue en mi adolescencia que me volví devoto de Federico de Cárdenas y su aparición infaltable de todos los domingos en el Diario La República.

Mi familia no me dejará mentir: ha sido una tradición ininterrumpida leer durante el desayuno o almuerzo domingueros su comentario semanal a página completa de alguna película de la cartelera. A Trujillo varios de estos títulos no llegaban, así que los iba anotando con avidez, recortando esas preciadas páginas, coleccionándolas, para algún día conseguir las cintas reseñadas. Eran inmejorables ejercicios de excelente argumentación y afán didáctico, procedentes de la fina pluma de un cinéfilo de aquellos, un intelectual de primera, un investigador apasionado. Siempre en el estilo de Fico de Cárdenas: en primera persona del plural, iniciando con un breve análisis de los antecedentes del director, a veces acompañados de la gestación de la producción; seguía un recuento de la historia o premisa del filme, para de allí pasar a lo jugoso: la “puesta en escena”. También eran imprescindibles sus propuestas previas a algún festival o muestra local y sus balances anuales, siempre abogando por la riqueza del cine en su diversidad, reclamando por la pobreza y monotonía de la cartelera peruana, y tocando temas relacionados a las políticas públicas de la promoción cinematográfica.

Una de las cosas que más agradezco de mi venida a vivir a Lima es haber conocido en persona a estos maestros. Conversar, cruzarnos en algún evento cinéfilo, entre pelis de festivales. En el caso de “don Fico” -es así como lo saludaba- la cosa era especial. Alto, flaco y calancón, de lentes gruesos, voz ronca y sencillo ver, era hombre de pocas palabras, parco se diría. Podía encontrarlo solitario, al igual que quien escribe, coincidiendo en alguna película de cartelera, un día de semana, y a la salida preguntarle: “¿qué le pareció, don Fico?”, a lo que él respondía con un escueto “buena”. Lo maravilloso era como el domingo de esa misma semana ese “buena” se desmenuzaba en más de mil palabras. La erudición de Federico de Cárdenas era notable y abarcaba todo el cine realizado. Para muestra, su última publicación ha sido sobre “Han Solo”. Leyéndola uno admira cómo su entendimiento del universo Star Wars era igual de amplio que su sapiencia en la obra total de cineastas auteurs. Tengo en la memoria – y hasta en registros de audio – conversatorios en el Festival de Lima con gente como Arturo Ripstein, Bruno Dumont o Alexander Payne, y en ellos, ya sea como moderador o asistente, Fico le hacía al invitado la pregunta precisa sobre algún sello de su filmografía. Son grandiosas sus anécdotas de encuentros con monstruos de la talla de Chaplin, Bergman, Buñuel, Ford (a quien ayudó a cargar en su silla de ruedas en el Festival de Venecia), Pasolini, Godard, Glauber Rocha o Raúl Ruiz. Una hermosa existencia dedicada al cine y la cinefilia. La vida de quien apuraba el paso para atrapar tickets y llegar a tiempo a la función, la del que, según da cuenta más de un testigo, y parafraseando, tras cinco películas seguidas en una jornada festivalera, veía la siguiente poniéndose de pie por ratos para no quedarse dormido y completar la sexta.

La última vez que lo vi fue unos pocos días antes de su fallecimiento, asistiendo y organizando al igual que nosotros sus horarios para cubrir el Festival de cine Al Este y el Festival de Cine Lima Independiente. Don Fico deja un sentido vacío, en la cinefilia peruana, en esa página de La República, en su butaca que solía ser la de algún costado de la sala. A mí me dejó la dedicatoria que acompaño aquí, junto a la de Chacho, en el primer volumen de la antología de la legendaria revista “Hablemos de Cine”, de la que fue uno de los fundadores, una institución en sí misma. La guardo como un legado y tesoro. Sólo me queda citar una parte del entrañable discurso de don Fico en el homenaje que a él y Chacho (que pueden visualizar en el enlace de abajo) ofreció el Festival de Cine de Lima y al que acudimos: «Esta aceptación de los avances digitales no me impide pensar que nada reemplaza al fabuloso ritual de acudir a una sala de cine y descubrir desde una butaca una película en la gran pantalla. Es posible que hasta la sobrevivencia de este ritual se encuentre en duda por la competencia de maneras muy diferentes de acceder a las películas, pero mientras se pueda disfrutar de él, acudiré con mente abierta y ojos deslumbrados. Y aunque no crea ya, como hace muchos años, que el cine puede cambiar el mundo, sí sigo pensando que puede cambiar la vida, o al menos unas cuantas vidas. A mí me la cambió.»

Descanse en paz, don Federico de Cárdenas. Muy agradecido por las lecciones. Se le va a echar de menos.

Video del Homenaje a Federico de Cárdenas e Isaac León Frías: “Cincuenta años de Hablemos de Cine”, aquí ► http://bit.ly/2LH7sfP

Fotografía: El Comercio.

 

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