Escribe Arturo Jiménez*
Entre los clásicos de la literatura universal podemos encontrar 1984 de George Orwell. Esta obra distópica es el libro más mencionado por los “libertarios” o defensores de la economía de mercado aún más que cualquier escrito de Friedman o Von Hayek, sin saber los mencionados que el autor Orwell era socialista, aunque opositor al estalinismo imperante en aquella época. Este recordado libro nos narra la vida dentro de un país ficticio donde el gobierno controla todos los aspectos de la vida del ciudadano fomentando una especie de “pensamiento único”, los ciudadanos tienen que amar lo que ama el gobierno y odiar lo que odia el gobierno sin tener derecho a la oposición o poner en duda lo que la inmensa y cautivante propaganda vocifera. El gobierno de este país, afortunadamente ficticio, usa una especie de programa de Tv conocido como “los 2 minutos de odio”, donde es mostrado el rostro del “enemigo de la nación”, un personaje llamado Emmanuel Goldstein, al cual se le atribuyen todas las desgracias de aquel país; desde una mala cosecha hasta la sobreproducción de zapatos. Los ciudadanos de la hipotética nación tienen la obligación de interrumpir sus labores y diariamente recibir una “dosis” de odio hacia el controversial personaje, hasta el punto de creer en la propaganda e insultar y tirar cosas al televisor como muestra de desprecio hacia Goldstein, el culpable de todas las desgracias.
Como lo describe Orwell, los 2 minutos diarios de odio empiezan con una imagen de un rostro en la pantalla. Es Goldstein el culpable de todos los males convirtiendo a los tranquilos ciudadanos en locos gesticuladores vociferantes al presenciar extasiados la propaganda única y diaria del gobierno.
En la 2° vuelta actual en nuestro país, hemos visto cómo un canal de TV ha dedicado 3 horas diarias de sus programas nocturnos a difamar y presentar dudas respecto al candidato Pedro Castillo. Si en el libro son “2 minutos de odio”, este canal innova y aplica “3 horas de odio”, comenzando con una conocida periodista carente de cualquier tipo de credibilidad y profesionalismo conocida por intentar evadir su responsabilidad como ciudadana al recurrir a un “General del aire” tan ficticio como la novela de Orwell, seguida por un veterano y controversial comunicador social acusado de pederastia y pedofilia en los años 90, delitos por los que hasta ahora no ha sido juzgado; sucedido por un antiguo comentarista deportivo transformado hoy en un enérgico analista político conocido por sus expresiones machistas, campechanas y homofóbicas, cerrando la sesión diaria de odio y calumnia un antiguo periodista hijo de una familia rica, ahora radicado en Miami conocido por sus novelas eróticas.
Dicho canal superó con creces a los “2 minutos de odio” de la distópica novela “1984”, ya que en la vida real este canal emplea 3 horas diarias de su programación a injuriar a un candidato que nunca mencionaron durante la primera vuelta. Durante las “3 horas de odio”, el candidato Pedro Castillo, al igual que el ficticio Emmanuel Goldstein, será juzgado por casi todos los males que afectan al Perú tales como la subida del dólar, el alza del precio del pan, el desempleo, como de posibles males futuros como tener una crisis similar a la venezolana, rebrote de la subversión de los 80, hiperinflación y fuga de capitales.
Desde la derrota del fujimorismo en las elecciones del 2016 era evidente la cercanía editorial de este canal a la dictadura de los 90 y su legado económico, recordemos que el dueño fue aportante a la campaña de Keiko en la elección pasada. Este canal pasó a ejercer una colérica oposición al gobierno de Vizcarra cuando el Ejecutivo chocaba contra el Congreso dominado por la tristemente célebre mayoría fujimorista. Después que se hizo efectivo el cierre del Congreso, el canal enfiló todas sus baterías contra Vizcarra, acaso el Goldstein de aquella época. El canal brindó un entusiasta apoyo a la vacancia presidencial y al efímero gobierno de Manuel Merino. Con el advenimiento del transitorio gobierno de Sagasti, la línea editorial confrontacional al Ejecutivo no fujimorista no cambió, al punto de criticar abiertamente a los demás canales a pesar de que mantienen una línea editorial promercado similar y tildar de “comunista” a Sagasti.
Durante la primera vuelta mencionaban frecuentemente a Yhony Lescano y Verónika Mendoza, olvidando por completo al provinciano y futuro Goldstein peruano Pedro Castillo, citando interdiariamente al controversial excandidato y derrotado Rafael López Aliaga, y cuando este no iba tomaba su lugar otro cancerbero del “modelo”: Hernando De Soto.
Hoy, cuando su punta de lanza Rafael López Aliaga y su “plan B” De Soto fueron rechazados en las urnas, el canal lanza su artillería contra Pedro Castillo durante 3 horas de lunes a viernes sin contar las sesiones de odio dominicales. Entonces, nos corresponde a los ciudadanos elegir entre creer en las “3 horas de odio” e insultar al televisor cada vez que el canal de los Wong muestre el rostro de Pedro Castillo acusándolo de algún nuevo “crimen” al mismo estilo de los ciudadanos del país ficticio retratado en “1984”, que creen en las sesiones televisivas de adoctrinamiento, o poner en duda la propaganda del canal fascistizante y pensar por nosotros mismos, votando en contra de una fuerza que ya fue gobierno durante la década más oscura que tuvo nuestra nación.
Lo anecdótico y cómico es que hace unas semanas, este canal, durante “las 3 horas de odio”, presentó a una futura congresista fujimorista quejándose de una supuesta “campaña de odio” contra Keiko Fujimori a raíz de un spot donde se recordaba los crímenes de la dictadura fujimorista de los 90. Dicha virtual congresista fue conocida por escaparse de sus labores en Área de Participación, Atención y Educación Ciudadana del Congreso pasado para ir a protestar por el fallo que anuló el indulto. Como vemos, el pertenecer a una portátil fujimorista asegura un puesto de trabajo, en esa línea entendemos el afán de los provocadores que fueron a la Casa del Maestro hace un par de días.
*Miembro del colectivo progresistas Iqueños