Tal parece que cualquier ficción se queda corta de patas cuando se trata de recrear la historia de nuestro país. Ni siquiera terminamos de sobreponernos al berrinche de la chika y ya tenemos frente a nuestras narices al factor Guido Bellido, quien no es capaz de condenar los actos terroristas de Sendero Luminoso y ahora lo tenemos como flamante premier del Bicentenario.
Perú vive en un constante multiverso, donde las fases cíclicas cada vez acortan la brecha de espacio y tiempo. Sabíamos que el gobierno de Castillo iba a ser improvisado, lo que no sabíamos era que su primera crisis ministerial se desencadenaría sin siquiera haber jurado el gabinete en su totalidad.
¿Acaso el profesor presidente no tiene el poder suficiente para gobernar y solo es una mansa paloma a punto de ser devorada por un gavilán?
¿Acaso el profesor presidente está siendo manipulado y coaccionado con la seguridad de su familia a cambio de que Cerrón disponga sobre su embestidura?
¿Acaso el profesor presidente es solo una pieza en el gran juego de ajedrez del dueño de su partido?
¿Acaso el profesor presidente deja Palacio de Gobierno como museo porque asume que Lima es realmente hostil y peligrosa para su permanencia en el poder?
¿Acaso el profesor presidente está hilando fino dejando hacer y deshacer a su antojo a Cerrón, haciendo tiempo mientras que la justicia se lo lleva tras las rejas por sus imputaciones de corrupción?
¿Acaso el profesor presidente podrá llegar a primavera sin ser vacado por incapacidad moral?
¿Acaso Cerrón cree que él ha ganado las elecciones y, está repartiendo al país en ente mismo momento entre su gente de confianza?
Me pregunto, ¿cuándo dejaremos de vivir en simulacro para pasar a refundar –de verdad- una nueva Nación? En el tricentenario, dices.