Daniela Ortiz, artista peruana radicada hace más de 13 años en España, se ha destacado por ser una voz fuerte contra el racismo que pervive en el país europeo y que se hace carne en los cuerpos de miles de migrantes y refugiados que llegan a esas tierras. Su caso no es una excepción, pero sí demuestra el grado de violencia racista y xenófoba que viven miles de personas en el extranjero, y peor aún si tienen una voz crítica sobre esta. Ortiz ha tenido que elegir entre plantear una demanda legal que la pone en riesgo o salir de España para proteger su vida por la escalada que estaban tomando las amenazas de la que era víctima por desentrañar el orden racista de las instituciones españolas.
Como señaló en sus redes sociales, hace un mes tuvo que dejar su vida en Barcelona después de ser entrevistada en el programa Espejo Público, de Antena 3, para que opine sobre el movimiento antirracista en Estados Unidos a raíz del asesinato de George Floyd, y el racismo en España. En su presentación ella reivindica la necesidad de derribar los monumentos coloniales. Desde ahí las amenazas no se hicieron esperar.
Ella explica lo que está viviendo:
“La situación que estoy viviendo no es una experiencia individual. La violencia contra las personas migrantes y racializadas que militan en el antirracismo o que defienden sus derechos de forma cotidiana es algo común en el estado español y en Europa.
Despidos, expulsiones, detenciones, agresiones y amenazas es lo que vive la población migrante y racializada cada vez que alza la voz en contra del racismo y que desobedecemos el orden colonial. El poder sabe que no tenemos los mismos derechos que el resto de la ciudadanía.
Desde los compañeros criminalizados por el Ayuntamiento de Lepe tras organizarse en contra del racismo institucional hasta la compañera hondureña que las autoridades intentaron expulsar del país tras poner una denuncia por violencia de género, la respuesta es la criminalización. Una criminalización que ha pasado por denuncias contra Malick Gueye o Lamine Sarr, ambos portavoces de los sindicatos de vendedores ambulantes de Madrid y Barcelona o contra voces como Rommy Arce por denunciar el asesinato de Mame Mbaye.
El poder del racismo colonial no aguanta que las personas migrantes hablemos por nosotras mismas, no aguanta que podamos criticar aquel racismo institucional que conocemos tan de cerca, no aguanta que señalemos la continuidad del colonialismo ni su reivindicación en monumentos.
Quizás el miedo está cambiando de bando, quizás los alzamientos anticoloniales les genera ansiedad, quizás creen que persiguiendo voces individuales podrán acallar una voz colectiva que sigue viva después de 500 años de intentos de represión, y es que no, no podrán callarnos”.
Pronunciamientos a favor
Diversos colectivos mostraron su apoyo a Daniela por las circunstancias que atraviesa:
#RegularizaciónYa
“Colectivas migrantes y antirracistas de todo el Estado Español nos unimos para denunciar la violenta situación que ha sufrido nuestra compañera Daniela Ortiz. Los ataques racistas y misóginos en redes sociales la han forzado a abandonar el país, para protegerse ella y su hijo de posibles agresiones físicas y de la violencia institucional de la que pudiera ser objeto.
La obra artística de Daniela y su discurso, pone en evidencia la reproducción cotidiana de un orden racista que explota y vulnera. Gracias a un trabajo minucioso de investigación, observación y basado en la propia experiencia de agresiones sufridas por ella y el entorno que apoyamos la lucha, su obra denuncia estas vulneraciones en todos los ámbitos, como podemos ver con la realidad que atraviesan hoy lxs temporerxs, las trabajadoras del hogar y los cuidados, las trabajadoras sexuales, entre otros, incomodando tanto a los grupos de derecha como a quienes se creen progres de izquierdas, pero que en la mínima interpelación, le han dado la espalda o la han atacado y amenazado, imposibilitando su participación en el diálogo, el debate y la reflexión que contribuyan al pensamiento crítico y la construcción de políticas de justicia social y dignificación de la vida.
Condenamos la constante instigación y amenazas racistas hacia Daniela y todas las compañeras activistas que trabajamos en la construcción del discurso anticolonial, que en este caso, era expresado a través de su reconocida obra artística. Estos actos, no son hechos aislados o anecdóticos, responden a una lógica sistémica, que cuentan con la complicidad de los medios de comunicación hegemónicos, que se encarna en la constante violencia como defensa de quienes son interpeladxs por su acción colonial cotidiana. Su intención aleccionadora sobre las personas migradas que articulamos la lucha antirracista desde nuestras organizaciones, asociaciones y colectivas, no nos detendrá, sino por el contrario, nos da más argumentos para develar la violencia estructural y su orden colonial vigente.
Con este ataque a la libertad de expresión, quieren callar nuestras voces, nos quieren sumisas, obedientes para mantener sus privilegios. No es sólo a la artista que atacan, atacan las formas de supervivencia de las mujeres, madres, migrantes, difamando, desestimando y vulnerando derechos, con total impunidad, y amenazando directamente la unidad familiar, que tanto defienden para las familias blancas, pero que en cambio para las mujeres migradas significa enfrentarse a la institucionalidad y poner en riesgo a sus hijxs, ya que la quita de custodia es una realidad, como rigurosamente lo ha denunciado Daniela.
Quienes hemos atravesado dictaduras en nuestros territorios, o hemos emigrado por el expolio colonial en nuestros países, sabemos del rechazo que produce nuestra llegada al norte global, representamos una amenaza a vuestra selectiva memoria, porque temen a la exigencia de reparación. Por eso instrumentalizan leyes excluyentes, como la Ley de Extranjería, las trabas burocráticas de las administraciones para otorgar derechos a las personas migrantes y libran una guerra en las fronteras contra nuestras cuerpas. Y sí, somos una amenaza al colonial estado de bienestar europeo, porque somos resistencia migrante y no nos van a callar. Aunque esas necropolíticas nos expulsen, volveremos tantas veces como sean necesarias, a cuestionar esos monumentos y esa supremacía criminal que nos oprime pero que también nos impulsa a luchar contra el racismo estructural.
¡Ante la violencia patriarcal, racista y colonial, autoorganización migrante! #YNoPodranCallarnos“.