Mano Alzada
Política

Mark Vito o la banalización de la protesta

Mark Vito, husband of imprisoned leader of the Fuerza Popular party, Keiko Fujimori, goes on a hunger strike in solidarity with his wife, outside the Santa Monica jail in Lima on November 14, 2019. (Photo by ERNESTO BENAVIDES / AFP)

El esposo de Keiko Fujimori, porque hasta ahora esa ha sido su única función relevante en el Perú, Mark Vito, nuevamente ha sacado el showman que tiene dentro, y anunció una huelga de hambre en protesta por la carcelería de su esposa, quien está presa por recibir muchísimo dinero de empresas corruptas (que buscaban beneficiarse si esta llegaba a la presidencia o beneficiarse de sus congresistas, que serían mayoría), pasar esos millones a su cuenta y las cuentas de sus amigos a través de testaferros, amigos donantes que no donaban nada, o gente simplemente utilizada y engañada, sobre todo personas pobres.

Así, Mark Vito y Keiko Fujimori seguían siendo ricos y se alimentaban bien, mientras otros morían de hambre. Ahora Vito pretende ser una víctima del sistema judicial, aparentar que está sufriendo algún tipo de desgracia y dejar de comer unos días para visibilizar su causa, banalizando una forma de protesta usada por sindicalistas, por trabajadores y trabajadoras, por mujeres violentadas, por jubilados, por pacientes que no son atendidos y corren peligro de morir, y por tantas causas realmente injustas y llenas de dolor de miles de personas que no tienen otra elección que hacer huelgas de hambre para que las escuchen, que no son ricas como Mark Vito, que no tienen para tres comidas al día como Mark Vito, a quienes nadie se les acerca con cámaras para contar sus historias, ni con agua, galletas y abrigo cada 3 horas para sostenerlas, y que luego no regresarán a sus ostentosas vidas ni a sus mansiones ni a sus lujos, porque estas existen solo en sus sueños.

Nuevamente el fujimorismo, como todos los fascismos, intenta despolitizar una herramienta de lucha de aquellos que realmente la pasan mal en la sociedad, y que solo tienen para protestar su cuerpo y su hambre, y nada más, porque carecen de lo mínimo para vivir, para subsistir, para seguir adelante, y es la decisión más extrema que toman: poner en riesgo su salud y su vida por una causa que les trasciende, y porque ya no pueden más, porque todas las puertas se les han cerrado.

¿A Vito qué le falta?, ¿su esposa está presa injustamente? No. ¿Les sobra el dinero para abogados porque le han robado por décadas al Perú? Sí. ¿Les falta casa, comida, cama, abrigo, salud? No. Pero sí han logrado que muchos peruanos vivan en la pobreza sin comida que llevarse a la boca.

El recurso que Vito toma tan a la ligera es la última arma de los pobres, de los abandonados, de los sin derechos, y lo que él está haciendo es apropiarse de algo que no le pertenece, qué novedad, para su provecho, como lo ha hecho siempre el fujimorismo, porque ahora, a falta de robar dinero y bienes, también se quieren robar los símbolos de la protesta legítima. ¿Qué más le falta robar a este clan delincuencial?

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