Daniel Urresti fue absuelto por el asesinato del periodista Hugo Bustíos, ocurrido en 1988 en Ayacucho, después de tres años de juicio. La hija del periodista llevará el caso hasta la CIDH.
Bustíos investigaba el asesinato de Primitiva Jorge y su hijo Guillermo, perpetrado por Sendero Luminoso en Erapata. Cuando se dirigía a investigar más sobre el crimen con su compañero Eduardo Rojas en una moto, fueron emboscados y baleados con metralletas. Rojas pudo escapar, pero Bustíos, herido, fue dinamitado para que piensen que fue obra de Sendero.
Acusación
En el 2007 se sentenció a dos militares por este crimen: Víctor La Vera Hernández, ex jefe de la base militar de Castropampa, como autor mediato –por haber ordenado el ataque– a 17 años de cárcel, y el mayor Amador Vidal Sanbento, por cometer el asesinato, a 15 años.
Ninguno cumplió su condena en la totalidad, pero en el 2009, Vidal confesó que había un implicado más: Daniel Urresti, que se desempeñaba como jefe de la Sección de Inteligencia en Castropampa y conocido como ‘Capitán Arturo’.
A este testimonio se le suma el del ex oficial Edgardo Montoya Contreras, que lo vio partir en la camioneta junto Johnny Acuña, conocido como Centurión, también señalado por Vidal como uno de los ejecutores. Acuña falleció prófugo de la justicia y se inició una acusación contra Urresti en el 2013. El fiscal Luis Landa lo acusó de asesino indirecto y pidió 25 años de prisión.
Pero en el 2015 el caso dio un giro con el testimonio de Ysabel Rodriguez, testigo presencial del asesinato y víctima de violación por parte de Urresti. La acusación pasó a sindicarlo como coautor, por lo que se alargó el proceso, ya que los medios probatorios debían arrojar que el mando militar estuvo presente durante el crimen.
A pesar de las pruebas y los testimonios, la Sala Penal falló a su favor y alegó: “Las circunstancias en las que la testigo Ysabel Rodríguez Chipana contó que reconoció a Daniel Urresti cuando lo vio en Palacio de Gobierno no generan certeza” y los testigos presenciales “nunca mencionaron al Capitán Arturo ni el nombre de Daniel Urresti ni sus características”.
Sharmelí Bustíos, hija del periodista y quien encabeza la búsqueda de justicia después que su madre falleciera en un accidente de tránsito, declaró: “Ayer volvieron a asesinar a mi padre y, de verdad, deslegitimaron la lucha de mi madre, una mujer que ha sido la cara visible durante muchos años de búsqueda de justicia. Y que ayer, así de la nada, salga absuelto el señor Daniel Urresti”.
En conferencia de prensa junto a representantes de COMISEDH y su abogado Hernán Barrenechea se reafirmó:
“La página no se pasa con injusticia, con humillaciones. El jueves volvieron a asesinar a mi padre y deslegitimaron la lucha de mi madre con un fallo que absuelve al señor Daniel Urresti, y que después él salga a decir: ‘Ahora pueden votar por mí, no tengo nada que ver’”, sostuvo, con firmeza, acompañada de su hermana Celia Bustíos.
Mientras que Urresti al salir de la lectura de su sentencia, manifestó: “Por eso que me veo obligado a salir el día de hoy, porque creo que los vecinos de Lima, todos los habitantes de Lima tienen que saber, sin lugar a dudas, que yo he sido declarado inocente por unanimidad”.
Recordemos que el exministro ha tenido una actitud cuestionable durante el proceso, como burlarse de la testigo Ysabel Rodriguez durante la sesión. Asimismo, cabe detallar que hay muchos detalles oscuros que han pasado por alto como la muerte del principal testigo dos meses después de ocurrido los hechos.
Aquí dejamos el testimonio de la viuda de Bustíos:
Relato de Margarita Patiño, viuda del periodista Hugo Bustíos.
Adaptación de la entrevista al periodista Jonathan Castro el 05/07/2014
Él fue a cubrir un asesinato que le hacen a la señora Primitiva Jorge Sulca y a su hijo. Llegó ahí a la casa de la señora ya estaban los militares. Estaban haciendo patrullaje acantonados.
– Buenos días.
– ¿Qué hay compadre? Retírate.
– Pero quiero tomar fotos. Soy el corresponsal de Caretas- inclusive lo insultaron – no, tú no puedes entrar a tomar y punto. Se acabó, compadre.
– Por favor, no- entonces, él regresa.
Él regresa a la casa y me pide que lo acompañe al cuartel para pedirle permiso a Carlos (La Vera Hernández). Cuando llegamos en la moto, él lo coge del hombro y lo hace cruzar al otro lado de la puerta. Cuando cruza sale el Command Car con 4. Es cuando levanto la mirada y digo:
– Yeni (Eduardo Rojas Arce), ¿estos de civil trabajan acá?
– Sí, Marquita son de inteligencia. Mujeres también hay.
Ya cuando estamos saliendo le digo y ¿para qué te ha hecho venir? Maca, dice que ha caído el camarada Sabino y me ha echado, dice que me conocen. Claro, todos nos conocen por la tiendita, así le hubieras dicho. Me dejó en la casa y le dije que mejor no vaya.
– ¿Ya ves? Por eso no me gusta decirte nada. Prepárame bastante chicha heladita.
Ese día hacía un calor espantoso. Antes de irse me llama y me dice “China, en media hora, si no regreso avisas a Caretas y vas a recogerme”. Yo agarré y le grité “hierba mala nunca muere”.
Se fue con Eduardo en la moto. Rumbo a la casa de la comadre Primitiva había un badén bien profundo. Entonces él sobre para ahí y ta-ta-tá.
– ¡Alto! ¡Alto! Somos periodistas.
De un caserón abandonado salen los cuatro y lo ametrallan. Él malherido sale, se arrastra y cae. Eduardo salta. Hugo le dice “loco, corre, sálvate, es el ejército”. Eso ha sido la razón por la que lo destrozan. Porque de repente si él no hablaba se hubiesen largado
A Eduardo lo ametrallaban y él escapa en zigzag. Entonces escucha una detonación y voltea y ve que Hugo se elevaba tan alto y luego cayó. Nunca pudo ese joven superar eso. Cuando nos encontrábamos era puro llanto.
Cuando me entero, voy en la camioneta y una amiga sobre para y me dice “Maquita, no vayas. Anda pide seguridad al Ejército, que te acompañe”. Lógico, mis amigos. Me fui al Ejército. Llego a la base de Castropampa y pido conversar con el comandante (La Vera Hernández). En eso demora un poco para salir y cuando sale estaba oliendo bastante a cigarro y a alcohol. Lo agarre y le dije:
– Carlos, qué hiciste, tu gente mató a Hugo. En su conciencia llevan a un hombre inocente y dejan a cuatro niños en la orfandad.
– Maquita, tranquila, te prometo que si es mi gente les vamos a dar la sanción que merecen. Te prometo – hizo pedir un agua, no la tomé.
¿Por qué el alcohol y el cigarro? ¿Se arrepintió? ¿Qué dijo? ¿Me fregué? ¿Qué dijo? Dígame Ud. ¿por qué? Cuando fui a la policía ya estaba el carro de la PIP saliendo, el fiscal, ya todos estaban ahí. Cuando llegué le dije “doctor, mataron a Hugo”, “tranquila hija, tranquila vamos”.
Yo iba con mi camioneta siguiendo a ellos. Cuando llegamos a Arapata, estaba acordonada de la gente de los Cabitos y en eso no me dejaron pasar. Yo quería pasar para recogerlo, agarrarlo. Quería a toda costa, y las amistades y los soldaditos lo impidieron. Había un soldadito que lloraba, me miraba y lloraba el soldadito. Yo decía por qué te hicieron esto, terco, su terquedad hizo esto.
Cuando lo levantan veo que se le caía trozos de carne. No podía creer. Tan es así que la mano la encontraron mucho más allá, la mano izquierda que la tuvieron que llevar aparte y para que aparezca en el saco se le cosió la mano al saco porque todo estaba destrozado. Un pedacito de acá se había librado, este pedacito.
Yo gritaba, fue terrible. Eso lo recuerdo siempre como si fuese ayer, en este momento. Imagínese, ensañarse.
¿Y por qué no encontramos los casquillos, joven? ¿Se hubiese dado el trabajo otra persona de recoger eso? Ni un casquillo. Y han sido metralletas porque han sido ráfagas de ta-ta-tá.
No había nombres. Imagínese yo he peleado contra un monstruo que es el Ejército.
¿La Vera se acercó en algún momento a decirme, Maca, mis condolencias? ¿Alguna vez cuando fui me dieron el nombre de la patrulla? Jamás, se quebró la amistad ahí. Una vez lo tuvimos en casa, almorzamos con él, y él conocía muy bien la casa. ¿Siendo algo lo hubiésemos dejado entrar a nuestra casa? ¿Hubiésemos compartido con él algo? Dígame Ud. ¿por qué lo mataron así? De una manera tan vil se han ensañado con él ¿por qué?