En Áncash aumentan intoxicados por ingerir agua contaminada con metales pesados. En la Amazonía, derrames de petróleo destruyen fuentes de alimentación y no hay atención sanitaria. ¿Qué sucede?
Las verdaderas bondades de nuestro país más parecen estar debajo de su tierra, de su piel, que en su gente. ¿Cómo explicar que en Huaccho (Quillo, Áncash) existan 46 ciudadanos intoxicados con plomo en la sangre, 27 de ellos niños y tres de estos afectados gravemente, por ingerir agua contaminada? Cabe mencionar que es la minera Coemina SAC quien realiza sus actividades en la cabecera de la cuenca Sechín.
¿Cómo explicar los resultados de un estudio toxicológico (2018) del Ministerio de Salud (Minsa), en nuestra Amazonía, arrojen niveles que superan los estándares permitidos de metales pesados (plomo, cadmio, arsénico, entre otros) en la población? Resaltemos los casi 50 años de actividades petroleras en la zona.
Asoman las respuestas
Sobre esta última mención, la respuesta que se da Ermilda Tapuy, representante de la etnia kichwa de la cuenca del río Tigre (Loreto), es que “el petróleo trae desarrollo a los gobiernos y no a las comunidades”.
Desde el 2014 los derrames de petróleo en la Amazonía peruana fueron más frecuentes, afectando a casi 400 comunidades. Una zona cuyos niveles de pobreza están entre 45% y 59%, con desnutrición crónica, y ni qué decir del acceso a salud y educación.
Con una infraestructura de 48 años de antigüedad y 800 kilómetros de extensión, el Oleoducto Norperuano (PetroPerú) presenta deficiencias en su mantenimiento. Según Osinerming (informe de mayo), de las 51 fugas ocurridas entre 1997 y marzo de este año, el 50% de responsabilidad recae en terceros, 16% es por la corrosión y solo un 2% por problemas operativos de la petrolera.
Las muestras de sangre y orina de 1168 personas de 39 comunidades de las cuencas de los ríos Corrientes, Pastaza, Marañón y Tigre, tomadas por el Centro Nacional de Salud Ocupacional y Protección del Ambiente para la Salud (Censopas), dan como resultado a un 57% con niveles superiores a lo permitido de plomo en la sangre. Claro, según los estándares internacionales que es menos de cinco microgramos por decilitro. Pero como estamos en Perú, se permiten 10 microgramos de plomo por decilitro en niños y 20 microgramos para adultos. Por eso, solo el 10% de esa población estaría gravemente afectada.
A inicios de 2016 se derramaron más de 7 mil barriles de crudo. “El olor fuerte (del petróleo) nos afectó la cabeza, hemos sufrido porque nos daba vueltas la cabeza. Los que han quedado peor han sido los niños, actualmente están con dolor de hígado”, señala una mujer awajún.
Documentos para la ‘fisión’
Las soluciones de papel —que quedan solo en papel— provienen, en este caso, desde el Minsa y sus “Lineamientos de la Política Sectorial para la Atención Integral de las Personas Expuestas a Metales Pesados y Otras Sustancias Químicas”. De papel porque las organizaciones sociales y la sociedad civil continúan a la espera de su implementación.
Pueblos indígenas se pueden incluir en las 17 regiones con problemas ambientales, en ellas se encuentran 4867 personas, entre niños y niñas, afectadas por la contaminación.
Huaccho es una de esas poblaciones; una situación que lleva años y que tiene a su río fatalmente contaminado. Desde la cuenca, el agua pasa por los diferentes relaves de las actividades mineras y llega desmejorado al poblado. La Policía ya alertó la posibilidad de un conflicto entre las comunidades y la empresa, los ciudadanos ya buscaron apoyo en sus autoridades locales; el objetivo es la minera Coemina SAC que sigue operando en la zona.
El gobierno consigue popularidad, pero esta irá cayendo a desmedida si no se hayan soluciones concretas. En las batallas entre legisladores y ministros los que siempre pierden son los ciudadanos y ciudadanas que no están allegados a cualquiera de ellos.