“¿Sabes que eres una feminista?”
La palabra “feminismo” se ha convertido erróneamente en un término tabú, muchas veces asociado a connotaciones negativas, por lo que suele ser rechazado y estigmatizado, además de ocasionar acalorados debates.
A muchas de nosotras, las feministas, nos ha costado un largo camino reconocernos como tales. Es difícil desaprender todo lo adherido a la cultura en la que crecimos: la tan normalizada cultura patriarcal, pero existen culturas que son, lamentablemente, más machistas que otras. Mi visión de feminismo, construida mediante mis experiencias y aprendizaje, puede ser muy distinta a la visión feminista de una mujer francesa, australiana, estadounidense o nigeriana. Si bien es cierto que todas pertenecemos al grupo oprimido, y que nuestras experiencias pueden coincidir, los países en los que nacemos, el contexto socioeconómico en el que crecemos, nuestras familias y nuestra religión, juegan papeles claves y son estos los que hacen la diferencia.
Es muy importante oír la voz de todas nuestras compañeras para poder entender su lucha y así lograr una sororidad más fuerte y consolidada. Precisamente por eso es por lo que hoy les traigo a una mujer a la que admiro muchísimo: Chimamanda Ngozi Adichie.
«La cultura no hace a la gente. La gente hace la cultura. Si es verdad que no forma parte de nuestra cultura el hecho de que las mujeres sean seres humanos de pleno derecho, entonces podemos y debemos cambiar nuestra cultura».
Empoderada mujer nigeriana de 42 años, con un talento inigualable para transmitir conocimientos en base a historias. Creó sus primeros cuentos siendo aún una niña, con lo cual demostró hacia donde se dirigía su futuro. A los 19 años viaja a Estados Unidos para continuar con sus estudios universitarios sobre Comunicación y Ciencias Políticas en la Universidad de Drexel, Filadelfia, gracias a una beca de dos años. Estudió además Escritura Creativa en la Universidad John Hopkins de Baltimore y obtuvo el grado de magíster de Estudios Africanos en la Universidad de Yale.
Sus narraciones se caracterizan por resaltar muchísimo los temas culturales y romper con los estereotipos, ya que habla sobre la cultura de su natal Nigeria y también sobre la cultura americana. Resalta además la diversidad de costumbres y etnias africanas, dándole voz a un continente erróneamente estandarizado. Su primera novela publicada fue La flor púrpura, la cual la hizo acreedora a varios galardones y, junto a las charlas TED, la catapultó a la fama.
Chimamanda se define como feminista desde siempre, incluso cuando no conocía el término, ya que cuenta que desde muy niña vio como absurda la idea de no poder participar en ciertos rituales propios de su cultura, solo por su género. En el libro Todos deberíamos ser feministas detalla que la primera vez que escuchó aquella revolucionaria palabra fue de la boca de su mejor amigo, quien le dijo: “¿Sabes que eres una feminista?” en un tono muy despectivo.
Todos deberíamos ser feministas
Esta exitosa escritora ha publicado una gran variedad de obras, pero hoy me quiero centrar en su ensayo: Todos deberíamos ser feministas. ¿Por qué? Pues porque es el primer libro referente al movimiento que recomiendo leer para las personas que desean conocer más sobre el tema, ya que toca de una manera muy didáctica el concepto en sí de feminismo. Es pequeño, fuerte y directo, por lo que considero que es la introducción ideal para conectarse con lo que el feminismo representa.
Como ya lo dije antes, Chimamanda posee un talento magnífico para transmitir experiencias en base a historias, y es así como está construido este ensayo, en base a las vivencias de la autora. El libro inicia con la escena detallada líneas más arriba, en la que esta escritora está teniendo un debate con su mejor amigo, y este la increpa por su notorio feminismo.
«Enseñamos a las chicas a tener vergüenza. “Cierra las piernas”. “Tápate”. Les hacemos sentir que, por el hecho de nacer mujeres, ya son culpables de algo. Y lo que sucede es que las chicas se convierten en mujeres que no pueden decir que experimentan deseo. Que se silencian a sí mismas. Que no pueden decir lo que piensan realmente. Que han convertido el fingimiento en un arte».
A lo largo del ensayo se tocan diversos temas tales como los estereotipos e ideas machistas, la culpabilidad con la que crecemos las mujeres, la construcción cultural y situaciones incómodas dentro de nuestro entorno familiar con las cuales las mujeres nos hemos topado en cierto momento. Yo me sentí identificada en muchas partes y leerlo fue una catarsis interna.
«Hay gente que pregunta: “¿Por qué usar la palabra “feminista”? ¿Por qué no decir simplemente que crees en los derechos humanos o algo parecido?”. Pues porque no sería honesto. Está claro que el feminismo forma parte de los derechos humanos en general, pero elegir usar la expresión genérica “derechos humanos” supone negar el problema específico y particular del género. Es una forma de fingir que no han sido las mujeres quienes se han visto excluidas durante siglos. Es una forma de negar que el problema del género pone a las mujeres en el punto de mira. Que tradicionalmente el problema no era ser humano, sino concretamente ser una humana de sexo femenino. Durante siglos, el mundo dividía a los seres humanos en dos grupos y a continuación procedía a excluir y oprimir a uno de esos grupos. Es justo que la solución al problema reconozca eso».
Finalmente, sí, todos y todas deberíamos ser parte del feminismo ya que, si bien es un movimiento protagonizado y liderado por nosotras, las mujeres, necesitamos de aliados hombres que renuncien a sus privilegios y rompan con este ciclo de opresión normalizada. No basta con ver la lucha desde el palco, sino también hay que involucrarse y alzar la voz ante la discriminación de género. Debemos cambiar de raíz nuestra cultura y hacer del mundo un lugar más justo.
«La definición que doy yo es que feminista es todo aquel hombre o mujer que dice: “Sí, hay un problema con la situación de género hoy en día y tenemos que solucionarlo, tenemos que mejorar las cosas”. Y tenemos que mejorarlas entre todos, hombres y mujeres».