Pasar de la teoría a la práctica para que las acciones político-culturales tengan un real impacto social es tal vez lo más difícil de la administración pública, pues requiere de la participación efectiva de la ciudadanía en su propia mejora de vida, así como de serios presupuestos, documentos normativos y de especialistas comprometidos.

El «verdadero funcionario» es aquel que traduce las necesidades, los intereses y los anhelos de todas y de todos en políticas públicas, lo cual no es solo planes, programas o actividades, sino también métodos creativos, estrategias innovadoras, pedagogías inclusivas, principios democráticos, materializados en enfoques: de derechos humanos, interculturalidad, género, inclusión, medio ambiente, entre otros. Por eso, escuchar antes de proponer es la única forma de que cualquier acto político-cultural sea legítimo y eficaz; quiero decir, constitucional.

Este año, por ejemplo, el Felinch (Festival del Libro de Nuevo Chimbote) se planea, sueña, intenta organizar desde la comunidad, construyendo un puente de palabras con los grupos más vulnerables y periféricos de la ciudad, donde la cultura en general, y la lectura y la escritura en particular, son más que necesarios para hacer la vida más vivible; para escuchar y decir aquello que nos hiere, pero también lo que nos hace felices y comunes entre unos y otros. He aquí la participación ciudadana como un derecho y un deber; un derecho porque nos permite tomar decisiones, y un deber porque nos hace responsables de estas decisiones y por ende de nuestro propio destino.

La actividad en este vídeo, coordinada por la laureada poeta y abogada Denisse Vega Farfán, responsable de la biblioteca municipal de Nuevo Chimbote «Inca Garcilaso de la Vega», marca un antes y un después en la gestión política-cultural de la ciudad (y tal vez de la región y por qué no del país), pues a través de la mediación lectora (en esta oportunidad con niñas y niños del INABIF bajo custodia temporal por violencia familiar o abandono), se empieza un proceso de participación ciudadana en la construcción del espíritu de la Felinch 2022, que se materializará posteriormente en el programa cultural, la infraestructura, las comunicaciones y los expositores.

Para hacer este proceso más eficaz, institucional y democrático, estamos gestionando nuevos saberes y apoyo técnico con organismos nacionales e internacionales, como el Ministerio de Cultura (Perú) y la Alcaldía de Medellín (Colombia), entre otros, pues todo acto (inter)cultural siempre es ecuménico y colaborativo.

Como he repetido sin cansancio: toda gestión pública debe ser cultural, pues la cultura es política (en cuanto marca una-forma-de-estar-en-el-mundo) y, por lo tanto, transversal a todos los procesos: económicos, sociales, sanitarios, ambientales, urbanísticos, etcétera, y es una herramienta imprescindible para el desarrollo de la ciudadanía. Es por eso que además de promover la participación ciudadana, es vital contar con un trabajo político articulado entre las diversas gerencias, subgerencias, programas y áreas, pero sobre todo, de la voluntad política de la máxima autoridad (en este caso del alcalde).

Es por eso que en esta actividad realizada en la biblioteca municipal de Nuevo Chimbote también participó la Demuna, pues la gestión cultural (en esta oportunidad a través de la mediación lectora) coadyuva a la promoción de los derechos de las niñas, los niños y los adolescentes, y les permite expresarse y fortalecer su confianza y autoestima, sobre todo cuando provienen de hogares disfuncionales y necesitan de la imaginación para reconstruir el mundo. Por tal motivo, debe nacer de este tipo de situaciones concretas los objetivos de toda acción política-cultural, así como de la inversión pública.

El Felinch será este año, ese pequeño gran lugar donde nos re-encontraremos con los otros a través de los libros, pero sobre todo, con nosotros mismos, si, desde las autoridades, las instituciones públicas, las empresas y la sociedad organizada así lo demandan y procuran. Amén.