(Foto: Facebook Pickadeli)
Para el restaurante Pickadeli las mujeres embarazadas no deben trabajar. Para ellos lo mejor es dedicarles ese tiempo a sus hijitos.
Conservaremos su identidad y le llamaremos ‘Romina’. Ella fue aceptada por sus aptitudes y experiencia que exigía el puesto gerencial al cual postuló. La entrevista se dio a las 10 de la mañana del 27 de junio pasado. ‘Le avisaremos en el transcurso del día’ le dijo la supervisora de Recursos Humanos de la empresa. Y así fue. Para la tarde de ese día ya era aceptada como ‘parte de la familia Pickadeli’.
A Romina, después de la entrevista, le dieron unos fuertes dolores abdominales. En compañía de su pareja fue al ginecólogo; ella pensó que era un fastidio por el problema hormonal que sufre: ovario poliquístico.
Los resultados de los análisis le dieron una sorpresa: estaba embarazada de 24 semanas. Mientras asimilaba la noticia, dentro de su cabeza rebotaba una pregunta: ‘¿Y ahora el trabajo?’
No es necesario seguir ocultando lo que muchas de las mujeres peruanas trabajadoras sienten al saber que están embarazadas. Eso también pasó con Romina.
Pasada las 3 de la tarde, un mensaje llegó a su teléfono citándola para el lunes 2 de julio; ese día empezaría sus labores dentro de la empresa. Romina aceptó. Decidió esperar y contarles personalmente la nueva etapa de su vida. “Sería sincera. Eso es lo mejor”.
Cambio de aires
La búsqueda de mejores oportunidades y de crecimiento profesional llevaron a Romina a dejar su trabajo anterior —ella sabe del negocio de hoteles y restaurantes—. Desde fines de mayo hasta quincena de junio continuó trabajando en una empresa donde uno de los beneficios más importantes que tenía era el seguro de salud privado.
La ocasión de trabajar en Pickadeli se dio, fue aceptada. Ese 2 de julio, conversó son el gerente de operaciones. “Decidí contarle la verdad consciente de la realidad que enfrenta la mujer en este país”. Romina sabía del proceso regular de prueba que existe en las empresas, así que no sería exigente. Con nada. Solo le pidió 15 días de descanso —post parto— y, es más, sin goce de haberes. Además, la experiencia de ser madre no era nueva para ella y siempre contó con el apoyo de su familia. Era simplemente trabajar.
El gerente le dijo que conversarían ‘el caso’ en reunión de gerencia. Al día siguiente, martes 3 de julio, llega un nuevo mensaje al móvil de Romina; ya no contarían con ella por ‘su situación’ y le aconsejaron que ese tiempo, que le tomaría el trabajo, se lo dedique a su hijito. Ellos necesitaban a gente comprometida al 100% con la empresa.
Romina conversó con su amiga de lo sucedido. “Debes denunciarlos”, le aconsejó. Pero solo creyó que sería suficiente hacerlo visible en redes. “Es injusto lo que viven las mujeres. Si le ocurriera a un hombre no sería igual, o sea, si ellos les dicen a la empresa que pronto serán padres, los felicitan”.
Viral
Lo que no imagino Romina —ni Pickadeli— fue la reacción de la gente y de cómo la ‘bomba’ de indignación llegó hasta las autoridades y varios medios de comunicación masivos. Ya conversaron con ella representantes de varias organizaciones, le dieron asesoría legal y le indicaronn cómo debería proceder. Por otro lado, los medios buscan que ‘agarre la bandera’ y cuente a todos los peruanos y peruanas lo que le sucedió, y ser un precedente.
Romina no quiere indemnizaciones ni beneficios, tampoco quiere ser un símbolo mediático. “No seré la última que sufra este atropello. Hay muchas mujeres con casos más complejos. Yo cuento con el apoyo de mi familia, pero creo que la sociedad y el Estado debe dejar las contradicciones. Por ejemplo, te dicen que no abortes y cuando decides tenerlo, te cierran las puertas, no hay apoyo”.
Ante esto, la empresa de comida ya hizo sus aclaraciones a través de sus redes y rechaza que exista discriminación hacia las personas. Además, ‘está investigando el caso’.
En Mano Alzada creemos que la empresa no tardará en comunicarse con Romina para ‘conversar’, le dirá que todo fue un error por parte de ambos lados, que se ponen en su lugar, que ellos también tienen madres y hermanas. Que lo mejor es solucionar, llegar a buen puerto para que la empresa —la empresa— no quede afectada. Y todos felices.