El sistema judicial-legal le ha dado una serie de prerrogativas a los hombres cuando abusan de las mujeres, para disminuir o anular la sanción que deberían de tener luego de cometer algún delito o crimen contra ellas.
Un ejemplo clarificador de esto es la Casación N° 335-2015, conocida como la Casación del Santa, que usaban múltiples jueces para liberar a violadores condenados en razón de su juventud, es decir, si violas a una mujer, incluso a una niña, pero tienes entre 18 y 21 años, tu pena será menor a la que tendría un hombre mayor de 21. ¿La razón? No perjudicar el proyecto de vida de los violadores. Entonces, los jueces se inventaron una serie de razones para fundamentar la liberación de violadores, entre ellas, el posible consentimiento de la violación por parte de la víctima. Recordemos las negociaciones que hacía el exjuez César Hinostroza para rebajar la pena de violadores, él sabía que podía usar esta casación a su antojo. El detalle lo pueden leer en este informe: “Dueños de la ley. La forma en que los jueces liberaban a los violadores”:
Otra justificación que se está usando en estos días, debido a las dos confesiones de violación sexual realizadas por el tiktoker Makanaky, es cierta discapacidad intelectual que presenta, y que precisamente lo ha hecho famoso, al burlarse él mismo de esta discapacidad para interactuar con jóvenes que lo siguen y a los que les gusta los contenidos groseros que genera en su cuenta.
Así, muchos de sus defensores señalan que el joven es ‘inimputable’ debido a esta condición mental, por lo que él podría decir lo que quisiera sin consecuencias legales. Frente a ese sentido común, recordemos lo que dijo la teórica feminista Colette Guillaumin, en el ensayo “Práctica del poder e idea de Naturaleza”:
“Esta mañana, vi lo que el sentido común popular llama un loco y los siquiatras un maníaco, en la Avenida del General Leclerc, en París. Hacía grandes movimientos con los brazos y saltaba dando zancadas de un lado para el otro de la acera. Hablaba, hablaba y haciendo gesticulaciones exageradas asustaba a la gente que pasaba, disfrutándolo mucho aparentemente puesto que reía a carcajadas cuando lograba obtener una reacción de pavor.
Asustaba entonces a los transeúntes. ¿A los transeúntes? En fin, si se quiere, puesto que de hecho, este hombre de unos sesenta años dirigía este ademán de precipitación envolvente a las mujeres. A las mujeres, jóvenes y viejas, pero no a los hombres. Un ademán de precipitación
envolvente, en efecto. E incluso a una mujer joven intentó tocarle el sexo. Lo que le produjo aún más risa. Ahora bien, no tomamos públicamente sino lo que nos pertenece; hasta los cleptómanos más desenfrenados se ocultan para intentar apoderarse de lo que no es suyo. En lo que respecta a las mujeres, es inútil esconderse. Ellas son un bien común, y si la verdad está en la boca de los borrachos, de los niños y de los locos, ella nos es dicha claramente muy a menudo.
El alarde público de esta posesión, el hecho de que ella reviste ante los ojos de muchos, y en todo caso de los hombres en su conjunto, un tal carácter ‘natural’, casi ‘evidente’, es una de esas expresiones cotidianas y violentas de la materialidad de la apropiación de la clase de las mujeres por parte de la clase de los hombres. Porque el robo, la estafa, la malversación se ocultan, y para apropiarse de los hombres-machos se necesita una guerra. No así de los hombres-hembras, es decir las mujeres… Ellas son ya propiedad. Y cuando nos hablan de “intercambio” de mujeres, ya sea que se dé aquí o en otra parte, se nos expresa esta verdad, puesto que lo que se ‘intercambia’ se posee ya; las mujeres son ya, anteriormente, la propiedad de quien las intercambia”.
Guillaumin resume, en pocas palabras, un entendimiento y una práctica histórica: “las mujeres les pertenecen a los hombres y ellos pueden hacer lo que quieran con ellas”. Este entendimiento es aprendido, se aprende desde niños, ya sea que luego seas loco o te conviertas en borracho. Y esta estrategia del loco o del borracho o del niño es usada largamente por los abogados que pasaron por la universidad y solo aprendieron que “el cliente tiene toda la razón”.
En este tiktok de abogados_srm, por ejemplo, vemos cuáles son las razones por las cuales Makanaky no podría ser juzgado: primero, por su discapacidad mental; segundo, por que cuando cometió el delito era menor de edad; tercero, porque no hay víctima.
La Defensoría del Pueblo y el MIMP hicieron un llamado para que el Ministerio Público actúe de oficio contre el tiktoker e investigue los hechos, como se le solicitó cuando ocurrió lo del hijo del expresidente del Indecopi, Julián Palacín, quien también por sus redes confesó “alegremente” que había cometido dos violaciones. Luego, arrepentido como está Makanay actualmente (lo podemos ver llorar en sus redes pidiendo perdón), Sebastián Palacín pidió perdón y dijo que se trataba de un experimento social.
Sobre este caso pueden ver la siguiente nota:
La cultura de la violación sigue vivita y coleando, se refugia en este tipo de hombres que hablan de violaciones como si hablaran de tomar desayuno cada mañana, y que son aplaudidos y celebrados por otros hombres, como se observa en el primer video de Makanaky, en donde cuenta lo que hizo, frente a las risas y alegrías del grupo que lo acompaña y lo escucha sin cuestionar. ¿Ninguno de ellos se daba cuenta de que celebraban un delito? ¿Ninguno de ellos pensó en que estaban hablando de una menor que quizás tiene secuelas profundas en su vida por lo que le pasó? ¿Ninguno de ellos tiene la humanidad suficiente para darse cuenta del daño que hacen violando y celebrando violaciones? Cuando regresan a sus casas, ¿pueden mirar a los ojos a sus familiares mujeres? ¿Pueden ser capaces de ver detrás de esas miradas historias de violencia de las que ellos se ríen sin pudor?
Ni Sebastián Palacín ni Makanaky son inimputables, manejan una red social, no son tontos, no son locos, son responsables de sus contenidos, la diferencia es que uno tiene un padre poderoso; el otro no, por lo que es probable que, por el mismo delito, apología a la violencia contra las mujeres, sus casos no sean vistos de la misma manera.
A Makanaky nadie lo declara inimputable para restringir su uso de tiktok, nadie lo declara inimputable cuando gana mucho dinero en los eventos que anima; entonces, nadie debería quitarle responsabilidad por los discursos que difunde, ni por sus intentos de tener relaciones sexuales con menores de edad, como se escucha en la siguiente denuncia: