Escribe: Livia Martínez
Mientras continuamos hablando y viendo a los glaciares románticamente, su desaparición es inminente y tendrá una trascendencia definitiva para la sobrevivencia de un millón de personas que viven a lo largo de la cuenca, afectando las actividades económicas, sociales y ambientales en menos de 30 años.
Para quienes realizamos viajes frecuentes hacia la localidad de Urubamba por el distrito de Chinchero, percibimos que los diferentes nevados de la cordillera Urubamba, ya no muestran ese velo blanco radiante y largo hecho de nieve, ni la formación de figuras graciosas como la del pingüino de pico largo años atrás.
El Perú tiene 18 cordilleras glaciares, cuatro de ellas como el Urubamba, Vilcanota, Vilcabamba y La Raya, que se comparte con Puno, se encuentran dentro del territorio cusqueño. Lo que quiere decir que Cusco tiene la segunda área glaciar más extensa del país, luego de la cordillera Blanca en Huaraz, pero que lamentablemente registra una pérdida que supera el 48%.
La presente nota no pretende cubrir el tema de la desglaciación –porque hay muchas–, este informe desea ser un recuento de eventos generados por la pérdida de grandes reservas de agua dulce, importantes para el desarrollo de la región, necesarias para las diferentes actividades productivas, para el uso diario de las personas, así como las acciones que se deberían implementar para garantizar agua para el futuro (afianzamiento hídrico).
La Raya y El Chicón nos dejan
El Urubamba, que posee una cadena de 117 glaciares, durante los últimos 54 años perdió el 70% de hielo sólido, siendo el glaciar del Chicón el más afectado y cuyo horizonte de vida es de 30 años. Su desglaciación acelerada genera eventos como lo ocurrido en épocas de pandemia con el nevado Allinhuamán, donde se desprendieron fragmentos de roca produciendo una avalancha de hielo, afectando las fuentes de agua que se usan para el consumo humano y productivo del distrito de Yucay.
Según manifiesta el Ing. Víctor Bustinza, jefe de la Oficina Desconcentrada Macrosur INAIGEM: “El problema es mayúsculo en esta zona, se están perdiendo grandes cantidades de agua dulce que pone en riesgo los modos de vida de más de un millón de personas que viven entre el Vilcanota y Urubamba. Por ejemplo, la pérdida de masa glaciar del Chicón continuará ocasionando eventos sorpresivos y la falta de agua. No se debe esperar hasta el 2030 o 2050 para recién actuar”, enfatiza Bustinza.
Por otro lado, la cordillera La Raya, ubicada en la cuenca del Vilcanota, perdió el 83.14% de superficie glaciar en los últimos 54 años al año 2016, seguramente hasta la fecha el porcentaje se incrementó. Y de acuerdo al último inventario del INAIGEM, esta cordillera desaparecerá el 2031, le quedan 11 años de vida para que las autoridades implementen acciones que permitan almacenar y asegurar agua dulce para esta zona del Vilcanota.
Implicancias sociales, económicas y ambientales
“La comunidad de Arín se alimenta de los pozos de agua que fueron formados por el nevado del Pitusiray, ese nevado ya no existe, ya no hay hielo, todo es roca. Ahora dependemos de las lluvias para que se carguen las fuentes y tengamos agua para consumir y regar nuestros maizales”, comenta Luz Espinoza, secretaria de la Junta Administradora de Servicios de Saneamiento Arín.
Para Espinoza, hay una íntima relación entre la falta de agua y el crecimiento poblacional. Por ejemplo, la construcción de viviendas y grandes hoteles, además del mal uso y nada solidario del agua. “La población riega sus áreas verdes y chacras con agua potable a falta de lluvias, que agua va alcanzar pues”, enfatiza.
También indica que los incendios forestales son eventos que contribuyen a que los ojos de nieve y/o manantes glaciares se sequen y, por lo tanto, disminuya la cantidad de agua. “Estos meses se han quemado los cerros hasta que desaparezcan los pastos, por eso es que ya no tenemos glaciares”, enfatiza.
Durante los meses de setiembre, octubre y noviembre; el COEN reportó incendios forestales en los distritos de Ollantaytambo, San Salvador, Caicay, Huayllabamba y Paucartambo, así como en las comunidades de Huayllo, Acopia, Huayllabamba, Urquillo, Puku Puku Pata, poblados que en su mayoría se encuentran en la cuenca del Urubamba y el Vilcanota, que como se indicó líneas arriba, son las cordilleras que están perdiendo rápidamente masa glaciar, especialmente el Urubamba.
Los incendios forestales son peligros crecientes y devastadores de ecosistemas, lamentablemente Cusco es una de las regiones con mayor recurrencia de emergencias por incendios forestales según el INDECI. El siguiente cuadro demuestra que Cusco es la primera región con mayores reportes de emergencias por incendios.
Entonces, el combo formado el cambio climático, eventos extremos como los incendios forestales, las actividades antrópicas, rápida desglaciación, vendrían a ser una mezcla letal que afecta directamente al suministro de agua.
Cada vez los bofedales se están secando, los nevados están desapareciendo y los manantiales están disminuyendo afectando las actividades productivas, los sistemas ecológicos y el acceso al agua para consumo humano.
Los siguientes cuadros demuestran la percepción de la población ubicada en la cuenca media del Urubamba Vilcanota, de que no hay suficiente agua para cubrir las necesidades poblacionales y productivas en la cuenca.
Acciones urgentes y necesarias
En conversación con el Ing. Víctor Bustinza, nos da sugerencias para almacenar y evitar que se siga perdiendo el agua dulce, proveniente de la desglaciación de las Cordilleras Urubamba Vilcanota.
“Lo que los glaciares nos van a dejar es una realidad innegable, tenemos que actuar ahora y frente a ello se tienen que plantear propuestas que aborden la problemática del agua. Ir preparando el camino ante una situación futura y bastante crítica en la oferta del agua”, enfatiza Bustinza.
Según detalla el experto, es necesario trabajar, en primera instancia, siembra y cosecha de agua, proyectos de infraestructura natural, como el repoblamiento de pastos naturales para recuperar los sistemas naturales de la subcuenca del Sallca, por ser la naciente de la cuenca Vilcanota Urubamba y de donde se usa el agua para la generación de energía eléctrica para el Cusco.
Bustinza también indica que es necesario implementar actividades que ayuden a gestionar la información hidrometereológica, para contar con data actualizada sobre el comportamiento hídrico, la misma que servirá para tomar decisiones frente a posibles escenarios ambientales, económicos y sociales a falta de agua.
Realizar obras civiles para asegurar agua dulce, mediante la construcción de presas que permita almacenar más de 200 millones de metros cúbicos que garantizará la sostenibilidad de todas las actividades productivas que se desarrollan a lo largo de la cuenca y para el uso poblacional.
También es necesario fortalecer las capacidades de la población y diversas organizaciones involucradas en la gestión del agua, iniciando desde el Gobierno Regional, gobiernos locales, funcionarios y entidades gubernamentales en temas relacionados a la gestión integral de los recursos hídricos, así como el fortalecimiento de capacidades de las organizaciones comunales ubicadas a lo largo de la cuenca.
Finalmente, generar más investigación sobre las causas que generan la pérdida de volúmenes de agua glaciar, almacenamiento del recurso y recuperación de los sistemas ecosistémicos.
¿Quién financiará esto?
Se está hablando de más de 100 millones de dólares que los gobiernos nacional y regional no podrían financiar integralmente; sin embargo, se puede acceder al Fondo Verde para el Clima, ratificado en el Acuerdo de París. Las autoridades regionales y nacionales tiene el reto de trabajar los perfiles de proyecto para presentarlos a las instancias internacionales correspondientes.
Hasta la fecha, entre el gobierno regional y los gobiernos locales se vienen implementando 123 proyectos para mejoramiento y ampliación del servicio de agua potable, 33 proyectos para la adaptación al cambio climático, 58 para la provisión de agua para riego y producción, 36 proyectos de respuesta rápida ante emergencias y defensa rivereña y tan solo 18 proyectos relacionados a la cosecha de agua, recuperación de ecosistemas, siembra de pastos y monitoreo ambiental. Lo que demuestra que se invierte más en proyectos para la demanda del recurso, y muy poco para mejorar la oferta y afianzamiento hídrico.
Se debe dejar de contemplar la pérdida de los glaciares como un mero tema ambiental, se debe pasar a realizar acciones concretas, cambiar prioridades en el gasto fiscal, debemos ser conscientes que de nuestras manos se escapan grandes cantidades de agua necesarias para la vida. Los que ostentan el poder, escuchen la opinión de los expertos y lo plasmen en proyectos.
A pesar de la incertidumbre en la que estamos viviendo por la pandemia, tenemos que actuar con sentido de urgencia a todo nivel, articulando esfuerzos entre el gobierno y la población.
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Reportaje que forma parte del taller latinoamericano “Periodismo ambiental y conciencia ecológica en torno al agua”, organizado por Calandria y COSUDE.