Mano Alzada
Actualidad, Opinión

#ConMiGolNoTeMetas

Los peruanos y peruanas somos increíbles, y la palabra debe entenderse tal cual, en el sentido que es de no creer cada una de las acciones colectivas espontáneas que se ponen en manifiesto. Las cuales son bien vergonzosas por cierto. El interés, nuestro interés, por el fútbol peruano es en verdad una excelente oportunidad de fomento de patriotismo y unión entre todos y todas aquellas que sentimos que el nombre de nuestro país estará en la boca de miles de ciudadanos del mundo, pues además del alto nivel de delincuencia, la miserable educación impartida y las elevadas cifras de agresiones hacia la mujer, será oportunidad para mostrar los aspectos positivos de nuestra cultura.

Aparentemente todo es felicidad y armonía, pero el problema radica en que, aunque insistan en negarlo, existe un interés sumamente excluyente entre el fútbol y los miles de problemas caóticos que tenemos en nuestro tercermundista país, y pues lamentablemente, el disfrute de este deporte está bastante adherido al comportamiento machista que tanto daño nos hace. No llegamos a consolidarnos como una nación socialmente responsable, que además de ver el deporte “rey” como un punto de convergencia de intereses, podamos ver otros temas vinculantes que puedan captar nuestra especial atención, considerando que se trata de aquellos temas que involucran, nada más y nada menos, el ejercicio de nuestros derechos fundamentales y la forma en cómo se ejerce el poder político en el Perú.

Los pedidos y rezos para la participación de Paolo en el mundial probablemente han superado a los que apelan por vivir en un país con menos pobreza, sin violencia, con oportunidades y con mayor justicia social, porque claro, esos temas no son importantes, solo importa el fútbol.

Aquí nadie cuestiona el fútbol, ni tampoco se trata de ser “aguafiestas”, se trata de entender que somos un país tan mediocre que solo se emociona por un deporte y no por otros aspectos que promuevan un real desarrollo, y una patria que a su vez convive de manera natural con el fenómeno más tóxico que existe: la corrupción.

La corrupción no es solo un abstracto, está materializada a través de las conductas específicas de determinadas personas, las cuales tienen nombre y apellido, y son plenamente identificables. En estos momentos, mientras estamos idiotizados con la fiebre del mundial, el Gobierno, en atención a la obtención de facultades legislativas por parte del Congreso, podrá generar medidas de “beneficio” a la economía incrementando los tributos, en lugar de ejercer con mayor presión las cobranzas coactivas a las grandes empresas evasoras de impuestos que operan en nuestro país y también, de manera improvisada, está fomentando que ahora las leoninas empresas de seguros puedan ofrecer productos “pensionarios”, aunque no formen en estricto parte del sistema previsional en el Perú, estén exentos de impuestos, creando productos elitistas que benefician a quienes más tienen y que no atienden a una política pública integral que proteja el derecho a la pensión que deberían de gozar todos y todas las peruanas al llegar a la vejez.

Pero eso no es todo, mientras cruzábamos los dedos para que Paolo sea habilitado y participe del Mundial, en medio de un contexto de “en el Estado no hay dinero, por eso les cobraremos más impuestos”, el Congreso ha realizado gastos ofensivos en artículos totalmente superfluos, como televisores, frigobares y una compra escandalosa de flores, que ¡oh sorpresa!, encajan con la fecha de la celebración del matrimonio de Cecilia Chacón.

Pero como tal vez los comentarios y noticias que no vayan de la mano con el fútbol no se tomarán en cuenta y serán descalificados de plano, me ocupo un momento en explicar lo dañina que es la corrupción con el hecho de que la selección del Perú participe del Mundial. 

El que Perú vaya al Mundial no es el simple esfuerzo de los futbolistas y “el Tigre” Gareca, que por cierto solo cae bien en tanto no se ponga a marchar en cucufatas movilizaciones, sino que es el resultado de haber expectorado la corrupción enquistada que se vivía en la Federación Peruana de Fútbol con Burga dentro, estropeándolo todo. Una vez que ese sujeto tan nefasto salió de la sucia argolla de las instituciones vinculadas al fútbol la cosa fue cambiando, de modo tal que ahora podemos ver las consecuencias, como es el propio crecimiento del equipo. Ahora, ¿imaginan si expectoramos a las personas corruptas que se encuentran vinculadas a las demás instituciones en las cuales se deciden las políticas públicas que tienen un impacto relevante en nuestras vidas? Sería realmente positivo para meter los goles que tanta falta nos hacen en las demás canchas de la vida.

Estoy totalmente convencida de que emitir opiniones como estas en el marco de la alegría futbolera serán causales de diversos comentarios en contra, en donde hasta se nos insultará a quienes llamamos a la reflexión, puesto que al peruano o peruana indiferente puedes afectarlo de cualquier forma, pero con el único tema con el cual se sentirá afectado es con el fútbol y de inmediato reaccionarán pues “#ConMiGolNoMetas. Sin embargo, vamos a insistir en todo momento, precisamente por el amor que le tenemos a este país y porque necesitamos sobrevivir a esta inmundicia social, para continuar trabajando con la finalidad de que el Mundial no nuble nuestros sentidos y estemos vigilantes, alertas y alcemos la voz ante toda esta escoria humana que detenta el poder político de nuestro país.

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