El gobierno añade un capítulo más en su estrategia de sobrevivencia. Ya se conoce que la administración de Pedro Pablo Kuczynski pende de un hilo. Con un proceso de vacancia en ciernes y los votos casi asegurados de la oposición para mandarlo a su casa, se suman las declaraciones a puertas del ex directivo de Odebrecht, Jorge Barata, quien en palabras del mismo mandatario “tiene en sus manos la política peruana”. En este contexto, el gobierno de Kuczynski viene ensayando diversas estrategias que le permitan dar aire a su tambaleante gestión. Tras la capitulación firmada con los productores de papa en la que ofreció la compra de la sobreproducción del tubérculo dejando abierta la puerta a demandas de otros productores por dádivas similares, ahora el presidente busca generarse el aplauso de la platea anunciando el incremento de la remuneración mínima vital (RMV).
Si bien, es cierto que es bastante discutible la oportunidad de un incremento del piso salarial en un escenario de bajo crecimiento (la economía apenas creció 2.5% el 2017), así como de alta demanda laboral versus baja creación de empleo (según el INEI, en el trimestre noviembre-diciembre la demanda laboral en Lima Metropolitana fue de 382,200 personas contra la creación de 21,500 empleos nuevos), lo que está fuera de toda discusión es la manera vertical en que se decide el destino de los salarios de los trabajadores y cómo las políticas públicas son manipuladas de manera populista con el fin de ganar agua para el molino del gobernante. No existen procesos técnicos de tomas de decisión consensuadas alrededor de la RMV, se decide en función de intereses políticos cortoplacistas del gobierno de turno o a presiones desde grupos de interés. Esto queda en evidencia en las incoherencias de un gobierno que planteaba en mayo de 2017 en boca del ex ministro de Trabajo, Alfonso Grados, que la remuneración mínima en 850 soles “es suficiente” (https://goo.gl/1siF1T), para posteriormente señalar que es en el Consejo Nacional del Trabajo (CNT) donde se debe evaluar periódicamente el incremento de la RMV (https://goo.gl/FELjih). Ciertamente, es el CNT el órgano donde por ley deberían consensuarse las políticas laborales –incluyendo la política salarial-, sin embargo, parece que una vez más esta entidad será simplemente usada como una mesa de partes del Ejecutivo. Recordemos que en mayo del 2017, la CGTP decidió retirarse del CNT precisamente porque no se tomaban en cuenta los argumentos de los sindicatos.
Así y todo, pese a que se discrepe rotundamente de la forma en que se viene planteando, no deja de ser bienvenido un incremento largamente postergado en la RMV. Dicho lo cual, conviene recalcar la importancia de respetar la institucionalidad de los procesos de toma de decisiones en el ámbito de las políticas públicas, en general, para evitar que se contaminen lo menos posible por las necesidades del corto plazo. En este sentido, observamos con preocupación que el gobierno de Kuczynski, con la soga al cuello, se ve tentado una vez más a coquetear con el populismo como una estrategia desesperada para mantenerse en el poder. Lo cual no deja de ser irónico para un equipo que en las elecciones se proclamaba como técnico.