Mano Alzada
Actualidad, Opinión

El triste escenario de Lambayeque

Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?

¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,

hay, hermanos, muchísimo que hacer.

(César Vallejo)

Arribaron a Chiclayo el Ministro de Salud y el Ministro de Defensa, llegaron a felicitarnos. En medio de un escenario preocupante, sin dirección política clara, con 2358 infectados y 211 fallecidos; solo anunciaron 500 pruebas rápidas para 1 millón de habitantes. Nuestras autoridades nacionales sufren, sin duda alguna, de miopía política.

No se puede entender cómo, en medio del caos, nos dan solo una palmadita en el hombro. No se puede entender cómo en una región que ocupa el 3° lugar en número de infectados y fallecidos, en la que el personal de salud viene pidiendo a gritos equipos de protección, pago efectivo de sus horas trabajadas, en donde vienen exigiendo ser contratados como CAS y no como locadores, solamente vinieron con palabras y pocas pruebas. ¿Acaso no se fijaron en la protesta que hace unos días, valientemente, realizaron las enfermeras de EsSalud? Pero, para ellos, aquí no pasó nada. Todo está bien. No se puede entender cómo es que ni siquiera visitaron los hospitales de Lambayeque. Nada.

En Lambayeque hay problemas concretos. En primer lugar, la ejecución del presupuesto. A Lambayeque se le ha asignado S/. 15’821,720 soles para la emergencia nacional y se ha ejecutado el 23.5% del total, este presupuesto ha sido distribuido en cuatro unidades ejecutoras. Entre ellas, llama la atención la situación de la Gerencia Regional Salud en la que solo se ha ejecutado el 18.2%. Este retraso en la ejecución presupuestal es sorprendente e inaceptable, sobre todo cuando se manifiestan las evidentes carencias en los servicios de salud en Lambayeque.

En segundo lugar, la falta de coordinación entre el Gobernador Regional y el Comando COVID. Aquí hay que señalar una cuestión importante: el Comando COVID no maneja presupuesto y depende de la buena voluntad política del Gobierno Regional para que sus estrategias cuenten con los recursos necesarios. Es decir, si no hay una mínima agenda en común y articulación entre ambos espacios, no se camina hacia ningún lado. Es fundamental la definición de funciones y responsabilidades. Las autoridades que no quieran trabajar juntas tienen una responsabilidad directa en lo que suceda en Lambayeque. No hay espacio para la mezquindad.

En tercer lugar, la situación del personal de salud no es menos preocupante, hace unos días las enfermeras del Hospital Almanzor Aguinaga Asenjo de EsSalud denunciaron la falta de respiradores mecánicos y de implementos de bioseguridad. En el Hospital Regional advirtieron sobre el hacinamiento de cadáveres. El personal de salud también denuncia el retraso en sus pagos.

Entre estas situaciones mencionadas cabe resaltar la situación de los mercados, la inexistencia de albergues para personas en situación de calle, falta de sensibilización en la población, el reciente rechazo a la implementación de las ciclovías, etc. Hay múltiples problemas, qué duda cabe. Es entendible que sea una situación nueva y sumamente difícil para todas las autoridades, lo que no es entendible es la poca voluntad política para implementar lo que es mínimamente necesario para afrontar esta emergencia. La voluntad política es un atributo que no cuesta nada, pero que vale mucho.

En Lambayeque, como en todo el mundo, la gente se está muriendo de manera inhumana y las autoridades todavía persisten en trabajar separadas. Ante este panorama triste, el gobierno central debe tomar medidas efectivas y no “felicitar” a autoridades que no han hecho la tarea, trayendo además paliativos que no van a servir para solucionar de manera concreta las múltiples carencias.

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