Por Sandra Rodríguez
“ESTA GENTE se compra una de las versiones más baratas de la casita y le pone esa decoración (guirnaldas navideñas en las paredes) […] y a medida que la casa evoluciona, esta cosa que NOSOTROS vemos como tan huachafa, aparece”.
Eso entre otras cosas dijo la arquitecta Dreiffus en un evento académico en el LUM hace unos días. ¿A quién se refiere con “NOSOTROS”? ¿Quién es ESTA GENTE?
La élite ha buscado desde siempre establecerse como el guardián del “buen gusto”. Esto ha sido uno de sus mecanismos principales de distinción: así distingue el ‘nosotros’ del ‘esta gente’. En nosotros está el buen gusto, en ellos la huachafería. La élite ha buscado desde siempre definir lo bueno, lo bonito, lo deseable. Y el presentar SUS parámetros como los “normales” le ha servido para legitimar su dominio en ámbitos políticos y económicos. Es sobre la base de la dominación de nuestros sentidos, de nuestra percepción del mundo, que atañe a actos tan básicos como el deseo y el gusto, que se han fundado las estructuras de diferenciación social.
Recuerdo mis esfuerzos adolescentes por aprender a vestirme “bien”, a decorar “bonito” mi habitación, a escuchar la música “correcta”, a hablar “sin mote”. Recuerdo cómo eso implicaba, por supuesto, distanciarme de mi familia materna, pobre y campesina.
Recuerdo haber llegado a la Universidad en Lima y haberme asombrado ante la seguridad de algunos pitucos limeños. Una seguridad tan natural, tan dada. Tan OBVIA. Porque nunca tuvieron que distanciarse de nada de lo suyo, de nada de su raíz para ser aceptados, lindos, exitosos, cool. Sus familias o familias como las suyas, están en la tele, en las revistas, en la sección de sociales, en los museos, en los salones de arte, en las universidades de prestigio, en los conciertos, en los ministerios, en los nombres de las calles, en la gerencias de las empresas. El mundo fue hecho por su medida y a su medida.
La dominación es por eso efectiva, porque nos hace sentir constantemente “fuera de lugar”, “en falta”, “inferiores”, “huachafos”. La dominación es efectiva porque es íntima, porque nos pone en contra de nosotros mismos y de los nuestros.
Por eso, la resistencia está en los más pequeños actos, en la transformación del sentir, en desatar aquello que empieza encadenándonos por dentro. Está, por ejemplo, en admirar a mi abuela por ser una gran artista (no artesana) del telar de cintura sin haber pisado nunca la escuela. En admirar a mi abuelo, campesino, obrero de mina, barrendero de escuela fiscal, porque es quien es, amable, bondadoso, después de haber soportado explotación y maltrato, como que alguna vez el director de la escuela le reventara huevos en la cara por capricho.
Por eso la resistencia más elemental está en EXISTIR y mostrar que EXISTIMOS. En saber gritar ¡kachqaniraqmi! ¡seguimos siendo, somos aún, vivimos! Por eso cierro mostrando lo chola, indígena, “huachafa”, alegre y radiante que es mi familia. De San Miguel de Pallaques y con guirnaldas navideñas en los paredes. Con orgullo.