Si creíamos haberlo visto todo, nos equivocamos. Cuando esta columna salga publicada, quedarán decenas de audios pendientes de revelarse, ya sea por IDL Reporteros, Canal N, Panorama, Gato Encerrado o cualquier otro medio. El hecho es que la corrupción no solo ha llegado a los jueces y fiscales, a los políticos y a los empresarios venales con tendencia fujimorista: las malas artes han llegado incluso a la prensa, donde periodistas con cara de yo-no-fui son capaces de arreglar entrevistas, enjuagar la cara a personajes cuestionados, coordinar con fiscales y jueces para ser sus relacionistas públicas favoritas. ¿A cuántos más habrán enjuagado? ¿Qué otros periodistas más faltan caer? Esta no es una cuestión de hambre o necesidad, esta es una ambición por acumular más poder por parte de los que ejercen la “más noble de las profesiones”.
Lo revelado ayer sobre Milagros Leiva Gálvez algunos ya lo sospechábamos desde un inicio: ella realizaba entrevistas muy amicales y condescendientes a personajes tan polémicos como Alan García y tan repugnantes como el fallecido Agustín Mantilla en su show “No culpes a la noche”. Tuvo un programa dominical llamado “Sin Peros en la Lengua”, que fue levantado del aire por haberle pagado una sustanciosa cantidad de dinero a Martín Belaúnde Lossio por unas “pruebas” que se “tumbarían al gobierno” y que nunca llegaron. Pese a estos antecedentes, y sumado a las difamaciones al general Daniel Mora, ella oronda siguió ejerciendo el periodismo grande y llegó a invitar a la crema y nata de la corrupción a su matrimonio
¿Pero acaso ella es la única? Aún no tenemos cómo probarlo, pero sin duda, no. Mientras los comunicadores calichines y los practicantes tienen que ganar 400 soles al mes para pagarse un derecho de piso como corresponsales en el Congreso de la República, Leiva y sus amigotes se preocupan por acicalarse el pelo y por recibir todo tipo de “servicios” a sus ya altos sueldos de miles de dólares por leer teleprompters y pactar entrevistas arregladas. ¿Esto no es acaso un problema del sistema neoliberal, el hecho de que haya profesionales de primera, segunda y hasta de quinta categoría, y que ello se mida no con la capacidad intelectual, sino con cuántos contactos te manejas? ¡Por supuesto!
Es el sistema el que está exhibiendo su pestilencia. Es el sistema el que permite el subempleo, es el sistema contra el que debemos luchar, es por el sistema que debemos seguir saliendo a las calles. No hay otra. Porque como diría César Hildebrandt, nada podemos esperar del Congreso ni del Gobierno, porque la Comisión de reforma es una comedia. Una burla en nuestra cara. Nuestra medicina será no creerles, no sintonizarlos, no leer sus columnas, no comprar sus diarios. Ahí te quiero ver, Perú.