En una clara muestra de xenofobia y de desconocimiento total de la realidad, el alcalde provincial de Huancayo, Henry López Cantorín, señaló en una nota de prensa, que se ratifica en declarar “Huancayo libre de venezolanos”, para lo cual está preparando una ordenanza.
López señala que no va a permitir “que nadie venga a mi tierra a faltar el respeto ni a mí ni a nadie, más aún cuando les abrimos las puertas de nuestra ciudad y les damos las facilidades para trabajar”.
Según el comunicado emitido por la Municipalidad Provincial de Huancayo, “la creciente y descontrolada presencia de ciudadanos extranjeros” genera al “crecimiento de la informalidad laboral, el comercio ambulatorio y actos vandálicos”. ¿Acaso esos problemas no existían antes de que llegaran los venezolanos? ¿Huancayo era una ciudad libre de informalidad y violencia? Si el problema es la informalidad laboral no se debe castigar a quienes acceden al trabajo en estas condiciones sino a quienes los contratan para sacar ventaja de la precariedad económica en la que se encuentran. Si el problema es el comercio ambulatorio se deben buscar formas de formalizar y brindar alternativas a la pobreza que empuja a miles de personas a salir a las calles. Si el problema es la violencia, se deben diseñar políticas municipales de prevención.
Cuando una autoridad le echa la culpa de los problemas que atraviesa su provincia a la consecuencia y no a la causa, no termina resolviendo ningún problema de fondo sino buscando chivos expiatorios a sus pocas luces para generar soluciones responsables y eficientes que coadyuven a una convivencia democrática, garantista de derechos y que abrace a los migrantes.
¿Se imaginan lo terrible que sería una ordenanza contra los peruanos en otros países? Pues aquí está sucediendo.