Tierra sin pan (1933) es considerado uno de los mejores documentales de la historia. La película de Luis Buñuel, que dura 27 minutos, revela la miseria de uno de los pueblos más olvidados de Extremadura (España) en donde el hambre, la muerte y el olvido eran parte de la convivencia diaria de sus pobladores: Las Hurdes.

La filmación de este documental, que causó un enorme revuelo en su estreno y le valió a su director una acusación por crimen de lesa patria en el periodo franquista, es el motivo de la animación Buñuel en el laberinto de las tortugas, dirigida por Salvador Simó y con la dirección artística de José Luis Ágreda sobre la base de la historieta de Fermín Solís, originalmente creada en blanco y negro (2008) y colorizada y adaptada para la película que ahora podemos ver en el Festival de Cine Europeo de Lima.

La animación, realizada en 2018, empieza con un joven y provocador Luis Buñuel discutiendo sobre el sentido del arte y siendo testigo de las reacciones que La edad de oro provocó en sus espectadores, luego del estreno en cines, y que le valieron una serie de enfrentamientos con la iglesia y el Estado español, por lo que cada vez filmar se le hacía más difícil debido a la huida de productores. En esas circunstancias se encontraba cuando su amigo, el polifacético artista y líder anarquista Ramón Acín, le promete que si gana la lotería financiaría su próxima película.

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Ramón Acín

Y así fue como ocurrió, Acín ganó la lotería y Buñuel, junto con el periodista Pierre Unik, el cámara Éli Lotar, el historiador Rafael Sánchez Ventura (que no aparece en el cómic original ni en la película posterior) y el mismo Acín, deciden llevar adelante su aventura subiendo a Las Hurdes Altas para encontrarse cara a cara con el horror.

En la película no solo vemos el proceso de rodaje de Tierra sin pan, en donde observamos los recursos y las decisiones estilísticas que tomó Buñuel para darle más dramatismo a la historia (arrancarle la cabeza al gallo, matar cabras para que se despeñen o la tortura de un burro picado por abejas hasta su muerte), sino cómo se intercala el mundo onírico del artista a través de una serie de sueños que remiten a su infancia con la historia de una vital amistad que pasa por un momento de crisis debido a las visiones distintas que tienen del mundo y que se ve fortalecida por la complicidad que unía a ambos artistas.

A pesar de la estructura clásica un poco lenta elegida para narrar la historia, una decisión efectiva que cumple a cabalidad el objetivo de sorprender y darle verosimilitud a lo que se cuenta es haber incluido los fotogramas originales del documental, lo que permite ir en paralelo entre la ficción y la historia real como si de una clase de cine se tratara. Un acercamiento interesante para conocer más de cerca el tiempo y la vida de un genio.