Ayer, el programa Panorama sacó un reportaje que ya venía siendo anunciado por algunos apristas: el ampay a Julio Guzmán, el 2018, escapando de un incendio en un departamento en donde, supuestamente, tenía una cita romántica con una de las miembros de su partido y fundadora del Partido Morado en Cusco.

Este incidente no hubiera pasado más que por un tema anecdótico en la carrera de Guzmán, como de tantos políticos hombres, si no fuera porque las cámaras de vigilancia lo captan yéndose corriendo del lugar, y luego, en una entrevista se le ve sudar frío al responder sobre el tema. Infidelidad más cobardía, pésima ecuación. Infidelidad más conchudez: segundo gobierno aprista.

Guzmán ya sabía que le iban a sacar este secreto, porque Mijael Garrido Lecca ya lo estaba anunciando a gritos, a diferencia de otros secretos destapados por el APRA, en donde estratégicamente han guardado silencio, pero el candidato mentiroso mentiroso es insilenciable, por decir lo menos.

Y a pesar de saberlo, no se preparó para responder como debía, y mucho peor aún, trastabilló frente a un periodista inquisidor para temas morales, que desnudó su falta de temperamento en un contexto en donde al líder de cualquier partido se le exige la máxima coherencia y una conducta impecable, excepto si eres Alan García, o un cinismo bárbaro, que lo deje como el jugador del barrio.

El problema de fondo no es la infidelidad de Guzmán, sino que eso pese más en su carrera política ya desbarrancada, que sus pésimas propuestas educativas, sus continuos cambios de opinión, su oposición a la consulta previa, su poco compromiso con las demandas de la población LGTBI y con las mujeres, llegando a llamar al movimiento que las defiende de extremistas, comparándolas con los grupos antiderechos.

¿Cómo se comportó Guzmán ante un acto que le podía costar su carrera política? De forma cobarde, desleal e individualista. Con miedo. Y exactamente eso le ha costado su carrera política. Los peruanos están acostumbrados a la conchudez de un Alan García, no al sudor frió de un Julio Guzmán.

Ahora la pregunta es ¿quién tomará el lugar de Julio Guzmán? ¿A quién pondrán como nuevo títere los intereses empresariales? En tiempos como estos, al parecer será una mujer que también esté en búsqueda del centro político y la cuadratura del círculo.